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Humor

10 de Septiembre de 2010

Tere Marinovic, nueva estrella de la web: Mapuches malcriados

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Tere Marinovic ha comenzado a hacerse conocida en el plano cibertrónico a punta de decir lo que piensa. Porque, sí; hasta ahora, todo indica que escribe en serio. Y, no. No hay señales para suponer que se trate de una retorcida parodia, digitada desde las sombras por la propaganda roja. Aún así, una corriente de escepticismo recorre las redes, bajo el retwitteado mensaje “era broma ¿cierto?”. Pero Teresa Marinovic Vial sí existe y, cual disconforme abuelo Simpson, escribe cartas periódicas a El Mercurio desde hace bastante tiempo. Tere es licenciada en filosofía, profesora de Teología I en la Universidad de los Andes, madre de ocho hijos, espera un noveno y tiene un asombroso blog. En su última entrega, “Mapuches Malcriados”, nos regala su diagnóstico sobre el conflicto que se arrastra desde hace siglos al sur del Bío Bío. La raíz del problema: la etnia mapuche ha sido demasiado beneficiada, regaloneada y mimada a lo largo de la historia.
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POR TERE MARINOVIC
“Una cucharadita por el papá…otra por la mamá…” La escena enternece, si no fuera porque el que sostiene la cuchara es Piñera y el que no quiere comer, un mapuche malcriado.

Sí, malcriado, porque se acostumbró a conseguir lo que quería de cualquier forma. Es bueno recordarlo: los mapuches en huelga son personas que han actuado al margen de la institucionalidad, por decir lo menos. Tomas ilegales y cuasi delitos de homicidio son algunos de los hechos que se les imputan. En fin, no son niñitos castigados porque el profesor les tiene mala.

No discuto su derecho a pedir que no se les aplique la justicia militar. Esto me parece razonable. Tampoco quiero estigmatizar a los mapuches en general (prefiero decirlo expresamente, antes de exponerme a todo tipo de ataques por la web). Pero esa no es razón que justifique la utilización de un mecanismo que se puede llamar, con todas las de la ley, manipulación. Sobre todo cuando ese mecanismo lo ejercen personas que han cometido delitos.

Lo extraño no es que ellos usen esas herramientas que están al margen de la ley: las han usado siempre a juzgar por la situación en que se encuentran; sino que el país entero esté de rodillas pidiéndoles que coman, cosa que yo no haría ni con mi hijo de tres, si para hacerlo el príncipe pusiera condiciones.

En fin, hay cosas que yo no entiendo, porque para mí hay sólo dos salidas: o se les obliga a comer, o simplemente se les permite ayunar. Tal como dice su abogado, es una protesta pacífica y éticamente debe ser respetada. De acuerdo, siempre y cuando después no se cargue a otros con las consecuencias del mecanismo de protesta que ellos quisieron utilizar. Pero jugar con ellos al avioncito, por ningún motivo.

Lo más insólito es que ahora los mañosos no son sólo un grupo de mapuches, sino 4 diputados de oposición. Sí, diputados, los mismos que hacen leyes. Es sabido que la conducta de los niños malcriados tiende a sentar precedente entre sus hermanos, pero uno espera que haya algunos que se comporten de modo más o menos sensato, sobre todo los que tienen obligación directa de conocer las reglas de la casa.

A veces, cuando los niños han sido mimados, pasan estas cosas. Y claro, los mapuches han sido objeto de tanto trato preferente que a algunos de ellos se desubicaron: justo los que han hecho las cosas de la manera que no debían. Sí, han tenido un trato preferente en lo que se refiere al otorgamiento de tierras, a becas de educación y hasta de consideración hacia su idioma en todos los servicios públicos.

Yo no tengo nada en contra del pueblo mapuche. Es verdad que su cultura me resulta lejana porque es un poco machista (mientras el hombre se prepara para la guerra, la mujer se lleva toda la carga del trabajo productivo). Es verdad también que son polígamos. Allá ellos con sus costumbres, pero nada justifica que se los trate con privilegios que no tenemos el resto de los chilenos.

Debo decir que hay entre los mapuches algunos que pertenecen, por razones de pobreza, de educación y de falta de oportunidades a los grupos más vulnerables de la sociedad. Y esto, evidentemente, justifica tratos excepcionales como los que tienen todos los chilenos que se encuentran en esa condición. El punto es que esa excepción debe hacerse en virtud de su vulnerabilidad no en virtud de la etnia a la que pertenecen.

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