Tratamientos para la alopecia en menores de 30: el boom del minoxidil y la finasterida para superar la calvicie
Dentro de todos los tipos de alopecias, la androgenética es la responsable más frecuente en la calvicie de los hombres. Sus efectos son para toda la vida, y en la mayoría de los afectados, suele presentarse en los primeros años de la veintena. La ciencia ha logrado desarrollar tratamientos como el minoxidil y la finasterida, que para los especialistas es el "tratamiento de oro" para enfrentar esta afección. The Clinic se contactó con tres hombres que contaron su experiencia con este tratamiento y cómo llegó a cambiar sus vidas.
Por Valentina HoyosCompartir
Los primeros indicios de que a Sebastián Alday (25) se le estaba cayendo el pelo fue cuando cumplió 20 años. En ese tiempo, tuvo varias discusiones con su mamá, y el estrés le detonó los primeros síntomas de su alopecia. En un sólo día, habían mínimo tres momentos en los que notaba cómo su cabello caía: cuando se levantaba de la cama en las mañanas encontraba un pequeño montón de pelo en la almohada. Luego, cuando entraba a la ducha y usaba champú, algunas hebras le quedaban en las manos y otras se iban al desagüe. Y, finalmente, cuando usaba el secador, veía cómo incontables pelos volaban de su cabeza para no volver.
A medida que pasaron los meses, esa caída empezó a notarse. Al ponerse frente al espejo, veía espacios de color rosados en su coronilla y en los laterales de su cabeza. Así, tomó medidas para ocultar la calvicie: usaba un jockey negro cada vez que salía a la calle, cuando iba al peluquero sólo pedía que le cortaran los lados de la cabeza y le mantuvieran cuatro dedos de pelo en la parte de arriba, y tenía cuidado al sacarse la ropa por si rozaba su cabellera y se caía.
“Por un tiempo me lavaba los dientes con el gorro puesto, para no verme el pelo al espejo. Cuando me bañaba también, como salía con el pelo mojado y se notaba más, intentaba lo menos posible verme al espejo”, recuerda Alday.
Para su suerte, la mayoría de sus síntomas los experimentó en los dos primeros años de pandemia, por lo que no tuvo que ver a tanta gente. La mayoría de sus inseguridades eran consigo mismo. Así, durante el encierro, investigó sobre la caída de pelo en hombres y supo que tenía que ir al tricólogo, un médico especializado en el cuidado del pelo y cuero cabelludo. Lo hizo dos años después de presentar síntomas: en septiembre de 2022 fue a una consulta particular.
Allí, después de una serie de exámenes en el que le revisaron con una cámara los folículos del cuero cabelludo y le preguntaron si tenía factores de estrés en su vida diaria, el doctor que lo atendió le informó lo que padecía: alopecia androgenética.
Esta última es el tipo de calvicie más común, y al igual que Alday, suele presentarse en los hombres en los primeros años de la veintena. De hecho, según la dermatóloga Berta Alcalá del Instituto Dermatológico Santiago, cada vez más son los jóvenes menores de 30 que están asistiendo a consultas médicas para tratarse esta enfermedad. La razón: hay más información sobre la alopecia androgenética disponible, y los tratamientos están actualizándose. “Los pacientes saben que mientras más temprano se traten, mejor respuesta van a tener. Entonces, cada vez vemos más personas jóvenes, especialmente el hijo del papá que tuvo alopecia androgenética y que sabe que no quiere terminar como sus padres”, afirma Alcalá.
Además, los hombres son los más afectados por esta enfermedad, aunque las mujeres también pueden padecerla. Su causa es, principalmente, por dos factores: genéticos y hormonales. En el caso del primero, significa que hay una predisposición genética y, usualmente, es hereditaria.
