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Opinión

8 de Septiembre de 2024

Factop, el pecado original del Caso Audios

Foto autor Gabriela Villalobos Por Gabriela Villalobos

Gabriela Villalobos, columnista de The Clinic llama a no perder de vista a Factop, donde está el origen del Caso Audios. "No nos olvidemos de lo que dio inicio al caso: una empresa financiera que entregó información falsa y manipuló al mercado, entre muchas otras acciones que dañan a las instituciones y las confianzas", dice.

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Parece un déjà vu: el mayor escándalo político-empresarial de 2024, el denominado Caso Audios, partió con una factura, al igual como hace diez años atrás. Mientras en el caso Penta-SQM un “simple” papel destapó pagos ilícitos en la política, la caída de Factop, negocio de corretaje y factoring de los hermanos Sauer y Rodrigo Topelberg, dejó al descubierto un entramado que inició una investigación por eventuales facturas falsas, cohecho y soborno.

La mayoría pone el punto de inicio de este caso en el famoso audio que protagoniza Luis Hermosilla, pero la historia comenzó antes. En los 80, cuando se inicia la amistad entre los hermanos Daniel y Ariel Sauer con Rodrigo Toppelberg. Sigue en 2004, con la creación de la empresa de Factoring Factop, gracias a los recursos del patriarca Alberto Sauer.  En 2010 se sumó Topelberg a la sociedad. Mientras que en 2015 fue el inicio de las operaciones de STF Capital Corredores de Bolsa. Una sociedad que se dedicaba la compraventa de monedas y otros instrumentos financieros. 

Según información pública, hubo años buenos para el negocio. Pero la volatilidad pospandemia le jugó una mala pasada a STF que llevó a la empresa a sufrir pérdidas. ¿De cuánto? No se sabe a ciencia cierta, porque en 2023 la Comisión para el Mercado Financiero los acusó de proporcionar información falsa al mercado, al público y a la CMF. Eso, además de efectuar operaciones con el objeto de fijar el precio de un valor, realizar operaciones ficticias, no cumplir con los índices de cobertura patrimonial y realizar operaciones de su giro pese a estar suspendidas sus actividades. Todo esto, en medio de demandas cruzadas entre los hermanos Sauer y su exsocio Topelberg. La sociedad se había quebrado, la amistad también y con ello salieron a la luz las acusaciones de infringir la ley. 

No nos olvidemos que los tres habían iniciado su relación laboral en Factop, empresa acusada de utilizar facturas falsas para enriquecer de manera ilícita a sus socios y también aliviar el nivel de deuda de la familia Jalaff. ¿Muchos nombres? En la mitad de este lío los hermanos Sauer contratan a Luis Hermosilla para su defensa. Comienzan las reuniones para planificar la defensa, la participación de Leonarda Villalobos y surge el famoso audio que dio inicio a las investigaciones que ahora complican a empresarios y políticos. 

Pareciera que nos hemos olvidado del pecado original. Hay algo del ciclo noticioso, el gran flujo de información que hace perder el foco, pero sobre todo una sensación de que cada vez vendrán revelaciones peores. Y por lo mismo no miramos hacia atrás. Pero no nos olvidemos de lo que dio inicio al caso: una empresa financiera que entregó información falsa y manipuló al mercado, entre muchas otras acciones que dañan a las instituciones y las confianzas. Un delito con cuello, corbata y consecuencias graves para el sistema.

La base de cualquier relación es la confianza. En el mercado lo es todavía más. Nadie compraría un producto o servicio si no tiene cierta certeza en sus condiciones, que el precio es justo o que efectivamente cuenta con los atributos que dice tener. Por eso la manipulación de precios, las facturas falsas y la entrega de información falsa es tan grave.

Y sin un mercado que funcione correctamente nos podemos olvidar del financiamiento de cientos de empresas, miles de empleos y de la fuente de acceso al crédito de negocios y personas. ¿Estamos corriendo ese riesgo con este caso? Por ahora pareciera que no. El mercado sigue operando. Pero debemos cuidarlo y no olvidar que lo que está en juego no es sólo el futuro de algunos involucrados. 

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