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5 de Noviembre de 2024La fiebre de los suplementos nutricionales: colágeno y probióticos encabezan la lista pero ¿cómo saber si realmente funcionan?
Cada día se compran más cápsulas, polvos o hidrolizados de suplementos nutricionales en Chile. La tendencia, según los especialistas, es a comprar colágeno, probióticos y vitaminas en la farmacia. "Está de moda comprar péptidos que favorecen la microflora del colon, porque se ha demostrado que el colon es el segundo cerebro", dice Jaime Ortiz desde la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile. Aquí, una guía para cuidar lo que se consume, porque aún hay muchos que no están aprobados por el ISP y que están recorriendo las redes sociales. La primera alerta: los suplementos no curan las enfermedades.
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En Chile, los suplementos nutricionales como colágeno, vitamina D, probióticos y espirulina están en auge, según el profesor Jaime Ortiz de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile. “El consumo de estos productos ha aumentado notablemente, especialmente entre adultos mayores y de mediana edad”, afirma Ortiz. Mientras tanto, “los jóvenes tienden a optar por dietas veganas, buscando obtener sus nutrientes a través de fuentes vegetales”.
La Alianza Latinoamericana de Nutrición Responsable (ALANUR) define los suplementos alimenticios son productos nutricionales que “complementan la dieta habitual de personas sanas, que por diversas razones, no siempre obtiene todos los nutrientes necesarios con la alimentación”. El énfasis en “personas sanas” es muy relevante a la hora de consumir un concentrado de nutrientes. Según el profesor Ortiz “éstos no tienen la misión de curar enfermedades, sino que son un complemento para una forma de vida estable y saludable”.
La organización también explica lo que no son estos productos. “No reemplazan la dieta ni sustituyen la alimentación de las personas. No están destinados al manejo dietario de enfermedades que requieren dietas especiales. Tampoco son para tratar o curar enfermedades en general”.
Partir por esta definición es la primera clave para combatir los mitos que el mercado y la desinformación pueden estar generando respecto de los suplementos. Sobre todo, si se busca consumirlos regularmente.
Probióticos, la moda nacional
El mercado de suplementos alimenticios en América Latina se triplicó durante los últimos 20 años. De hecho, el 48% de los encuestados chilenos los ha consumido en los últimos 3 meses.
En 5 de cada 10 hogares chilenos hay al menos un consumidor de suplementos. Sobre sus efectos, el 95% está satisfecho con los resultados de consumo, donde el 48% percibió mayor bienestar físico y el 22% una mejora o mantenimiento de su salud mental.
Lo que más consumen los chilenos son vitaminas (55%). Luego están los minerales (23%), las proteínas (17%), los ácidos grasos (14%) y por último, los suplementos botánicos (12%).
Si bien el colágeno, sigue siendo la tendencia a 2024 en la región, el alza de compra de vitaminas en Chile podría darse porque “la gente compra mucho probiótico”, según Ortiz, un suplemento que colaboran en la formación de nutrientes esenciales como vitaminas, enzimas y ácidos grasos.
“Está de moda comprar estos micro-sacáridos para regular la microbiota y los péptidos que favorecen la microflora del colon”, continúa el especialista. “Como se ha demostrado que el colon es el segundo cerebro, las personas empezaron a cuidarlo”, agrega.
¿Cómo saber si funcionan realmente?
Por ejemplo, hay una serie de proteínas en tarro que pueden llegar a costar más de $200.000 pesos en las farmacias. También productos de emprendimiento que dicen tener colágeno o vitaminas a más de $50.000 pesos por unidad. ¿Cómo saber si lo que se está consumiendo funciona realmente?
“Hay muchos productos en el mercado que no han sido registrado en el ISP y eso significa que su efectividad no está aprobada. Son alimentos que traen de la India, por ejemplo. En las redes sociales se habla de que son buenos, pero no están regulados por el ISP“, explica Jaime Ortiz. También, depende de las legislaciones y registros de los países donde sean fabricados.
