Opinión
18 de Enero de 2025

Barrio Lastarria en lista de espera

Rita Cox escribe en su columna de hoy sobre el crítico momento del barrio Lastarria, invadido por el comercio ambulante. "Es decir, como ocurre en el sistema de salud, Lastarria entró en una lista de espera. Curioso. Preocupante. Se entiende que los problemas que afectan a Santiago son múltiples, pero en el caso del comercio ambulante y de las mafias, las tipologías y escalas de Meiggs y de Lastarria son absolutamente distintas", escribe la periodista en The Clinic.
Compartir
No fue un posteo rabioso, sino tres cartas consecutivas en El Mercurio que esta semana pusieron foco en el crítico momento del barrio Lastarria invadido por el comercio ambulante. Años delicados para unas de las cuadras más hermosas que tenemos en Santiago, declaradas Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales en 1997, pero que desde el estallido el Estado de Chile no ha sido capaz de cuidar como se merecen. Si están con vida, digámoslo de entrada, es por la porfía de sus vecinos y el empuje de sus locatarios. Los privados.
La periodista Patricia Espejo fue la primera en pronunciarse. El domingo, bajo el título “¡Qué vergüenza!”, contaba su experiencia regresando allí después de años para llevar a unos turistas alemanes y encontrarse con “hordas” de informales. Pedía al alcalde electo “devolverle el ‘glamour’ que alguna vez tuvo su maravillosa arquitectura”. Al día siguiente se sumó Héctor Vergara, de la Junta de Vecinos N1 Parque Forestal, quien describía la imposibilidad de los vecinos – “para qué decir las personas con problemas con movilidad”– de transitar entre paños, mesas, percheros, exhibidores, sillas, toldos, palomas informativas, ropa usada y artistas callejeros.
A esa alteración, Vergara sumaba la imagen del espacio común usado como baño, robos y asaltos cometidos principalmente por motochorros. Con un tono paciente, que a esta altura limita con la santidad, invitaba a un trabajo con todos los actores involucrados para “lograr un barrio seguro, limpio y calmo, conceptos que, de recuperarse, nos harían más vivible nuestro territorio”. El martes, por último, molesto e irónico se leyó al abogado Jorge Correa Sutil, también vecino, ejemplificando las inoperancias de guardias a cargo de la Municipalidad de Santiago, pagados por los contribuyentes de esa comuna.
Ninguno de los tres mencionó cómo el Parque Forestal es, durante la noche, un dormitorio que mejor evitar, y un basural por las mañanas.
¿Cuántos diagnósticos sobre diagnósticos se pueden hacer de la misma enfermedad antes de aplicar tratamiento? ¿O aquí estamos ya frente a un dejar morir lento y cruel? Tras la violencia irracional que sufrió Lastarria, con varias réplicas -el último episodio se registró el 28 de julio de 2023- la asociación gremial liderada por Alfonso Molina no solo ha destacado una y diez veces la urgencia de un plan sólido y constante de seguridad para residentes y turistas; también la competencia desleal que ejerce el comercio de cuneta y las externalidades negativas en el espacio público, como asaltos y microtráfico.
Frente a la pasividad de la autoridad, en octubre de 2024, durante el último tramo de la exalcaldesa y residente Irací Hassler, el gremio propuso una alianza público-privada en que locatarios asumieron el 50% de los gastos que significaba contratar guardias que evitaran la instalación diaria de vendedores ambulantes. No resultó. La vigilancia no se hacía presente en los horarios más demandados.
Molina se reunió hace unas semanas con el nuevo alcalde, Mario Desbordes, y luego con el director de Prevención y Seguridad Comunitaria de la Municipalidad de Santiago, Arturo Urrutia. De esa última reunión, según me contaba hace unos días, no se sacó nada en limpio. Esta semana, tras el coro de cartas en el diario, y como el resto del país, se habrá enterado por los medios de las llamativas declaraciones de Urrutia que aclaró que está la intención de recuperar el barrio, señaló que “queremos decirle a la comunidad que son 26 barrios que tiene la comuna de Santiago y tenemos emblemáticos como Franklin, Meiggs y otros, que por cierto necesitan también el despliegue” y “sabemos que faltan cosas por hacer, pero por favor dennos un poco más de tiempo”.
Es decir, como ocurre en el sistema de salud, Lastarria entró en una lista de espera. Curioso. Preocupante. Se entiende que los problemas que afectan a Santiago son múltiples, pero en el caso del comercio ambulante y de las mafias, las tipologías y escalas de Meiggs y de Lastarria son absolutamente distintas.
Postergar Lastarria es profundizar el deterioro de la calidad de vida de sus vecinos y la economía que generan restaurantes, bares, cafés, hoteles, oferta cultural, tienditas, orientadas a visitantes locales y extranjeros. Un perfil muy particular de turistas estadounidenses, europeos y brasileños, que pasan 2.5 días máximo por Santiago, se interesan por lo antes descrito y consideran Lastarria como destino. Hasta nuevo aviso. Dejar Lastarria para la cola es arriesgar hacia un punto de no retorno.
Hay demasiado en juego. El Liguria de Merced, es un edificio patrimonial de1906 proyectado por el arquitecto Alberto Cruz Montt. El hotel Singular, brilla con el trabajo del arquitecto Germán Margozzini y el interiorismo de Enrique Concha. La selección que ofrece Librería Ulises se despliega en la arquitectura de Sebastián Gray. Solo tres ejemplos de tremendas inversiones y aportes privados. Sumemos otros aún más históricos y que resisten: la pastelería Bombón Oriental, desde 1977 en Merced 345, a pasos del Ictus, y El Cid Campeador, la tienda de libros usados que desde 1986 no decae en reputación como una de las mejores de Santiago. El Biógrafo, inamovible desde 1987.
Hace unos días Clarissa Casciano y Max Cabezón, que en 2023 abrieron Bar Flama en Providencia, debutaron con un segundo local en Merced 346. Se llena. En Lastarria con Rosal, donde está la desocupada Casona Lastarria, Duoc UC anunció que albergará su centro cultural abierto a la comunidad, un proyecto que exigirá una renovación arquitectónica, a cargo de las arquitectas Cecilia Puga y Paula Velasco (Palacio Pereira). En paralelo, un grupo de especialistas logró la reapertura de la incendiada Iglesia de la Veracruz, y siguen avanzado en mejoras que borren las huellas del estallido.
Movimientos alentadores, hasta rebeldes, frente a inacción en materia de seguridad, mientras hace tanto tiempo esperamos se concrete la segunda etapa de GAM y nada se sabe del destino del espacio que ocupaba el Cine Arte Alameda, abandonado y sin planes de nueva vida. Y aunque Lastarria no esté en su mejor momento, me niego a dejar de visitarlo, caminarlo, disfrutarlo y lamentarlo. Parte de mi propia biografía ha transcurrido allí. Imagino que a no pocos Santiaguinos les pasará lo mismo. No se suelta tan fácil lo que se quiere tanto.