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Nacional

11 de Marzo de 2015

La nueva batalla legal que enfrenta Nicolás tiene dos Papás

Ayer comenzaron los alegatos en la Corte de Apelaciones de Valparaíso, donde se encontraron los representantes del Movilh, las iglesias evangélicas y la ONG Comunidad y Justicia, ligada a la UDI. Durante esta semana se debería conocer la resolución sobre el séptimo recurso de protección presentado para impedir la distribución del cuento Nicolás tiene dos papás, que busca crear conciencia y educar sobre las familias homoparentales.

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Nicolás vive con su papá Sebastián, su papá Pablo y su perro Toby. Sus papás se quieren mucho y le ayudan a Nicolás a hacer las tareas. Van al cine y al estadio. Los fines de semana los visita Clara, la mamá de Nicolás. Sebastián, Pablo y Clara son buenos amigos. Un día Florencia, una compañera del colegio, le pregunta a Nicolás por qué tiene dos papás: “Yo le dije que todos los niños nacemos de una mamá, pero vivimos con distintas familias. Hay niños que viven sólo con una mamá o un papá, otros con mamá y papá y hay otros que viven con dos mamás o con sus abuelos o tíos. Yo vivo con mis dos papás”, le explica Nicolás. Florencia vive con su papá y su mamá. Algunas veces Nicolás se queda en la casa de Florencia y otras al revés. “Yo pienso que las familias están compuestas por la gente que nos quiere y que queremos. En mi casa hay mucho amor y respeto. Somos una linda familia y no la cambiaría por nada”, reflexiona Nicolás al final del cuento Nicolás tiene dos papás, frente al cual se han presentado ya siete recursos de protección. Ayer en Valparaíso comenzaron los alegatos por el más reciente ingresado por las iglesias evangélicas y por la ONG Comunidad y Justicia, ligada a la UDI.

Durante la mañana de ayer los jueces Inés Letelier, Teresa Figueroa y Carlos Fuentes escucharon los argumentos de representantes del Movilh, del Colegio de Educadores de Párvulos, del Departamento de Psicología y de la carrera de Educación Parvularia y Básica Inicial de la Universidad de Chile, y de la ONG Comunidad y Justicia, que ha sido ligada a la UDI por la participación de su director legislativo, Pablo Urquízar como Jefe de Gabinete de la Secretaría General de Gobierno durante la administración de Sebastián Piñera.

La razón principal para ingresar este recurso de protección, es pedir que se restituya el derecho a la libertad de conciencia. Según explica Ruggero Cozzi, director ejecutivo de Comunidad y Justicia, representan a una “madre joven de religión evangélica. Su hijo tiene dos años de edad y va a un jardín de la Junji al igual que muchos niños de este país”. Aclara que con la acción legal no se busca censurar ni detener la distribución del cuento, sino que “la única finalidad es quitarle el patrocinio de la Junji y el logo del Estado de Chile y del gobierno de Chile a ese cuento”. Las razones que expone son que el organismo del Estado “no tiene la competencia para patrocinar cuentos que escapen a los contenidos de la educación parvularia. Y un cuento sobre homoparentalidad que obliga a los niños a tener que hacer una reflexión moral y abstracta acerca de los distintos tipos de familia o acerca de las teorías de género, escapa a la educación parvularia y no se le puede presentar a un niño menor de seis años, que es el público objetivo que atiende la Junji”. Por otra parte, señala, al enseñarles el cuento a los niños en jardines infantiles se estaría “afectando la libertad de conciencia de los padres”.

Para el Movilh, quienes crearon el cuento junto a la asesoría del Colegio de Educadores Parvularios y la Facultad de Psicología de la Universidad de Chile, se trata de “excusas baratas”. Así lo señala el presidente de la organización, Rolando Jiménez: “Porque aquí lo de fondo es que esta es una ofensiva de la UDI que está detrás de Comunidad y Justicia. Esto es una ofensiva homofóbica que lo único que busca es intentar una vez más silenciar y anular las acciones que desde la diversidad sexual emprendemos para instalar una cultura, un sentido común que respete la diversidad. Y este cuento apela a la diversidad de familia”. Según su opinión, aún cuando el cuento fuera para niños mayores, se encontrarían con este tipo de iniciativas legales. Según explica, el cuento “no intenta poner una cosmovisión valórica respecto de la familia. Si uno lee el cuento se va a poder dar cuenta que está la familia de Nicolás que son sus dos papás y está también la familia heterosexual de su amiga y está la presencia de la madre. Por lo tanto el cuento no invoca una sola forma de hacer familia. No hace proselitismo respecto de que una familia sea mejor que otra”. En ese sentido Jiménez declara que esta acción legal expresa “la homofobia militante de la UDI y de las iglesias evangélicas que ante cualquier intento de, por ejemplo, avanzar en el reconocimiento cultural de la diversidad de familia se oponen con dientes y muelas”.