Por ejemplo, según Ortiz, “los productos que vienen de Estados Unidos no son muy rigurosos porque su legislación no es clara a la hora de diferencias suplementos de la alimentación. En mi opinión, los de mejor calidad vienen desde Europa”, dice.
Los Europeos están avanzando sostenidamente en el desarrollo de compuestos para consumir suplementos nutricionales. Un ejemplo claro, según el especialista, es el del colágeno. En Chile hay oferta de líquidos, jugos o aguas minerales con frases como “por siempre joven” y sabores exóticos con mango o frambuesa. “Pero en realidad, son los alemanes los que están desarrollando agua mineral con colágeno hidrolizado que de llegar al mercado, podría ser un producto testeado y riguroso”.
Regulación de los suplementos en Chile
La legislación en Chile está en el Reglamento Sanitario de los Alimentos actualizado a mayo del 2024 por el Ministerio de Salud. Aquí se encuentran claves para determinar si el suplemento cumple con los parámetros necesarios para tener efectos esperados. La norma incluye definiciones y cantidades exactas que deben tener productos de suplementos alimenticios y alimentación para deportistas para estar aprobado. Al igual que las dosis diarias recomendadas.
La legislación muestra la siguiente regulación en torno a lo que se dice del producto y lo que es real. Por ejemplo, si un producto dice tener suplementos alimenticios “alto en proteínas”, éstos deben especificar que esto es efectivo si se consume un 40%, o más de la dosis diaria de referencia establecida por el ministerio. Ésta es, 50 gr de proteína diarios.
Sin embargo, según el estudio del profesor Cristián Tapia de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile, la norma “no incluye una serie de nutrientes que sirven para prevenir o complementar el tratamiento de enfermedades crónicas no transmisibles. Muchas veces éstas están asociadas a una alimentación no saludable”.
Suplementos alimenticios vs alimentos funcionales: los últimos no están regulados
Otro de las confusiones que suelen suceder es en la definición de “suplementos alimenticios” y “alimentos funcionales”. Lo primero que hay que saber, es que los últimos, aún no cuentan con una regulación del Instituto de Salud Pública ni del Ministerio de Salud en Chile. Por lo tanto, ningún alimento se puede rotular como “funcional” en el país. Si existen, éstos no han sido testados ni aprobados por las instituciones nacionales.
La segunda diferencia entre ellos, es que el suplemento se entiende como un producto que tiene un formato que no necesariamente está dentro del alimento. Es complementario y viene en forma de cápsula, un tónico o una bebida. Mientras que al hablar de un “alimento funcional”, se refiere a un alimento que ya incluye más nutrientes que pueden ser buenos para mantener los niveles de salud en distintos aspectos.
“Son alimentos que están diseñados para mantener tu salud, pero no es que te van a sanar de una enfermedad”, explica Jaime Ortiz. “Por ejemplo, si tienes hipertensión, el alimento funcional va a tratar de mantener la presión arterial en los parámetros que corresponden”.
Los alimentos funcionales nacieron en Japón. El gobierno se dio cuenta de que el aumento de la población de la tercera edad generaba mucho gasto público. Por eso, empezaron a desarrollar alimentos funcionales. “Por ejemplo, se modifica genéticamente el arroz para transformarlo en arroz amarillo rico en betacaroteno -pigmento que se convierte en vitamina A al entrar al cuerpo-“, continúa.
En Chile, según el especialista, ya se están desarrollando tecnologías para crear alimentos funcionales. “Uno puede manipular con la dieta que se le da a un animal para que crezcan sus elementos. Los salmones por ejemplo, si le doy más ácidos poli-saturados de comer, eso va a llegar al nivel del consumidor”, cuenta Ortiz.
Finalmente, el especialista enfatiza en que la falta de regulación imposibilita que se demuestre que estos alimentos funcionen. “No estamos cerca de tener una legislación para este tema“, sentencia.