Tiempo Libre
9 de Noviembre de 2024La electrónica ligera de Air y el rock de alto voltaje de Jerry Cantrell y The Smashing Pumpkins sobresalieron en Primavera Fauna
La primera jornada del encuentro artístico en Ciudad Empresarial se centró en parte de la mejor música de los 90. Las casi 15.000 personas, la mayoría entre 35 y 50 años, salieron complacidas en un día que también tuvo el protagonismo de los chilenos Chini.png y Francisco Victoria.
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De los festivales grandes que se realizan en Chile, Primavera Fauna tiene razones para ufanarse de su curatoría. El año pasado, por ejemplo, tuvieron como cabezas de cartel a Blur, que venía con nuevo disco bajo el brazo, y a Pulp, que volvía a las pistas -sin canciones nuevas- tras un largo periodo de hibernación.
Esta nueva versión quizás no cuenta con nombres demasiado rimbombantes, pero no deja de tener estelaridad y, al menos en la primera jornada, un énfasis en el rock noventero que se vio retratado en el público asistente. La mayoría de las más de diez mil personas se centraban entre los 35 y 50 años, precisamente el segmento de edad que era joven en esa última década del siglo pasado.
Fue un golpe a la memoria emotiva que trajo algunas conclusiones. Observar a esos artistas que tuvieron su época de gloria hace treinta años demostró que ya no somos iguales y, también, que la mejor música de aquel periodo ha envejecido con dignidad y músculo rítmico.
El arranque del día tuvo a Chini.png ante un auditorio reducido, pero que se entretuvo con la propuesta de una banda que estuvo a la altura de su responsabilidad. Su disco debut, “El día libre de Polux” (2023), suena fresco e irreverente y se tomaron su actuación con profesionalismo. Presentaron un tema nuevo, “Lava”, y aunque eran pocos, la gente los despidió con aplausos.
El show prosiguió con Francisco Victoria, uno de los rostros solistas que genera esperanza en el pop chileno. Cada vez más seguro de sí mismo, con invitadas como AKRIILA, para interpretar el experimental “Te quiero tanto”, el solista radicado en México expuso un show tan personal como bailable, con apego a las guitarras y cierta similitud con Alex Anwandter. Había más público, pero también más sol. Al término del espectáculo, el artista sureño terminó con el rostro colorado.
Cuando la temperatura empezó a descender -hubo más de 30 grados entre las 15 y las 17.30 horas- y el público empezó a llegar en mayor cantidad al recinto de Ciudad Empresarial vinieron los mejores momentos. La transición estuvo a cargo de la inglesa Lianne La Havas. Comparada en su país con Nina Simone por la fuerza expresiva de su voz y su querencia por el soul, su show fue valiente en su sencillez, pero equivocado en el formato. Acompañada nada más que de una guitarra, un par de botellas de agua mineral, incienso y una pantalla que lucía unas flores y una silueta de una mujer bailando sensualmente, optimizó los recursos. Sin embargo, esa intimidad interpretativa no linkeaba con el espíritu de un festival, siempre más extrovertido que introvertido. Pronto, el público comenzó a desentenderse de sus temas y a conversar. Sus canciones, delicadas aunque muy similares entre sí, fueron progresivamente perdiendo interés. Su concierto era para un recinto cerrado. En todo caso, se retiró contenta. Incluso, con algunos exigiéndole un bis.
La tarde se iba entibiando cuando apareció Jerry Cantrell, guitarrista de Alice in Chains, una de las bandas más reconocibles del grunge estadounidense. Con un álbum editado hace apenas tres semanas, “I want Blood”, que parece una continuación de la época de gloria de su grupo, su presentación fue maciza, contundente. Las canciones recientes de Cantrell no tienen casi ninguna variación de las que hacía en los 90. Es decir, una mezcla entre rock alternativo y un metal oscuro que, en muchas ocasiones, recuerda a Mark Lanegan, otro héroe de Seattle. En el escenario, Cantrell que, aunque imita el tono grave y pesado de su desaparecido compañero Layne Staley, no tiene un caudal vocal tan expresivo y casi siempre era apoyado por su guitarrista que, más que una segunda voz, adquiría el protagonismo. Los instantes más celebrados, por cierto, fueron cuando interpretó temas de su popular banda como “Them Bones”, “Man in the Box” y “Would?”, que nos llevaron de vuelta a la época en que las camisas de franela eran grito y plata.
En los festivales ocurre un momento en que la mayoría del público asistente se concentra frente a un escenario. Cuando el sol se retiraba lentamente, la noche llegaba y la temperatura era gratísima, los franceses Air fueron los receptores de todo el auditorio y brindaron un show memorable. Interpretando su disco debut, “Moon Safari” (1998), de principio a fin, en vivo lució los mismos beneficios que lo hicieron estar en la pole position de la música mundial de aquellos años: paz, evasión, felicidad, lujo, calma, voluptuosidad y, ocasionalmente, destellos de baile y meditación sicodélica.
Vestidos de riguroso blanco, el dúo junto a un competente baterista, recordaron por qué su música libre y ligera fue capaz de seducir a las mayorías. En ese disco -y replicado en el escenario-, hay una electrónica puntillosa y lúdica, que contiene trazos de Kraftwerk y el easy listening de Ennio Morricone. Fue un show completísimo, aliñado por otros títulos clásicos de los franceses como el hipnótico “Run”, la belleza bailable de “Cherry Blossom Girl” y el adhesivo “Don’t Be Light”. Los fanáticos, en todo caso, quedaron con las ganas de “Surfing on a Rocket” y “Radio Number 1”.
El cierre de la jornada estuvo a cargo de The Smashing Pumpkins, una banda que desde “Adore” (1998) viene dando pasos de ciego, pero que tiene material de sobra para provocar aplausos y, por momentos, delirio en el público. Su inicio fue rock de alto voltaje, con su vocalista Billy Corgan azuzando al auditorio y exhibiendo junto a sus compañeros una pericia instrumental certera. Desfiguraron brutalmente “Zoo Station” de U2 y “Harvest Moon” de Neil Young y los transformaron en una excelente versión más rockera, interpretaron clásicos de sus mejores discos como “Tonight”, “Disarm” y disminuían la atención cuando realizaban extenuantes sesiones progresivas para demostrar su capacidad instrumental. La banda sigue fiel a sí misma, pese a que su talento no es el mismo. Se fueron entre aplausos con un hit, “Zero”, en una primera jornada que dejó satisfechos a todos. El espíritu de los 90 cotizó al alza.