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4 de Noviembre de 2024La infidelidad según los chilenos: el lapidario juicio público versus las cifras que evidencian un país de infieles
Si el 71% de los chilenos declaró en la encuesta Cadem de junio de este año tener un amigo que ha sido infiel, ¿sería justificable cancelar a una persona por este acto que forma parte de su vida privada? Dos especialistas conversan sobre las consecuencias de la cancelación personalizada en estos casos. "La infidelidad no es una injusticia en un sentido más amplio. Una infidelidad como tal es algo triste, es algo malo moralmente, pero no es algo injusto necesariamente. Si está asociada a un abuso con la pareja o maltrato, podría transformarse en eso", dice el Doctor en Filosofía y sociólogo Mauro Basaure.
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Le pasa a los artistas latinoamericanos todo el tiempo. Shakira y Piqué. Karol G y Anuel. Por estos días, le pasó a la humorista Maly Jorquiera con su marido y humorista también, Sergio Freire. Después de que las redes sociales viralizaran la historia de la infidelidad por parte de él, múltiples comentarios comenzaron a juzgar la figura del humorista además del acto.
La psicóloga y docente de psicología social de la Universidad de Valparaíso, Daniela Acevedo, relata que ahora, “la gente no solo cuestiona la infidelidad que sucedió. Se va directamente hacia la identidad de la persona. Decir cosas como ‘siempre fue un fresco’ o prohibirle a la persona la entrada a los restoranes, es personalizarlo”.
Si la infidelidad como un acto cometido en la vida privada, no tendría las mismas justificaciones para ser condenada públicamente como otros hechos de abuso o violación de derechos humanos. De hecho, según Cadem 5C a junio de 2024, el 31% de los chilenos reveló haber sido infiel. Al 45% le habían sido infiel también.
La revelación de lo íntimo puede llegar a tener las formas menos pensadas. El año pasado, se viralizó la funa a una profesora en Buenos Aires por “encamarse” con el marido de una de las apoderadas. La mujer colgó un cartel en las afueras del colegio que acusaba: “Carla, fuiste la seño de mi bebé y te encamaste con mi marido”.
“Latinoamérica en general es bien cahuinera. Siempre hay una vecina del barrio que lo sabe todo, pero antes, no era masivo. Ahora cientos de personas te bombardean el Instagram y te vuelves trending topic en una hora”, dice Acevedo.
Pero si antes el objetivo de comentar la vida privada del otro quedaba en pasar un momento entretenido de conversación entre unos pocos vecinos o amigos, ahora, traspasar los cahuines al ámbito de la opinión pública es casi ineludible.
¿Se podría justificar una cancelación pública por una infidelidad en el ámbito de una relación amorosa y privada?
“No es posible que la infidelidad se tome la agenda pública, a no ser de que esté hablando de farandulismo“, asegura el doctor en Filosofía Mauro Basaure, profesor titular de sociología UNAB, investigador del COES y del Núcleo Milenio CRISPOL.
“La infidelidad no es una injusticia en un sentido más amplio. Una infidelidad como tal es algo triste, es algo malo moralmente, pero no es algo injusto necesariamente. Si está asociada a un abuso con la pareja o maltrato, podría transformarse en eso”, continúa.
De la injusticia al ataque personal
De acuerdo con el libro “Mapudungun el Habla Mapuche”, de Fernando Zuñiga -reimpreso en 2007-, la palabra “Funa” significa algo “podrido, abono, o por podrirse”. El origen del concepto se remonta tras la detención de Augusto Pinochet en Londres en octubre de 1998. Manifestantes por los derechos humanos comenzaron a reunirse en vigilias organizadas por la agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos a manifestarse.
En otros lugares como Argentina, la funa es una manifestación que en otros países es conocida como una acción colectiva, en el contexto argentino se le denomina como los “piquetes” o cortes de ruta de los trabajadores desocupados.
Ambos especialistas enfatizan en el origen de este tipo de manifestaciones y cómo se ha ido transformando en algo que podría no representar en lo absoluto la misión que tenía en ese entonces. “No me extrañaría que la “cancelación” en la sociedad moderna, esté despegada de la idea de justicia colectiva. Se está convirtiendo en un llamado a agruparse para denostar a una persona por cualquier hecho, sea una infidelidad u otra cosa. Creo que es terrible”, dice Mauro Basaure.
El fenómeno de la funa que partió por reivindicar momentos de injusticias, ahora es una cancelación. Ataca el ámbito de las relaciones privadas y según los especialistas, no está condenando los hechos como tales, sino atacando directamente a las personas.
Esto, según Daniela Acevedo, tiene otro tipo de consecuencias. “Se genera una doble victimización, no solo a la mujer que queda como la cornuda o la gorreada. Las infancias, se vuelven vulnerables a ver quién es el malo, el papá o la mamá. Porque sí o sí se van a meter a Google y van a encontrar la historia de sus padres”, explica. “Luego el hombre queda como un sujeto perverso, maltratador. Se dejan de considerar sus capacidades en otras esferas, más allá de su vinculación afectiva”.
Cancelar la vida privada de otros
Pareciera que ser artista, implica también el poner la vida privada a disposición del debate público. Hay una explicación social para esto. “Hoy día no basta con tu talento, la gente necesita consumirte como un bien”, explica Daniela Acevedo. “Los artistas ya no solo pueden venderte su talento, sino que tienen que vender su vida privada en los cánones de época. Ya nadie va a comprar el DVD del show del stand-up comedy como antes”.
Pero cuando no se trata de consumo o fama y quien es “cancelado” no tiene un papel público, habría una razón psicológica y social para explicar por qué alguien tomaría la vida privada de otro para el escrutinio público.
La psicóloga plantea la hipótesis de que quien cancela públicamente una infidelidad, lo hace porque “estamos en una sociedad enrabiada porque no recibe justicia desde las instituciones. Hay tantas matrices de opresión por tantos lados, la gente puede recordar su propia historia de vida cuando se enfrenta a la noticia de que alguien le pasó algo parecido. Uno de esos ejemplos, es la infidelidad”, dice.
“La persona se siente con derecho de cobrar justicia por sí misma a través de un otro. No mira el conflicto de manera objetiva. Si le tocó escuchar o vivir una infidelidad, se va a sentir con el derecho de ‘hacer justicia’ con el caso de otro. Esto, porque va a tener la oportunidad de reivindicar su propia historia”, concluye.