En el caso hormonal, esta enfermedad se produce debido a que la testosterona es afectada por una enzima llamada 5-alfa-reductasa, lo que produce la síntesis de la hormona DHT. Esta última daña directamente los folículos del pelo, provocando que se reduzcan, se debiliten y mueran. Finalmente, esto es lo que se ve en la alopecia: las hebras del cabello se hacen más delgadas, débiles y se caen.
Según Silvia Guerrero, dermatóloga del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, este efecto se va agravando a medida que el paciente no se atienda por la afección. “Mientras más precozmente comencemos con los tratamientos, mejor resultado vamos a tener porque vamos a poder reclutar más folículos que están adelgazados, acortados, pero que todavía los podemos estimular. No es tan así cuando ya han pasado muchos años desde que el paciente no se ha tratado, porque ahí simplemente el folículo se cierra y no tenemos cómo estimularlo”, explica Guerrero.
La “terapia de oro”
El tratamiento de primera línea para esta enfermedad son dos medicamentos: el minoxidil y la finasterida. El primero puede venir en un par de formatos, como gel o espuma tópica o, recientemente, en pastillas. “Debe llevar unos diez años máximo el minoxidil oral. Ese es el más nuevo. Pero el minoxidil tópico tiene una aprobación por la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) desde 1980. O sea, es muy antiguo el tópico”, indica Guerrero.
La manera en que este medicamento actúa es simple. Debido a que el minoxidil es un vasodilatador, aumenta el riego sanguíneo en el folículo capilar, incrementando su tamaño y su diámetro. “Tiene efecto, principalmente, a nivel de regular o cambiar el ciclo folicular. Alarga la fase anágena (la fase de crecimiento del cabello) y acorta el telógeno (la fase de caída del cabello). Y de esta manera reclutan más folículos, se engruesan, evita la caída, y el pelo crece más largo, más firme”, explica Guerrero.
Sin embargo, este medicamento no soluciona el problema de base, que es hormonal. Ahí es cuando entra la finasterida, que tiene un efecto andrógeno. La dermatóloga Berta Alcalá lo explica: “Lo que hace (la finasterida) es que inhibe la enzima 5-alfa-reductasa, y esa es la que transforma la testosterona en dihidrotestosterona (DHT) (…) Este fármaco, de todos, es el más importante, porque directamente es el que va a la causa de la alopecia androgenética. Por eso es que con este medicamento tú puedes revertir casos iniciales”. Sin embargo, enfatiza que esto no significa que crecerán folículos nuevos, sino que fortalecerá los que ya existan.
Ambas profesionales afirman que la combinación de estos dos fármacos es la “terapia de oro”. Si bien cada uno de ellos se puede recetar de manera independiente, el tratamiento más efectivo es que ambos se complementen. Esa, de hecho, fue justamente la receta que le dieron a Alday: un spray que contenía minoxidil, finasteride en pastillas y vitaminas. Así, mirándose en el espejo por primera vez después de mucho tiempo y con esperanza, empezó a echarse el spray y tomarse una pastilla antes de acostarse.
Después de algunos meses y un cambio de finasterida a dutasterida -estas dos cumplen la misma función, pero la última tiene un efecto más potente-, Alday comenzó a ver un cambio. Por ejemplo, sus almohadas estaban sin pelos y ya no debía tener tanto cuidado con que el cabello se le cayera. “Como a los seis meses dije: ‘100% que funciona esto’. Aunque siempre le tuve fe al tratamiento por las cosas que vi y había investigado”.
Alday tuvo suerte, pues el período de tiempo en que estos medicamentos muestran sus efectos es largo. En el caso de la finasterida, pueden pasar hasta ocho meses para recién ver resultados. Mientras tanto, el minoxidil hace efecto entre los tres y seis meses. Por lo mismo, las profesionales indican que la persona enferma debe ser paciente y constante con el tratamiento.
