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Opinión

17 de Abril de 2018

Roosevelt Cassorla, psiquiatra: “El bullying no ocurre solamente en la escuela, es un bullying constante de toda la sociedad”

El Dr. Roosevelt Cassorla es Psiquiatra y Psicoanalista de la Sociedad Psicoanalítica de San Pablo perteneciente a la International Psychoanalytical Association que fundó Freud en 1910. Fue reconocido el año 2017 con el “Sigourney Award”, premio de prestigio internacional que se le otorgó por sus significativos aportes al Psicoanálisis clínico. Sus principales líneas de investigación han sido la adolescencia, el suicidio, la técnica psicoanalítica y los procesos de simbolización. A fines de Abril visitará nuestro país en donde dictará una serie de conferencias en la Asociación Psicoanalítica Chilena y el Viernes 20 de Abril una charla abierta al público general en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak sobre el tema del suicidio en la adolescencia.

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Por Juan Dittborn Chadwick, Javier Ravinet y Juan Dittborn

Dr. Cassorla, ¿por qué considera el suicidio en adolescentes es un tema central de nuestros tiempos?
-El suicidio en adolescentes forma parte del amplio capítulo de la violencia relacionada a la deshumanización. Está vinculado, por ejemplo, a los accidentes de tránsito y de trabajo, al uso de alcohol, al uso y tráfico de drogas, a la violencia racial y sexual, a los estratos sociales más desfavorecidos, al bullying en las escuelas, al acoso moral y sexual en el trabajo y en las instituciones, y así sucesivamente. Estamos frente a un problema ético serio: la desconsideración por la humanidad del otro. Como hemos visto, alguien puede ser usado y abusado por las personas que detentan mayor poder (los más fuertes, los más ricos, los con mayores cargos, los que detentan las armas, los que hacen las leyes, los que las aplican en forma antiética, los que influencian a través de la propaganda, la religión y las ideologías fanáticas , etc.).

Los suicidios en jóvenes provienen de numerosos factores, incluyendo la enfermedad mental. Sin embargo, es evidente que los factores sociales influyen. El adolescente está pasando por una transición entre la infancia y la fase adulta que lo hace extremadamente vulnerable a las frustraciones. Tiene dudas sobre su lugar en el mundo, si será capaz de enfrentar los desafíos que su cuerpo, su mente y la sociedad le exige. Es más sensible a las injusticias y su autoestima se encuentra constantemente amenazada.

Le atribuye a la sociedad una responsabilidad mayor…
-La posibilidad de que la sociedad traumatice a ese joven es muy grande. Más aún si no le da esperanzas, trabajo, estudio, si lo maltrata, si no le da condiciones de expresar sus angustias, dudas y conflictos. El bullying no ocurre solamente en la escuela – es un bullying constante de toda la sociedad. Las familias disfuncionales, las condiciones sociales precarias, los sentimientos de inferioridad, las auto-exigencias potenciadas por exigencias sociales (ser hermoso, fuerte, sexualmente atractivo, inteligente, popular, etc.) puede hacer que el adolescente inseguro se siente incapaz de vivir en ese mundo. El desánimo, el aburrimiento (falta de objetivos en la vida), la tristeza, la desesperanza, pueden ser compensados por la violencia, jóvenes antisociales que -en verdad- están tratando de mantenerse vivos, pero de una forma inadecuada porque terminarán frustrados, presos, asesinados o abandonados. El componente suicida puede manifestarse como accidentes de tránsito, homicidios (a menudo precipitados por la víctima), sobredosis, trastornos mentales, etc. El acto suicida es un señal de desesperanza, de terror de enloquecer, una búsqueda de paz “en el sueño, o en el otro mundo”, y principalmente un pedido desesperado de ayuda.

¿Y Cómo piensa usted que ha afectado a nuestra subjetividad los avances tecnológicos como la telefonía móvil e Internet?
-El ser humano tiene una inmensa capacidad de adaptarse a nuevas situaciones y transformarlas para su beneficio. Don Quijote nos cuenta que leer novelas de caballería enloquecía a las personas, pero la literatura se desarrolló. Cuando la televisión surgió se pensaba que los niños tendrían pésimas influencias. El tren y el avión hicieron que la gente viviera más cerca y la comunicación se ha facilitado. En tiempos de Internet ocurre lo mismo, la cantidad de contactos e información aumenta exponencialmente y huye del control. Saber que no podremos saber y controlarlo “todo” nos trae ansiedad. Pasamos a tener conciencia clara de nuestras limitaciones humanas y paradójicamente estamos cada vez más exigidos en relación al desempeño, haciéndonos esclavos de variados sistemas económicos e ideológicos.

Por lo tanto, no sé trataría de negar que la tecnología existe…
-Los niños, que ya nacieron en la cultura de la realidad virtual, tratan con lo nuevo con la mayor facilidad y sus mentes encuentran formas creativas de aprovechar esa continua excitación con lo sorprendentemente nuevo e incontrolable. Posiblemente el raciocinio se vuelve más potente y no se desgaste con lo rutinario, que será efectuado por máquinas. Vemos eso en nuestro día a día, aparentemente más complejo pero que se vuelve más simple cuando las máquinas – el computador, la internet, los chips, en el futuro los coches sin conductor, por ejemplo – hacen el trabajo por nosotros. Se espera que podamos ser más creativos, con más tiempo libre.

