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Reportajes

Fama contrafama: el lado más oscuro del programa “Rojo” en voz de sus protagonistas

A la luz del episodio de acoso que reveló recientemente Mon Laferte, algunas de las personas que pasaron por el programa de TVN desentrañan otras situaciones sucedidas en el espacio. Presiones para que bajaran de peso, dieran mensajes antiaborto o escondieran su orientación sexual, son algunos de los hechos que acusan.

Por Raimundo Flores S.
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En 2004 la cantante Jeannete Pualuan, ex Mamma Soul, intercalaba sus días entre ser jurado de “Rojo” y la promoción de su primer disco solista. Buscando dar a conocer el trabajo, se acercó a la producción del programa de TVN para preguntarles si podía interpretar en pantalla “Niño”, uno de los sencillos del álbum, que abordaba el tema del abuso infantil.

“Me dijeron que mejor no, que era una temática muy fuerte”. Así recuerda Pualuan, con cierta ironía, a la luz de las recientes acusaciones reveladas en el documental “Mon Laferte, te amo”. Ahí, la cantante confesó que habría sufrido acoso por parte del productor Jaime Román, sin que nadie de las personas del equipo a las que les contó hayan tomado cartas en el asunto.

Entre los concursantes, jurados, editores y productores de “Rojo” contactados para este reportaje, todos aseguran que en su momento no supieron de los hechos denunciados por Laferte. Aunque la mayoría señala que tampoco les resulta sorpresivo que salgan a la luz acusaciones de este tipo en torno a Román, que en 2013 fue condenado a cuatro años de libertad vigilada por obtener servicios sexuales de menores de edad de manera reiterada.

“Jaime Román siempre fue un ser bastante complejo, era un hombre bien oscuro. Nunca vi nada, no presencié un acoso como tal de él a otra persona. Sí habían comentarios siempre de ese tipo y no muy beneficiosos para él. Como comentarios de que estaba tratando de perseguir a tal para poder conseguir algo”, dice Carolina Soto, histórica concursante del programa dirigido por el difunto Eduardo Domínguez.

“No tengo pruebas, pero no me cabe absoluta duda. Jaime Román era como un todopoderoso en ese tiempo, con un llamado te podía cambiar la vida. Y hombres con ese nivel de poder suelen convertirse en depredadores. Era alguien que tenía un nombre. Tenía una varita mágica, que si te tocaba, podías sacar un disco y levantar tu carrera”, complementa Natalia Fairlie, que fue parte de la segunda generación de concursantes del programa.

Román tenía un puesto ejecutivo del área de Nuevos Negocios de TVN. Desde donde se hacía cargo de toda la exitosa producción discográfica que acompañó a “Rojo” en su primer ciclo de emisión entre 2002 y 2008, por el que pasaban entre 24 y 40 personas por temporada, convirtiéndolo en el programa juvenil chileno más exitoso del nuevo milenio.

Mon Laferte
La cantante Mon Laferte denunció abusos en Rojo. Foto: AgenciaUno.

Los álbumes grupales, o solistas de los concursantes, vendieron más de un millón y medio de copias —un hito para la industria chilena— y era Román quien tomaba la mayoría de las decisiones en torno a esos trabajos. Eso, por sobre las inquietudes artísticas con las que podían llegar los jóvenes intérpretes al estudio de grabación.

“Los discos que producía eran de una muy mala calidad de audio. Las bases que usaban eran muy malas. Claro que con la fama que tenían los chicos ahí, sí sacaban un montón de discos de oro porque era un repertorio que funcionaba y los chicos funcionaban como artistas en un cierto mercado. Él, en un momento, era muy idolatrado al interior del canal porque era el productor musical que generaba muchos discos de oro, pero su calidad como productor musical en verdad era muy mala”, señala Pualuan.

En todo caso, las acusaciones de Román no son las únicas similares que han surgido en torno a “Rojo”. En 2012, en una entrevista con “Mentiras verdaderas”, la cantante Karin Cáceres relató cómo un productor del programa se le acercó por atrás y la manoseó mientras le sugería que terminara con su pololo, en presencia de otro productor. 

Cáceres, en ese entonces con 19 años, relata a The Clinic que le confesó a una compañera lo que le había pasado, pero que no la apoyó. “Ella se lava las manos y va a hablar con este productor y le cuenta. Y ahí empiezan a decir que yo estaba hablando puras tonteras, que las cosas no eran así. Y bueno, finalmente terminan prácticamente echándome del programa. Me excluyeron y quedé como la mala, porque hablé”, dice.

Cáceres volvió después al programa en “Rojo, la revancha” y se reencontró con quien la había acosado. “Hablé con esta persona y prácticamente tuve que bajar el moño”, recuerda y agrega: “Todos sabían cosas y nadie decía nada. Todos hacían vista gorda de lo que estaba sucediendo, porque era un tema complejo. Todos eran testigos, pero nadie hablaba, porque se cuidaban las espaldas o porque les daba miedo”, opina la cantante.

