Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

19 de Abril de 2010

Ricky Martin, yo te apoyo… contra la paré

Por

POR JOSÉ MIGUEL VILLOUTA
En el siglo XIV, cuando Eduardo II de Inglaterra se paseaba semidesnudo con sus albañiles durante la construcción de Westminster, toda Europa sabía de su abierta homosexualidad. Incluso en Aviñón, sede del Palacio Papal, su “condición” era tema de sobremesa con un dejo de picardía y curiosidad, no de asombro y sin el componente de shock con que 700 años después los medios locales reciben la salida del clóset de Ricky Martin.

Durante la semana que siguió a su confesión me llamaron de cuanto medio existiera, entre ellos del departamento de prensa de Chilevisión, de La Cuarta y de este semanario. El tenor de la mayoría de las peticiones ha sido del calibre “José Miguel, queremos que nos opines respecto de por qué esto de salir del clóset todavía es noticia”. Son los medios –que circulan gracias al trabajo de los periodistas- los que han construido la identidad gay como algo raro: los de derecha siguen los dichos textuales de Juan Pablo II que señalan que “los homosexuales forman parte de una ideología del mal” y nos presentan como enfermos; los pocos medios progresistas de izquierda nos pintan como una tropa de niños caprichosos que de tan mimados terminaron colisoneando porque ya lo han probado todo. Sea el punto de vista que sea, la conclusión es que somos débiles de carácter, algo inferior. Así nadie quiere salir del clóset, y así, cualquiera que lo haga se transforma en noticia.

Y el que lo hace, como Ricky, se tiene que enfrentar a esos mismos heterosexuales que por el sólo hecho de ser tolerantes se creen “expertos en el tema de los maricones” mientras no mueven un dedo para que la discriminación termine. Es más, como diría Claudio Fariña en Concierto, no están muy seguros de dejar que sus hijos vieran a una pareja de gays en un asado familiar o como diría Sergio Paz en El Mercurio, no hay que transformar una “acequia” –léase: los derechos de los homosexuales a casarse o a formar familia- en una “trinchera”. Sí, leyeron bien, acequia.

El que sale del clóset tiene que escuchar cosas como “Ricky Martin se destapó después de haber engañado a sus fans”. ¿A dónde hubiera llegado su carrera si hubiera salido del clóset a los 18? Bien por él, un tipo guapo, talentoso, que vio que era capaz de cautivar a las personas y decidió usar aquello para amasar una fortuna que le ha permitido vivir a todo chancho a él y a los hijos biológicos que ha podido tener. Lo que para los heterosexuales es visto como un engaño, para un grupo de homosexuales –entre los que me incluyo- es visto como una torcida de brazo a un sistema latino y orgulloso a rabiar de ser católico. Lo de Martin tiene que ver con poder seguir trabajando, que de hecho es el mismo argumento con el que me encuentro cuando digo (reiteradamente) que me parece asqueroso que haya una docena de gays que trabajen en las teleseries del 13 ya que con su trabajo, en vez de torcer el brazo, legitiman el aparato comunicacional de una ideología cristiana que nos persigue incansablemente en el país de turno donde se estén legalizando nuestros derechos, ya sea excomulgando a parlamentarios o financiando difamatorias campañas anti-matrimonio. Todos se escandalizan y me giran los ojos cuando apunto a esos actores, pero para hablar de Ricky Martin que está lejos, con el que no tienen ningún amigo en común, no giran nada los ojos, ahí se les acaba la comprensión.

Con el terremoto se dieron cuenta que Chile es más pobre de lo que creíamos, que no éramos los jaguares. Pues con Ricky y la alharaca que arman donse cuenta que los periodistas cuenta-joven son mucho más flaites de lo que creemos y que no tienen nada de intelectuales. Al ser ellos quienes sostienen el megáfono, el debate local sobre salir del clóset es antojadizo, contradictorio y al no tener la valentía de responsabilizar a la iglesia – para la que la mayoría trabaja ya sea en sus radios, canales, colegios, universidades, productoras de evento, productoras de cine, etc- termina siendo cobardemente imbécil. Con un escenario así, a estas alturas los gays aprendieron –al igual que Ricky- a no inmolarse. Es mejor estar tranquilos en casa juntando plata.

Notas relacionadas