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Franz Ferdinand en el Fauna Primavera Foto: Felipe Figueroa

Tiempo Libre

10 de Noviembre de 2024

Franz Ferdinand jugó de local y fue el rey de la fiesta en el cierre de Fauna Primavera

La segunda jornada del festival tuvo el protagonismo absoluto de los escoceses, que incluso apelaron a chilenismos para mostrar su cercanía con el país. Hubo cortes de luz que interrumpieron un show de los estadounidenses Nation of Language y puntos altos de Dinosaur jr y Denver.

Por Felipe Rodríguez
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La gran gracia de los festivales de música es que los espectadores cuentan con una carta donde el menú artístico posee diferentes expresiones estilísticas. Para atraer grandes masas y lograr que el negocio siga en perpetua prosperidad, hay que dejarlos a todos contentos. La idea es que disfruten a sus preferidos, pero también que, al pasar, descubran a futuros favoritos. Si ayer la apuesta del primer día de Fauna Primavera se concentró en lanzar sus dardos a la nostalgia noventera, con la emotividad que se asocia a la juventud como mandamiento primordial, la segunda jornada que se celebró en Ciudad Empresarial cambió los naipes: la electrónica, el folk pastoral, el rock lo fi y el pop con letras mayúsculas aportaron diversidad y rejuvenecieron un auditorio que en su mayor porcentaje contaba entre 30 y 40 años.

Hubo varios cambios en comparación al viernes. Primero, los espectáculos arrancaron a las 13.00 horas y dos horas y media después, más de dos mil personas estaban en el recinto desafiando una temperatura no tan considerable como en el debut, pero que en sus 29 grados igualmente se sentía despiadada porque no había espacios con sombra. Si ayer vimos a padres que compartían sus gustos juveniles con sus hijos, el sábado presenciamos nuevas formas de hacer familia. Una pareja heterosexual traía en un coche a su perro. Venían preparados: le trajeron hasta una manta para cubrirlo del supuesto frío nocturno.

El inicio con las bandas Estoy Bien y Las Ligas Menores no tuvo contratiempos. El problema mayor se suscitó en el debut en el país de los estadounidenses Nation of Language, uno de los grandes grupos de pop electrónico de la última década. De repente, se cortó la luz y no volvió en poco más de diez minutos. Salieron del escenario pidiendo disculpas y volvieron a rematar un show con fórceps, inmerecido por el horario que les asignaron y por la calidad de sus tres álbumes. Deben tener su revancha en una visita posterior, en lo posible, en solitario.

Tratados en sus inicios, a mediados de la primera década del siglo, como uno de los salvadores del rock inglés, The Magic Numbers ofreció un espectáculo consistente. Su mezcla de folk pastoral, soul blanco y baladas lacrimógenas en modo Adele fueron recibidas con atención y respeto. En vivo, ganan en espesura melódica y entretienen, sin alcanzar jamás instantes pletóricos. “Morning Eleven”, un evidente homenaje al rock energético de The Jam, fue el peak de su show. Y también su despedida.

Convertida en una de las estrellas emergentes de la música electrónica sudamericana junto a la colombiana Ela Minus, la peruana -afincada en Berlín- Sofía Kourtesis, debutó en Chile para presentar su excelente álbum, “Madres” (2023). Es música sintética que se cruza con los sonidos autóctonos de su país, generando una electrónica carnavalesca, de esencias profundamente latinas y especializadas en mover pies y cadera. Kourtesis no tiene prácticamente voz, pero en su austeridad -estuvo acompañada de un guitarrista- cumple, sobre todo, en temas donde se subraya el sabor latino como “Si Te Portas Bonito”, “Madres” y “By Your Side”. Su orgullo por su origen fue manifiesto. Sus fondos de pantalla remitían solo a Perú, a través de imágenes de personas con camisetas del Alianza de Lima o de cholitas realizando coreografías.

Prácticamente desconocidos para la gran mayoría, Dinosaur Jr brindó un show espectacular. Pioneros del rock independiente y con 40 años de trayectoria, fueron punta de lanza a mediados de los 80 junto a Pixies y Sonic Youth en su afición por las guitarras distorsionadas. En el líder J Mascis, el guitarrista Lou Barlow y el baterista Patrick Murphy hay instinto, creatividad, riesgo, ruido y aventura. Y su estilo de hacer música se siente en bandas como Foo Fighters y Offspring, por citar algunos. Trituraron sónicamente “Just Like Heaven” de The Cure y exprimieron una tensión que, entre los tres músicos, se complementa de maravillas. “Feel the Pain” y “Freak Scene” fueron momentos estelares.

Lejano es el tiempo en que los shows de Denver eran soporíferos y apáticos -especialmente por su líder Milton Mahan-. El segundo aire de la banda, reconvertida en sexteto, tiene un viraje radical. Su pop a secas cautivó a un público, especialmente treinteañero, que se sabía todas sus canciones y en que la saxofonista Bernardita Canobra sobresale al imprimir densidad al espíritu naif intrínseco de Denver. Hubo comunión en “Diane Keaton” y “Los Adolescentes”; coreografías a lo Café Tacuba en el cover de “Déjate Caer” de Mahan y Mariana Montenegro y un respetuoso cover a “Con Suavidad” de Los Prisioneros. Las cosas cambian cuando se hacen con ganas y profesionalismo.

Cuando asomaba el atardecer, The Kooks apareció en escena mostrando, especialmente su vocalista Luke Pritchard, todas las poses de los rockeros clásicos con exageración y nula espontaneidad. Su grupo es muy cotizado en Inglaterra, pero su rock no tiene mayor inspiración. Aunque el auditorio los siguió con atención, también se mostró retraído. Como si estuvieran pensando en Franz Ferdinand, el grupo que todos esperaban. The Kooks fue lo más bajo de la jornada.

Boy Harsher fue una grata sorpresa. La cantante Jae Matthews es heredera de la gelidez vocal de Siouxsie y, por ende, inspirada en la alemana Nico. Su voz, siempre filtrada y distorsionada, se complementó con el oscuro sonido bailable que le imprimía su compañero Ausgustus Muller, y que recordaba a bandas de su generación como Tempers. Fue un set conciso y preciso, donde temas como “Give me a Reason”, “Electric” y el clásico cover de Chris Isaak, “Wicked Game”, rankearon alto.

El final que todos esperaban llegó con uno de los preferidos de la casa: Franz Ferdinand. Peleando palmo a palmo en el ranking de los más queridos por los chilenos junto a Faith No More, los escoceses demostraron, una vez más, que son entretenedores natos. Su show de noventa minutos -sin el baterista Paul Thomson- mezcló los hits, con canciones menos populares y links al país, cortesía del vocalista Alex Kapranos. Dedicó “Walk Away” al club Blondie y en “Do You Want To” reemplazó la frase “lucky, lucky” por un “conchetumadreeee”, que provocó euforia en el auditorio. En el post punk de los escoceses hay estilo, sentido del espectáculo y una gran cantidad de singles convincentes. Como en sus anteriores visitas, se despidieron con gloria. En un cierre perfecto de un festival que año a año se consolida como un imprescindible de cada temporada.

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