La presión por el rating

Los casos de acoso parecieran ser solo la punta del iceberg de una serie de situaciones que empañan el recuerdo de “Rojo, fama contrafama” como un espacio festivo y alegre.

“Fue un programa de televisión con la moral de un programa de televisión, buscando rating, buscando cierta espectacularización de las vidas de los cabros que participaban y buscando hacer negocios”. Así opina Jaime Coloma, uno de los jurados históricos del programa.

Él, por ejemplo, recuerda que tuvo muy poco contacto con Jaime Román, pero que sí discutió con él cuando pidió una reunión para sugerir que le dieran más libertad creativa a los cantantes y que no solo se limitaran a hacer versiones de éxitos antiguos. “Siempre peleaba esa carta, pero por supuesto no fui escuchado. Era una pelea contra molinos de viento y, en algunos casos, fueron peleas importantes. Finalmente decidí restarme, porque me daba cuenta de que no era el interés real del programa. Era un programa de talentos que en algún minuto deriva en un programa muy tipo ‘Mekano’”, dice Coloma.

Araneda
Rafael Araneda conducía “Rojo”.

Jaime Davanigno, el histórico locutor del programa, explica que tanto quienes estaban delante como detrás de cámaras podían sufrir la inclemencia del ritmo del programa. “El equipo de producción estaba sometido a una presión que tenía que ver con números, con cifras. Por lo tanto, se trabajaba 24/7 en función de cumplir con esa expectativa. Siempre he sido de la opinión de que la televisión es una máquina de moler carne, que toma todo lo que pueda y después bota todo lo que no le sirve, sin importar nada. Hay mucha gente que, no siendo protagonista de programas, sufrió también los embates de una forma de hacer televisión tan exigente y tan miserable en algunos casos”, opina.

Según varias fuentes consultadas, la búsqueda de rating repercutía en ciertas presiones implícitas para que las concursantes cuidaran su aspecto físico. Cada día, cuando llegaban al programa, los cantantes y bailarines tenían un clóset asignado con la ropa que se tenían que poner, sin ellos poder elegir lo que les acomodara más.

“Si no eras extremadamente flaca, te ponían la ropa más fea. Entonces, claro que había un tema con el peso. Uno llegaba comiendo normal y yo terminé pesando 59 kilos, midiendo 1.70. La presión televisiva en cuanto al estereotipo era súper fuerte. Uno, finalmente, se caga la cabeza y empieza a bajar de peso. Empecé a comer solamente almuerzo, que eran casi puras verduras con proteína y después mis vales los canjeaba por bebida, agua y una barra de cereal”, cuenta Karin Cáceres, que también recuerda que tuvo que reclamar ante la insistencia de que siempre la hicieran cantar con falda.

Carolina Soto, que entró al programa también con 19 años, también narra una situación similar. “Viví discriminación por un tema de estereotipo físico, porque no tenía el prototipo físico que ellos pedían en el momento. Veo videos y pienso que fui tonta, porque me debería haber sentido orgullosa de mí en ese momento. Pero como era chica e inmadura, pensaba que podía perder la pega. No me dijeron nada literal, pero evidentemente lo hacían sentir. Me sentía como la gorda, no siendo tan gorda, y me sentía muy insegura. Lo pasé mal por eso”.

“Evidentemente había presiones, evidentemente había maltrato psicológico. Creo que cuando tú estás en un concurso y en una competencia, hay una situación psicológica de presión real que es propia del concurso. Pero acá había otro tipo de presiones, que creo que eran complejas y donde evidentemente se podía generar cierto maltrato. Porque esas presiones no tenían que ver con la competencia, no tenían que ver con hacerlo mejor como bailarina, hacerlo mejor como cantante”, señala Jaime Coloma.

Personas vs personajes

Las historias personales de los concursantes eran uno de los recursos más habituales que usaba “Rojo”. Lo hacían para llenar el espacio al aire y para poder acercar más a los participantes a la audiencia. Esos reportajes servían para perfilar a los cantantes y bailarines, tal como recuerda Natalia Fairlie, que dice que rápidamente fue etiquetada como “mamá joven”, ya que había tenido a su hija a los 19 años y entrado al programa con 21.

Un equipo del programa fue a su casa para grabar el reportaje. En esa nota la mostraban junto a su pareja e hija y hablaban del desafío que había implicado convertirse en padres a tan temprana edad. Luego de que el registro fuera emitido, Rafael Araneda tendría una breve conversación en vivo con Natalia. En la tanda comercial previa a ese momento, alguien del equipo de edición periodística se acercó a ella.

“Me dijo: ‘en esta parte tú tienes que hablar con Rafael Araneda y decir que estás en contra del aborto’. Lo quedé mirando y decidí no irme por esa vía de conversación, pues valóricamente sí estoy a favor del aborto. Creo que es algo muy personal y que lo decide cada cual. No soy quien para andar pontificando al respecto”, dice Fairlie sobre el incómodo momento, que se puede revisar en YouTube.