Puede ocurrir, incluso, que medicamentos como el minoxidil provoquen la caída del pelo en un inicio. Esto se debe a que el remedio ayuda al folículo en su fase anágena, es decir, cuando crece el cabello. Pero para esto, el minoxidil acelera la caída de los pelos que ya estén débiles. “Como un 30% de esos pacientes, entre las primeras dos y ocho semanas, en vez de ver una mejora, verán que se les cae más el pelo. Entonces, es difícil que la persona que muchas veces compró minoxidil. Quizás si no fue al médico, o si fue y no le explicaron eso, este no tendrá adherencia”, explica Alcalá.
Además, el tratamiento es de por vida, pues la alopecia androgenética es una enfermedad que todavía no tiene cura. Sin embargo, ni siquiera eso desmotivó a Alday, quien hasta hoy sigue tomándose los medicamentos sin falta y yendo a controles cada seis meses. “Si te vas a dormir con otra persona o te vas de vacaciones con tus amigos, te tienes que estar echando el spray en la noche. Y ahí, o sacrificas el no hacerlo o estás con la lata de estar echándote y que salga el olor al remedio con otras personas (…) Pero el beneficio es demasiado alto en comparación con tomarme un remedio todos los días”, dice Alday.
El costo de la alopecia
Cuando Víctor Rivera (24) ve sus fotos de cuando era un niño de seis años, su alopecia tiene sentido: en la mayoría de las imágenes aparece con algunos pelones en ciertos lados de su cabeza, y el poco pelo que se ve en ellas es muy fino. Lo mismo se mantuvo así durante toda su vida, en la que aprendió cómo peinarse estratégicamente y a usar productos para el pelo para que esos espacios rosados calvos no se notaran en su cabeza.
Por lo mismo, nunca le acomplejó mucho. De hecho, cuando empezó a usar minoxidil de manera tópica fue por casualidad, no porque le interesara tratar la enfermedad. A inicios de 2023, Rivera asistió a la consulta particular de una dermatóloga para informarse sobre su tipo de piel, y aprovechando que estaba allí, decidió preguntarle a la doctora por su cabellera. Allí, la profesional le confirmó lo que él, desde hace un tiempo, ya sospechaba: tenía alopecia androgenética. Al final de la consulta, le recetó Alopek, una marca de minoxidil en forma tópica. En TikTok documentó un poco sobre su experiencia.
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Estuvo usando el tratamiento durante seis meses, en los que sí notó cómo nuevas hebras crecían y su pelo se hacía más frondoso. Sin embargo, debido a que viajó a Nueva York y no llevó el stock suficiente, tuvo que dejar el medicamento. Además, la cantidad de dinero que gastaba tampoco ayudó: “A mí me costaba el spray 16 mil pesos, pero eso era todos los meses. Igual hay que tener una organización en torno a los gastos médicos, porque si tienes que ir al dentista, si pagas psicólogo, es sumar más”, cuenta Rivera. Al final, el joven optó por una opción más económica: champús, acondicionadores y cremas que estimularan el crecimiento.
El minoxidil en formato tópico puede tener un valor desde cerca de los 13 mil hasta los 38 mil pesos, dependiendo de la cantidad. En el caso de la finasterida, que viene en formatos de hasta 90 comprimidos, el costo puede variar desde los 23 mil hasta los 46 mil pesos.
En el caso de Sebastián Alday, al principio podía llegar a gastar más de 60 mil pesos en el tratamiento. Sin embargo, con el cambio de medicamentos que hizo su doctor, el costo bajó a 30 mil pesos. No obstante, según la doctora Silvia Guerrero, ambos fármacos suelen ser accesibles. Todo depende de la manera en que este se recete:
“El minoxidil oral mensual, cuando uno lo manda a preparar, vale alrededor de cuatro mil pesos. O sea, a ese nivel. Después ya todo va variando, en el resto hay diferentes marcas, porque la finasterida tú también lo puedes mandar a preparar, ahí es más caro. Pero como lo más efectivo es la vía oral y lociones que se pueden comprar hechas, son bastante accesibles”, indica Guerrero.
