Opinión
12 de Mayo de 2024Perfil: Héctor Llaitul antes de la cárcel, por Kike Mujica
Kike Mujica debuta en The Clinic escribiendo un perfil de Héctor Llaitul, el líder mapuche de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), quien esta semana fue condenado a 23 años de cárcel por delitos contemplados en la Ley de Seguridad del Estado, hurto y atentado contra la autoridad. "Admira a Hernández Norambuena, el comandante Ramiro, que posteriormente devino de guerrillero en delincuente y secuestrador, hoy detenido en Chile. Un derrotero que Llaitul ha transitado casi como espejo", señala. "Le pregunto a mi fuente si cree que Llaitul, en la cárcel, seguirá siendo el número uno. “Creo que hoy nadie lo considera. Las otras orgánicas le pasaron por encima o lo adelantaron por la izquierda”, me responde". "Hago un ejercicio en el chatGPT: le pregunto al robot ¿quién es Héctor Llaitul? El robot tiene información solo hasta 2021. Ese parece ser el año en que su biografía -romantizada por buena parte de la izquierda- comenzó a mutar en prontuario, de combatiente a delincuente. El desarraigo ahora será tras las rejas", añade el columnista.
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José, el abuelo que no fue
Héctor Llaitul debería ser Héctor Llanquilef. Juan, su padre, fue hijo de José Llanquilef, un lonko mapuche-huilliche de buen pasar, dueño de tierras, animales y embarcaciones que cruzaban el río Rahue, que nace en Rupanco. Pero Llanquilef decidió no reconocer a Juan -fruto de una aventura extramatrimonial- y por eso, él y su mujer, Florinda Carrillanca, no tuvieron ni tuwun (territorio) ni kupalme (linaje) y, por ende, tampoco una herencia y fortuna que quizá les (nos) hubiera cambiado el presente.
Sin sangre reconocida, los Llaitul Carrillanca vivieron una vida de miseria y desarraigos -el primero de muchos que acusara en su vida Héctor-, de ”mapuches sin tierra”. Migraron a Osorno y se instalaron en una pieza arrendada. Luego autoconstruyeron una modesta vivienda, que todos los inviernos se inundaba por las salidas del Rahue. El 19 de noviembre de 1967 nace Héctor, el tercero de seis hermanos.
El germén político de Florinda
Florinda Carrillanca, la menor de 16 hermanos, lavaba ropa para mantener a la familia. Los primeros recuerdos políticos de Llaitul datan del Golpe. Y resuenan con voz materna. “Cuando se supo que Allende había muerto, recuerdo escuchar a mi madre referirse a Pinochet como “perro“. La vi patear la radio de ira al oír las noticias sobre el nuevo gobierno. Ella decía que los ricos, para sabotear a Allende, habían botado la leche a los ríos y ahora los llenaban de sangre. Estas esas imágenes calaron muy profundo en el niño que yo era”. Tenía seis años.
Florinda es clave en la vida de Llaitul. Un libro indispensable para entender al líder de la CAM es
“Weichan, conversaciones con un weychafe en la prisión política“. Es un largo diálogo con Jorge Arrate. El excandidato presidencial relata sus encuentros con la mujer: “La madre de Héctor es circunspecta. No le gusta ser fotografiada. Pero cuando enfrenta las preguntas de la prensa es firme, de una sola línea. “Mi hijo no ha matado a nadie“, dice. “El que ha matado es el Estado“. Y se siente orgullosa… “Héctor Llaitul fue nominado el mejor estudiante del Liceo B-17 de Rahue, en 1983”.
“Me formé como niño ‘chileno’, o sea, educado bajo la visión judeo cristiana occidental”. Otra vez surge el tema del desarraigo, su muletilla existencial. “Soy la máxima expresión de la amalgama entre desarraigo y pobreza extrema. En la escuela y en el liceo mantuve en alto mis raíces y fui rebelde frente al racismo. Muchas veces me trencé a golpes para que me respetaran, traté de destacar en los deportes y en el rendimiento escolar”.
Llaitul cuenta que a los 12 a 13 años comienza a participar en protestas contra la dictadura. Enciende barricadas y lanza piedras a la policía. Un vecino pone a todo volumen la radio Cooperativa en el barrio. “Fue a través de los informativos como ese, y de las denuncias contra la dictadura, que se fue formando en mí una conciencia política”, dice.
Comandante Ramiro, la inspiración
En 1986 ingresa a estudiar Servicio Social en la Universidad Católica de Valparaíso. Para financiar sus estudios, cuenta, trabaja como pescador. A los 17 años lo detienen por primera vez. Es en Maullín, por extracción ilegal de locos.
En la UCV milita en la Juventud Rebelde Miguel Enríquez, ligada al MIR. Sus cercanos lo recuerdan como un hombre osado a la hora de enfrentar a la policía, lejano de la teoría.
El MIR agoniza y comienza la diáspora. Entra al FPMR. La dictadura deja paso a la democracia y la subversión no quiere jubilarse. El PC corta con el Frente y los descolgados se declaran en rebeldía y forman el FPMR-A. Ahí juega Llaitul, quien admira a Hernández Norambuena, el comandante Ramiro, que posteriormente devino de guerrillero en delincuente y secuestrador, hoy detenido en Chile. Un derrotero que Llaitul ha transitado casi como espejo.
“Estudiaba, trabajaba y luchaba contra la dictadura… con fervor revolucionario”, recuerda. Hay versiones encontradas de su peso en la organización. Llaitul es enviado a zonas rurales para recomenzar la lucha. El plan fracasa estrepitosamente. Y Llaitul, una vez más, alega “desarraigo”.