“Se intentaba manipular la información, a los participantes y, por ende, al televidente. Era una línea editorial súper ‘pechoña’, entonces se intentaba entregar lo que ellos consideraban valores a partir de, por ejemplo, nuestras historias personales”, recuerda Fairlie.

No puedo hablar por los demás, pero el que estaba a cargo de los contenidos era yo. Nunca hablé con alguna persona y le dije: ‘Tienes que decir esto y esto’. Jamás”. Así responde Roberto Apud, editor periodístico de “Rojo” y agrega: “Nuestra misión era construir historias sobre los personajes para que la gente lo vaya conociendo y no destacar cosas negativas. Jamás lo hicimos”.

Hoy, los cantantes y bailarines de “Rojo” concuerdan que no tenían ningún tipo de apoyo psicológico para lidiar con las consecuencias de su exposición. Karin Cáceres, por ejemplo, cuenta que también terminó siendo afectada por los personajes que se trataban de imponer en la dinámica del programa. La temporada en la que participó comenzó con una suerte de reality, donde encerraron a los concursantes en una casa por un fin de semana. Como ella reclamó a quienes no habían lavado los platos, se ganó la etiqueta de conflictiva, que la persiguió hasta su salida del programa.

“Hasta el día de hoy me dicen: ‘Ah, tú eras la peleadora’. Y me afectó, porque a mucha gente le caí mal. Entonces, finalmente, eso te juega en contra, porque un productor podría decir: ‘Yo no trabajo con ella porque es conflictiva, directa o enojona”, cuenta.

Otros dardos apuntan a los romances que se intentaba potenciar en pantalla entre concursantes. “Había cabros que evidentemente tenían una orientación sexual distinta a la que se trataba de promover”, recuerda Coloma. Karin Cáceres lo complementa: “En ese momento, ser gay todavía no significaba lo que significa hoy día. No podías ser tan amanerado, era todo más cerrado, entonces trataban de limpiar un poco la imagen de repente, pero todos sabíamos que la cosa era mentira”.

Nelson “Mauri” Pacheco, que entró al programa con 15 años, fue protagonista de uno de esos casos, ya que se le solía vincular afectivamente con María José Quintanilla durante el programa. “Obviamente jugué un poco con la María José cuando se me propuso este juego mediático, cuando recién partió un espacio en el programa que era como de cahuínes y copuchas, que lo animábamos ella y yo. Entonces, televisivamente, como que empezamos a jugar a eso, pero fue un juego de dos programas, no era algo que podía sostenerse en el tiempo, porque yo era evidentemente gay. Jamás me puse un papel de macho”, cuenta Pacheco.

Lo que sí admite es que su orientación sexual fue tema con algunos de los ejecutivos del programa. “Me acuerdo que una vez me llevaron a una oficina para retarme, porque me habían visto con un chico en una situación amorosa en la calle. Fue, en el fondo, como para frenarme y para decirme que yo podía hacer lo que quería hacer, pero que nadie lo tenía que saber”, dice. De todas formas, aclara que no siente rencor, porque entiende que eran otros tiempos.

El análisis de Coloma es que, con el tiempo, “Rojo dejó de ser un programa de talento para transformarse en un programa de cahuínes”. En otra vereda, Claudio Carrizo, uno de los productores musicales del espacio, lo defiende: “Creo que ‘Rojo’, en general, fue un programa musical. No creo que haya perdido la esencia por haberle metido un poquito de cizaña o de morbo”.

Desde la visión de los concursantes, Cáceres dice que ha hecho las paces con esa época, pero es tajante al opinar sobre el programa. “Era tóxico, pero no nos dábamos cuenta. Por muchos años, yo pensaba en ‘Rojo’ y me dolía la guata”.

Una visión similar tiene Fairlie. “El programa de televisión se nutría de nuestras historias personales y eso muchas veces rozaba el mal gusto, con el típico pianito de fondo, con escarbar en el morbo y eso, visto con un lente actual, claro que es tóxico”, asegura.

Pero Apud tiene una visión muy diferente. “Cuando llegué a ‘Rojo’ pensaba ‘qué rico que hubiera tantos jóvenes con talento’ y este programa les abriría la puerta para que lo muestren. En ese minuto estábamos felices. Con el tiempo, no sé si a lo mejor no estuvimos bien preparados para darle más apoyo en términos de encontrarse con la fama”, dice el exeditor y agrega: “Uno puede cometer muchos errores en el tiempo, uno puede decir: ‘Claro, podríamos haber hecho esto de otra manera lo podríamos haber hecho mejor’. Pero, sin embargo, creo que ‘Rojo’ fue un un programa en que, como decíamos, los sueños se hacían realidad”.

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