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Mundo

14 de Marzo de 2013

Francisco I, el lado bueno y el lado malo del Papa Negro

Muy pocos anticiparon que Jorge Bergoglio tenía posibilidades de convertirse en el nuevo Papa de la Iglesia Católica, pese a que su nombre fue el segundo más votado en la elección del 2005 donde Joseph Ratzinger salió elegido. Su ropa blanca en el balcón se interpretó como una señal de sencillez, al igual que la elección de su nombre. Pero las acusaciones que lo vinculan a la dictadura de Rafael Videla en Argentina empañan su carrera de jesuita.

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Al mismo momento que el nombre de Jose Bergoglio se hizo conocido en el mundo desapareció bajo el nombre que escogió para llevar su papado: Francisco I, el primer papa latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia Católica.

Los jesuitas, pese a sus 500 años de existencia se habían mantenido esquivos del Vaticano, al igual que los latinoamericanos. Casi como una tradición informal, los últimos 265 Papas han sido todos del viejo continente. Además, la presencia de los jesuitas en el Vaticano también tiene mucho de inédita.

Desde un comienzo, por su compromiso social y su manera de enseñar la doctrina, los jesuitas han tenido conflictos de poder con la plana mayor de la Iglesia Católica. El padre José Francisco Yuraszek, director del Centro Universitario Ignaciano de la Universidad Alberto Hurtado, comenta que de hecho, los jesuitas hacen un voto de no ser obispos. “Y al momento en que él asume como obispo de Argentina, deja un poco de ser jesuita” comenta.

Para Yuraszek, no deja de ser raro que un jesuita esté a cargo de la Iglesia Católica, sin embargo no lo considera negativo. Sobre todo porque es argentino y en América Latina está la mayor cantidad de católicos en el mundo. “Puede interpretarse como un anhelo de renovación” opina el sacerdote.

Sin duda que la sencillez demostrada al saludar a la gente que se encontraba congregada en la Plaza San Pedro fue inusitada. Francisco I se presentó en ropajes blancos, lo más sobrio que un Papa puede estar, y pidió que la gente le diera la bendición, cuando lo que se estila es que el Papa parta por bendecir a la gente. “Fue como una forma de decir: miren, estoy a su servicio”.

“Si es por Francisco de Asis, él surge en un momento de la iglesia donde él se despoja de todos sus bienes y recibe la misión de reconstruir la iglesia” , cuenta el padre Yuraszek.

Coqueteos con la dictadura
El cardenal de Argentina tenía una historia compleja en su país. Sus últimas declaraciones polémicas tuvieron que ver con la aprobación del matrimonio homosexual.

De hecho, se refirió al tema diciendo que “no se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una “movida” del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”. Siendo cardenal, agregó que: “Aquí también está la envida del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra”.

Además de su relación compleja con el matrimonio Kirchner, la relación de Bergoglio con la dictadura militar Argentina aún lo tienen como un personaje controvertido.

Bergoglio motivó la escritura del libro El Silencio, del periodista Horacio Verbitsky. En él se sostiene el nuevo Papa habría colaborado en el secuestro de sacerdotes y catequistas durante la última dictadura militar. Y que el jesuita habría conseguido el silencio cómplice de la jerarquía católica para cometer sus violaciones a los derechos humanos.

Bergoglio habría quitado protección a varios sacerdotes de la orden de los jesuitas que trabajaban en los barrios pobres de la zona sur de la capital argentina, para que fueran secuestrados por los militares argentinos en 1976.

En el libro, Bergoglio se defendió ante el autor diciendo que hizo gestiones ante los ex dictadores Jorge Rafael Videla y el almirante Emilio Massera para lograr la libertad de los catequistas. Pero su defensa mayor vino con la publicación del libro “El Jesuita”, una especie de autobiografía escrito por los periodistas Francesca Ambrogetti y Sergio Rubín.

En el libro se hizo hincapié en su vida y en su familia, además de gustos como sus lecturas de la revista Propósitos del Partido Comunista (aunque declaró que nunca fue cercano a esa ideología), de su afecto por Jorge Luis Borges (“Era un hombre muy sapiencial, muy hondo. Un agnóstico que todas las noches rezaba el Padrenuestro porque se lo había prometido a su madre y que murió asistido religiosamente” expresa en el libro), de su gusta la poesía de Hörderlin, la literatura italiana, Dostoievsky y Marechal.

Además, siendo cardenal, Jorge Bergoglio declaró el 2010 por el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ESMA en la dictadura. Esto por la causa de los sacerdotes jesuitas desaparecidos y torturados en aquel centro de detención mientras él era el principal de la Compañía de Jesús en Argentina. En esa oportunidad, la audiencia no fue pública, y se realizó en la Curia metropolitana. Además, Bergoglio fue citado a declarar en el marco del juicio a genocidas por el plan sistemático de robo de hijos de desaparecidos, pero jamás fue imputado por alguna causa, sólo acusado por familiares.

El hijo de un hogar de clase media, con un padre ferroviario y madre dueña de casa, descrito como sencillo, representante de una iglesia misionera que sale al encuentro de la gente, ahora encabeza el Vaticano, aún sin esclarecer el lado oscuro que dejó en Argentina.

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