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Opinión

9 de Marzo de 2025
Imagen: Sandro Baeza / The Clinic

Ampliar la mirada ante la policrisis

Foto autor Fernando Chomali, Arzobispo de Santiago Por Fernando Chomali, Arzobispo de Santiago

El arzobispo de Santiago, Fernando Chomali, aborda el contexto político y social que enfrenta Chile, en medio de elecciones presidenciales, y difunde el mensaje que ha entregado el Papa Francisco. "Desde esta forma de interpretar el mundo, nos recuerda Francisco (desde su lecho de enfermo) que podremos abrirnos a la esperanza, es decir propender con ímpetu hacia una nueva forma de vivir más auténtica, más verdadera", escribe el cardenal. Y agrega: "Creo que este mensaje nos puede ayudar a ir configurando el panorama político del país de cara a las elecciones. No basta con reconocer las situaciones de crisis que enfrentamos, sino que abordarlas globalmente a nivel nacional e internacional. No se entiende la delincuencia al margen de la marginación social. No se entiende la migración al margen de sociedades cada vez menos democráticas y donde el narcotráfico adquiere -lamentablemente- cada vez mayor relevancia. No se entiende la dificultad para emprender y generar trabajo, al margen de semillas de corrupción que crecen con ímpetu".

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En el contexto de la Asamblea plenaria de la Pontificia Academia para la Vida, 2025, donde se abordó desde varios ámbitos la pregunta “¿fin del mundo? crisis, responsabilidad y esperanza”, el Papa envió un mensaje escrito desde el policlínico Gemelli que bien vale la pena estudiar. A través de estas reflexiones, dirigidas a académicos de todo el mundo, es mucho lo que podemos aprender en Chile, sobre todo en estos tiempos donde hay vientos de candidaturas presidenciales.

El Papa plantea que ya no basta hablar de crisis sino que de “policrisis”, dado que son muchas que, de manera simultáneas y persistentes, están presentes con dramatismo en la coyuntura histórica actual. El Papa enumera como tales las guerras, el cambio climático, los problemas energéticos, las epidemias, los fenómenos migratorios y la innovación tecnológica. Pensando en nuestra realidad podríamos agregar la violencia urbana y rural, la delincuencia desatada, la corrupción y en muchos, una gran desesperanza (los bajos índices de natalidad lo confirma). 

Todos estos temas están entrelazados y cuestionan a fondo la sociedad que hemos construido y el destino del mundo. Ya en la encíclica Laudato sí, se plantea la pregunta acerca de qué mundo le dejaremos a las próximas generaciones.

Afrontar estos temas es complejo, y exige en primer lugar analizar nuestra resistencia al cambio que tenemos como individuos y como sociedad. El Papa sostiene que una actitud de escucha es fundamental para revisar en profundidad los parámetros antropológicos y culturales que nos sostienen. Ello exige una forma de dialogar en la cual se entienda al hombre en estrecha conexión con los demás seres que conforman nuestro mundo y no de manera aislada. El Papa vuelve a insistir, como lo ha hecho en varias ocasiones, que estamos interconectados y que todo lo que hagamos o dejemos de hacer repercute en los demás y en la creación.

En este contexto me viene a la mente el poema de Vicente Huidobro, Altazor, Canto II: “Estamos cosidos por la misma estrella”. Qué bello, qué profundo, qué verdadero.

Desde esta forma de interpretar el mundo, nos recuerda Francisco (desde su lecho de enfermo) que podremos abrirnos a la esperanza, es decir propender con ímpetu hacia una nueva forma de vivir más auténtica, más verdadera. Ello implica -citando a Benedicto XVI- ir más allá del perímetro de lo individual y reconocernos existencialmente como parte de un pueblo que sólo se puede realizar dentro de un “nosotros”.

Esta policrisis, por tanto, no puede ser abordada desde los problemas particulares sino que desde los globales. Desde ese punto de vista, el Papa lamenta la paulatina irrelevancia de los organismos internacionales, fruto de actitudes miopes preocupadas de proteger intereses particulares y nacionales, por sobre el todo. La invitación es al multilateralismo, independiente de las circunstancias cambiantes de la política o el interés de algunos pocos. Esta tarea es urgente.

Creo que este mensaje nos puede ayudar a ir configurando el panorama político del país de cara a las elecciones. No basta con reconocer las situaciones de crisis que enfrentamos, sino que abordarlas globalmente a nivel nacional e internacional. No se entiende la delincuencia al margen de la marginación social. No se entiende la migración al margen de sociedades cada vez menos democráticas y donde el narcotráfico adquiere -lamentablemente- cada vez mayor relevancia. No se entiende la dificultad para emprender y generar trabajo, al margen de semillas de corrupción que crecen con ímpetu. El cohecho, el tráfico de influencias, el mal uso de fondos públicos, el amiguismo y nepotismo por doquier lo confirma día a día. La sociedad es compleja y sus problemas y soluciones también. Ello requiere una mirada amplia alejada de un slogan, un tips, o un X, o soluciones efectistas que causen impacto en el corto plazo pero que no solucionen los problemas desde sus raíces. Es por ello que se requiere una persona que mire el todo desde el corto, el mediano y el largo plazo a la vez y comprenda la política como el arte de buscar el bien común, y no como mera propaganda al servicio de tal o cual ideología.

Esta mirada amplia, magnánime y que ponga al ser humano al centro, implica, como lo deja claro el Papa, tener conciencia que no será la tecnocracia la que nos salvará, ni menos “plegarse a la desregulación planetaria utilitarista y neoliberal” que “significa imponer la ley del más fuerte como única regla”, que, por lo demás, es una regla que deshumaniza.

La pregunta de fondo es si estamos dispuestos en Chile a abordar con profundidad y de manera multisectorial estos temas o no. Lamentablemente, reflexiones de este calibre, en que se pone en tela de juicio el modelo económico social imperante, terminan en descalificaciones y desconfianzas mutuas. Pero creo que llegó la hora de  dejarlas de lado y emprender el camino con un sano espíritu crítico. Creo que existe un vínculo entre el sistema socioeconómico que nos rige y la policrisis que nos tiene a todos, al menos, perplejos.

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