Además aclara que para que el cuento llegue a un jardín infantil, éstos deben solicitarlo para que se les haga llegar. “No es un material que se entrega a los niños directamente. Tiene que haber un proceso de acompañamiento, porque hay preguntas que surgen de los niños respecto de por qué Nicolás tiene dos papás. Y esas respuestas las dan los padres, la dan las educadoras, que por cierto previamente han consensuado con los apoderados si este material es pertinente usarlo o no”, dice Jiménez.

Cozzi, sin embargo, insiste en que la distribución del cuento es “abrirle la puerta a que un tercero se inmiscuya en la educación de los niños. La Junji no puede patrocinar contenidos que vayan más allá de la educación parvularia y no puede abrirle las puertas a un tercero que hace propaganda para que se meta en la educación de los niños sin el consentimiento de los padres. Eso afecta la libertad de conciencia y eso es lo que está en tela de juicio en este recurso”.

Un tema que Jiménez descartó de plano, y que fue tocado en la audiencia, fue que el cuento tratara temas relacionados a la sexualidad. El texto no usa las palabra “homosexual” o “gay”, aunque las preguntas que puedan surgir de la historia, podrían dar paso a ahondar en temas de género. Según Cozzi, con estas temáticas la Junji estaría pasando por encima de las bases curriculares del Ministerio de Educación: “Eso no lo dice la Iglesia, lo dice el Mineduc. Y a los niños se les debe enseñar a reconocerse a sí mismos como hombre o mujer. Ese es el único contenido, digamos, de índole sexual en materia de educación parvularia. Todo lo demás es para niños de edad básica a media. Se trata de que los niños por su inmadurez psicológica resulta desproporcionado enfrentarlos a este tema”. En su opinión, los niños deben aprender conceptos “concretos y simples”, por lo que “resulta desproporcionado meterles conceptos abstractos, explicaciones que son problemáticas que ni siquiera los adultos han resuelto. ¿Para qué venimos con cosas? Los adultos no han resuelto como tratar el tema de la homosexualidad y recién en este país se están discutiendo esos temas en el Congreso Nacional, y pretendemos que se les venga a imponer esta verdad a medias a los niños sin partir por algo básico que es que tienen un papá y una mamá”.

Por esa razón Cozzi señala que el Estado no estaría respetando “el derecho que personas tienen a afirmar sus creencias personales morales y religiosas frente a los jardines infantiles. Y acá se trata de una mamá cuya religión es evangélica y que por lo tanto tiene una idea de que la familia debe fundarse preferentemente entre un hombre y una mujer. Eso no significa que ella va a agredir o discriminar a las personas homosexuales o que viven en pareja. El tema es que como papá, como mamá, hay mucha gente que prefiere enseñarle a su hijo que la familia se funda entre un hombre y una mujer”. El abogado además descarta que se trate de un tema de homofobia: “Lo que pasa es que el Movilh y otras organizaciones de diversidad sexual han pasado de encontrarse en una situación minoritaria a hoy en día ser avasalladores respecto de los que no piensan como ellos. Y si ellos quieren publicar libros y promover lo que ellos promueven en los colegios o colegios infantiles como particulares pueden hacerlo. Pero no pueden pretender que la Junji y el Estado de Chile patrocine ese tipo de contenido en los jardines infantiles”.

Jiménez, sin embargo, descarta que se trate de un panfleto o propaganda. “Es un trabajo serio y riguroso que académicamente está validado. Además en términos estrictos no se vulnera la Constitución porque ésta no define la familia como familia heterosexual. Por lo tanto caben un montón de conformaciones familiares que además existen en la cotidianidad. Y lo que busca el libro es generar empatía, generar conocimiento en los niños y en sus familias, respecto que las familias homoparentales son tan legítimas, tan buenas o tan malas como las familias heterosexuales o las familias constituidas por abuelos y sus nietos, por ejemplo”. Por esa razón Jiménez está seguro de que el recurso no prosperará, tal como ha sucedido con los otros interpuestos. Por eso, reflexiona sobre las intenciones de quienes presentan estas acciones: “Hay otros cuentos que son tremendamente violentos. Como cuando el cazador mata a la bruja. Que yo sepa no he visto a los evangélicos ni a la UDI cuestionando el contenido de violencia que tienen cuentos como el de Hansel y Gretel. Entonces estamos hablando de homofobia no más”.

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