Además de estos dos medicamentos, el paciente puede añadir más tratamientos. Entre ellos están las inyecciones de finasterida, dutasterida, vitaminas o plasma rico en plaquetas. E incluso se puede optar por uno de los más famosos: el implante capilar. “Siempre está esa idea de elegir el implante o elegir el medicamento. Pero la verdad es que el implante capilar se tiene que ver como un complemento del tratamiento para alopecia (…) Es importante entender que el pelo implantado sufre de alopecia androgenética, entonces esa persona igual tiene que tomar medicamentos, si no va a perder el implante”, aclara la doctora Berta Alcalá.
De hecho, ese fue el caso de Nick Aguilera (31), quien se sometió al procedimiento en 2021. Lo hizo, precisamente, porque su alopecia androgenética ya estaba muy avanzada y no tenía tantos folículos para estimular. El doctor le sugirió que se hiciera el implante capilar, y después de eso, empezara a usar el tratamiento continúo. Para hacerlo, Aguilera ahorró los ingresos de su negocio de artículos retro y de venta de muñecas durante cerca de un año, y llegó a la meta: dos millones de pesos. De esa manera, se realizó la operación, y empezó a usar el tratamiento continúo de minoxidil y finasteride, e inyecciones de plasma cada seis meses. Para él, quien había pasado por infinitos tratamientos caseros y médicos, fue un antes y un después. Por ejemplo sus entradas y la parte frontal de su cabeza comenzaron a rellenarse con cabello cada vez más.
“Es una inversión, pero también reconozco que es desgastante. Hay ratos en que dan ganas de mandar toda la cresta y ya filo. Pero por otro lado digo ‘no, porque ya estoy en esto, ya he invertido plata’ y pienso que hay que seguir, nomás. Pero es súper agotador estar dando la pelea constante a esta enfermedad”, confiesa Aguilera.
Dejando atrás la baja autoestima y la ansiedad
Una de las razones por las que Aguilera sigue tratándose la alopecia es por la confianza que le entregó a sí mismo. Gran parte de su vida la pasó sintiéndose inseguro, pues desde que iba en el ciclo escolar básico se dio cuenta que tenía poco pelo y que era más fino que el de los demás. Eso, junto con algunas burlas de sus compañeros, provocó que la mayoría del tiempo usara gorros, que peinarse se convirtiera en un ritual de 30 minutos antes de salir a la calle y que no mostrara su cara en su cuenta de Instagram dedicada a la colección de muñecas.
“Estudiaba danza, entonces el estar siempre expuesto era un tema, por cómo me percibía el resto y cómo me percibía yo. Influye mucho en tu imagen, en cómo te sientes (…) Recuerdo que llegué a rechazar citas, porque el pelo era un tema y era una inseguridad muy grande en mí”, cuenta Aguilera.
Si bien ya no ocupa ni el minoxidil ni la finasterida -también los dejó por razones económicas-, y ahora usa champús, acondicionadores y cremas anticaídas, está contento con los resultados. Aunque aún se le cae un poco el pelo, Aguilar dice que se siente más seguro. Por ejemplo, ahora se muestra a sí mismo en su cuenta de Instagram. “Si bien es harta plata, es algo de lo cual no me arrepiento para nada. Me ha ayudado mucho en soltar un poco este tema de mi apariencia, y también me ha ayudado como a fortalecer otros aspectos como ir al gimnasio ahora, por ejemplo. Entonces, es una gran ayuda para poder desenvolverme de una manera más segura”, dice Aguilar.
De esa misma manera le pasó a Sebastián Alday, quien cuenta que ahora puede verse al espejo libremente y no siente la necesidad de andar con gorro. “Uno andaba preocupado cuando te tenías que junta con una niña, y que ibas a tener que andar escondiendo la hueá’. Te imaginas como el peor escenario, que se de cuenta de que te estás quedando pelado”, recuerda Alday. “Pero ahora estoy rehabilitado. Ahora, a seguir con el tratamiento para toda la vida y estar pendiente, nomás”.