A falta de presente, parte al sur, territorio que conoce al dedillo. Y ahí muta de persona a personaje. Y según lo que hemos ido conociendo inicia este viaje tan propio de las guerrillas en el continente: la política justifica la delincuencia lucrativa o como decía Maquiavelo: “si el hecho lo acusa, el resultado lo excusa”. Llaitul, en su momento, ceño adusto, frío, vigilante moral de las conductas de sus hombres, ilustrado y amigos de los “fierros” y las “pepas” comienza a organizar su PYME.
El asalto al poder
¿Cuándo y por qué Llaitul se erige como líder de la “resistencia mapuche”?, le pregunto a un periodista que lleva años investigando el conflicto mapuche y que prefiere guardar anonimato.
“La CAM, en 1997, tuvo una irrupción exitosa. Pasaron de las tomas simbólicas que propiciaba Aucán Huilcaman -del Consejo de Todas Las Tierras- a hechos concretos. La quema de camiones de Lumaco, la primera acción en 1997, tuvo efectos impensados para el grupo que fundó la CAM. Ellos – y no Llaitul- tenían la llegada con las comunidades y con los lonkos”, me responde.
El mérito de Llaitul, agrega, fue “irse quedando con ‘la marca’ a medida que forzaba la salida de los dirigentes iniciales, especialmente de Adolfo Millabur. La prensa capitalina lo unge como ‘el líder‘ y además se quedó con gente joven -que no le discute- y con una tribuna grande para ir a reclutar a mapuches de Temuco y hasta Santiago”.
Un exmiembro de la CAM, en off, argumenta que “Llaitul ganó influencia tras el primer quiebre de la CAM en el año 2000, cuando se retira el vocero principal de aquel entonces, el carismático Víctor Ancalaf… La salida de éste catapultó el liderazgo más militarista de Llaitul, lo que se vio reforzado por políticas represivas que tras el crimen policial de Matías Catrileo transforman a la CAM en un aparato armado, clandestino…”.
Agrega: “Quiebres internos lo catapultan y la torpe acción represiva de Lagos/Bachelet refuerzan su línea dura. Luego la CAM se quiebra nuevamente en 2010 tras la larga huelga de hambre en prisión que realizan y desde ese momento Llaitul es el socio controlador”.
Llaitul ha relatado que entre 1995 y 1996 surgió la Identidad Territorial de Arauco, preludio de la CAM. Llaitul comienza a difundir su doctrina y plan: la primera batalla de los mapuches fue contra los españoles, luego contra el Estado Chileno y llegó la hora de la tercera: contra el capitalismo representado en las forestales. Y se autoerige como el primer weychafe, un guerrero mapuche, el jefe de CAM.
“Ese era el sueño de Llaitul desde un comienzo, ya que su mirada siempre fue marxista y revolucionaria, cosa que en un principio no pudo materializar porque el liderazgo de la CAM inicial era de lonkos de comunidades y estos son muchas cosas pero ni marxistas ni revolucionarios, son mapuchistas..”, dice el exmiembro de la CAM.
¿Triste, solitario y final?
El resto de la historia es conocida. Le pregunto a mi fuente si cree que Llaitul, en la cárcel, seguirá siendo el número uno. “Creo que hoy nadie lo considera. Las otras orgánicas le pasaron por encima o lo adelantaron por la izquierda”, me responde.
Un exmiembro de la CAM plantea escenarios distintos y para nada calmos: “Llaitul ya fue detenido, juzgado y condenado a 25 años en 2010 por el Juzgado de Cañete. Por huelgas de hambre -dramáticas algunas- y acciones judiciales, su condena fue bajando paulatinamente, cumpliendo al final poco más de cinco años preso. El escenario actual no se ve diferente. La CAM plantea la cárcel combatiente como concepto… Quien piense que Llaitul desaparece de escena con esta condena simplemente no lo conoce ni ha seguido el desarrollo de este largo conflicto”.
Las idolatrías y admiración que despertó en la militancia que hoy gobierna (FA y PC) se han disipado y escondidos en el baúl de los recuerdos. Ni hablar del wallmapu. El fiscal de la Araucanía, Roberto Garrido, el enemigo número uno de Llaitul, ha sido tajante: la CAM forma parte del crimen organizado y disfraza sus fechorías y negocios tras motivaciones políticas reivindicativas.
Un exmiembro de la Coordinadora discrepa de Garrido: “Es una organización radical y armada mapuche, esa es la definición correcta. Incluso Llaitul, con los años, abandonó parte de su ideario doctrinario de izquierda y se ha ido ‘mapuchizando’ en su discurso político. La CAM, este dato sorprende que no se conozca o se omita, no tiene ningún crimen o asesinato en su historial y condenan la pérdida de vidas humanas. Lo hizo en su minuto del caso Luchsinger y también ahora con los tres carabineros. Tienen, dicen ellos, una ética de acción política y sus objetivos son sabotaje a maquinaria. Hablar de organización criminal no es correcto en su caso, Diferente son otros grupos”.
Hago un ejercicio en el chatGPT: le pregunto al robot ¿quién es Héctor Llaitul?
“Es un líder mapuche y una figura prominente en el movimiento mapuche. Es conocido por su activismo en defensa de los derechos indígenas y por su papel en la lucha por la autonomía y la reivindicación territorial del pueblo mapuche. Ha sido objeto de atención mediática y ha sido arrestado en varias ocasiones en relación con protestas y reclamaciones territoriales. La lucha de Llaitul y la CAM reflejan las demandas más amplias del pueblo mapuche por reconocimiento, justicia y autonomía dentro del contexto político y social de Chile”.
El robot tiene información solo hasta 2021. Ese parece ser el año en que su biografía -romantizada por buena parte de la izquierda- comenzó a mutar en prontuario, de combatiente a delincuente. El desarraigo ahora será tras las rejas.