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Nacional

4 de Enero de 2009

Mis papás me regalan

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Valentina Maureira tiene nueve años y padece fibrosis quística, enfermedad que si no es tratada, podría causarle la muerte antes de cumplir los quince años. Se hizo conocida porque su padre trató de dársela a Madonna y ahora ha intentado que se hagan cargo de ella Farkas o Nazar. No tiene dinero para tratamientos y ya perdió a un hijo por esa enfermedad. Aquí, Valentina cuenta qué siente con que la quieran regalar.

Por Carla Celis • Foto: Alejandro Olivares

Valentina tiene una personalidad desbordante. A primera vista, parece una niña sana e inquieta. Salta de un lado a otro, se sube a los sillones y desocupa el comedor para hacer una demostración de baile. Interrumpe la conversación de sus papás, y, cuando ellos hablan sobre ella, les recuerda episodios que le parecen importantes. “¡Cuéntale esa vez que salimos en el Hola Andrea, y yo me puse a llorar, papá!”, le grita a su padre para que le preste atención.

Desde pequeña que le gusta la tele. Recuerda que su primera aparición fue cuando los invitaron al programa del Kike Morandé. Desde entonces se ha enfrentado muchas veces a las cámaras. “Cuando viene la tele a mi casa yo me pongo bonita, pienso en la ropa que voy a usar, me peino y ya sé lo que tengo que decir: que me adopten y bla, bla, bla… Mi papá me enseña y algunas veces a mí se me ocurren cosas”.

Durante las últimas semanas su padre, Fredy, se empeñó en regalarla a Madonna. Y Valentina se involucró tanto en esa obsesión paterna que se volvió una experta en la enrevesada vida amorosa de la cantante. “Yo me quiero quedar con Madonna, porque Madonna ahora se separó y el papá se quiere quedar con los hijos, y si yo soy hija, me tendría que ir con él, pero yo no quiero, entonces mejor yo no me adopto, porque me quiero quedar con Madonna y los otros hijos”, reflexiona la pequeña.

Otra de sus rutinas es revisar, casi día por medio, los DVD con todas las apariciones de su padre y ella en televisión. Videos que conoce de memoria. “¿Viste la parte donde yo salía guagüita y tiraba la cabeza para atrás porque no quería tomarme el remedio?, jaja”, pregunta. “¿Y viste que cuando era chiquitita tenía los cachetes rojos y era gordita? ¿o cuando mi mamá cuenta lo que le pasó cuando murió mi hermanito? ¿lo viste? ¿lo viste? Mi mamá lo primero que vio un día fue una luz, una luz blanca que pasaba por encima de ella”, relata Valentina.

La idea de Fredy es lograr que Valentina llegue de alguna forma a Estados Unidos. Dice que está dispuesto a todo con tal de que no le pase lo mismo que a Michael, su primer hijo que murió a los seis años por la misma enfermedad.

-No quiero que tengamos que llegar al extremo de que ella ande con un tubo de oxígeno o que se muera, como nos pasó con Michael-, sentencia.

Valentina agrega: “No es que mis papás no me quieran, lo que pasa es que ellos quieren darme una mejor vida, no quieren que me muera como mi hermanito mayor”.

Valentina cuenta que ya estuvo en Estados Unidos un tiempo, gracias a los pasajes que le regaló Sebastián Piñera y Kike Morandé, pero que apenas venció la visa volvió a Chile, para no perder la posibilidad de regresar otra vez.

-¡Es bacán Estados Unidos! Alla conocí a un niño que me gustaba haaartoo, era liindooo-, grita la niña. La madre, Jacqueline, mira desde una esquina, en silencio. “Yo no hablo mucho, mi esposo es al que le gusta hablar”, dice. “Es que cuando hablo me pongo a llorar”, agrega.

Valentina sabe que,como a diario le recuerda Fredy, “si me quedo nunca voy a ser grande”. Dice que eso no le da miedo pero “prefiero que me adopte cualquiera y así no morirme. Igual me da pena no ver más a mis papás y a mi hermana, o sea, podríamos decir a mis ex papás, porque ya no van a ser mis papás”, dice, como recitando un texto de memoria. “Pero yo prefiero que sea Madonna, me encantaría pasear con Madonna por Estados Unidos de la mano, y también bailar con ella. Lo que pasa es que yo bailo súper bien, todos dicen que soy la más suelta de todas mis amigas. Además que Madonna es mi cantante favorita, entonces como yo muevo las caderas súper bien, tal vez podría bailar con ella en sus recitales”. Pero Valentina no puede bailar con Madonna, ni con nadie, porque, a causa de su enfermedad, no puede hacer esfuerzo físico, ni cansarse demasiado. “Cuando salto mucho, me agito y mi mamá me tiene que hacer “kine”. Si me siento cansada, me acuesto y me hacen masajes para botar la flema y ahí me mejoro”, explica la niña.

En medio de toda esta locura que nadie atina a llamar como tal, en medio de las ofertas públicas que hace su padre a Madonna y luego a Farkas y a Nasar, mientras la niña lo mira esperando el momento de hacer el papel acordado y la madre guarda silencio con los ojos llorosos, hay una realidad aún más demencial, que Valentiana dice sin decir: en Chile estás solo. Que en el 2008 nadie se hará cargo de ti. Y un hombre anda de canal en canal anunciando que regala a su hija y ni se la quitan, ni lo ayudan. Simplemente lo dejan pasar.

-Si no me voy para Estados Unidos capaz que me muera. Es que algunas veces se acaban los remedios en Chile, y en otras partes hay remedios. Ojalá que me adopte Madonna. Bueno, igual me gustaría irme con mis papás, pero si ella dice que no, yo igual voy a tener que ir para allá y me puedo hacer un tratamiento y después venir a buscarlos. Y si otra persona me quiere adoptar, yo me voy. Cualquier persona que me adopte no más-repite la niña que se regala.

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