Pero también observamos a diario el uso perverso de estas tecnologías
-Todo puede ser usado para el bien y para el mal. Discriminar lo correcto de lo incorrecto es un asunto de toda la sociedad. El mal que las redes sociales pueden hacer (fake news, pornografía, pedofilia, terrorismo) puede y debe ser evitado. Pero ellas apenas repercuten en la misma maldad que existe y que siempre existió en todas las sociedades. Luchar contra el mal uso es crucial pero no debemos demonizar lo nuevo, porque es eso nuevo lo que nos trae las condiciones para el desarrollo de la capacidad de vivir. Hay que seguir observando lo que está pasando y con cariño.

¿Cuál diría usted que son los beneficios específicos que el tratamiento psicoanalítico promueve en una persona, considerando la gran diversidad de tratamientos psicoterapéuticos y alternativos que ofrece hoy en día el mercado?
-El psicoanálisis es una investigación que ocurre entre dos personas, el analizando y su analista. Ambos se dedican a conocer y lidiar con factores que influencian el comportamiento, los sentimientos y las formas de pensar del analizando. El psicoanálisis ha descubierto que muchos de estos factores, quizás los más importantes, no son conscientes para el individuo. El psicoanalista ayuda al paciente a entrar en contacto con lo que no sabe, con lo desconocido de sí mismo. El analizando, poco a poco, percibe que lo que ya sabía a menudo servía para encubrir, deformar o transformar la realidad en lo que él deseaba que fuera. Al mismo tiempo se da cuenta de factores que hacen que no pueda vivir creativamente en la realidad. Poco a poco, el analizando se va reconciliando consigo mismo y con el mundo. Esta reconciliación, sin embargo, es turbulenta, porque abre las compuertas para las innumerables posibilidades de transformar el mundo y él mismo, buscando formas de hacer su vida (y eventualmente de los demás) más creativa.

¿Como cuáles?
-Creo que el proceso analítico despierta la curiosidad del ser humano en relación a sí mismo, a sus relaciones y al mundo en que vive. Este despertar la curiosidad ya es altamente terapéutico. La persona se siente viva, fértil, creativa, y percibe que la vida vale la pena ser vivida. En seguida buscará formas de aprovechar aún más su vida. Un aprovechamiento sereno, con sabiduría, diferente del “aprovechar” eufórico de la sociedad de consumo. Es esta sociedad que persigue la inmediatez de los resultados y la gratificación rápida.

¿Existe algún tipo particular de paciente que recurre al psicoanálisis?
-Las personas que llegan al psicoanálisis tienen algunas características. Existen aquellos que ya pasaron por varios tratamientos, tales como consejos, grupos religiosos, terapias rápidas y/o tratamientos alternativos. Muchos se sintieron ayudados pero continuaron sintiéndose infelices, como si algo faltara, como si su vida no valiera la pena. Otros, con trastornos mentales más o menos severos, se beneficiaron de los tratamientos psiquiátricos, medicamentosos, pero tienen la sensación de que perdieron espontaneidad, se sienten como aprisionados y sienten que en su vida dejaron de desear. Esto no siempre es claro para la persona y en estas situaciones, el psicoanálisis puede ser efectuado en conjunto con los otros tratamientos. Por último, hay un tercer grupo de personas que no tienen síntomas o sufrimiento mental evidente, pero que perciben que su vida es limitada, sienten que podrían vivir mejor, que sus relaciones podrían ser más interesantes. En ese grupo encontramos también a los profesionales de salud mental y de otras áreas que saben que el auto-conocimiento los ayudará a ayudar a los demás.

¿Qué piensa usted de los cuestionamientos al tratamiento psicoanalítico, principalmente en relación al tiempo y dinero, por parte de una sociedad que persigue la inmediatez de los resultados y los beneficios?
-Es evidente que el psicoanálisis va a contra-mano del funcionamiento de nuestra sociedad, donde se busca la gratificación inmediata, la descarga de los sentimientos, el ser más que los demás, el ganar más dinero y posiciones sin tener en cuenta al otro. Las relaciones entre las personas tienden a ser superficiales y el otro será usado o explotado para permitir la gratificación. Aquí, la capacidad de sentir y de pensar está perturbada. No es raro que nos comportamos como máquinas, deshumanizadas y deshumanizantes, en que lo que importa es el desempeño (profesional, escolar, sexual, social), un desempeño evaluado en términos competitivos en que el individuo ni siquiera percibe que está siendo utilizado por algo mayor, para mantener un status quo en que lo que menos importa es la humanidad, los afectos, la ética y la capacidad de pensar.
Este es uno de los motivos porque el psicoanálisis siempre será mal visto. Porque cuando es bien utilizado hace a las personas “abrir los ojos” y tener mayores condiciones de percibir los factores que los deshumanizan, además es cada vez más necesario porque permite salir de esa carrera exitista para poder entrar en contacto consigo mismo.

¿Observa usted factores comunes en los problemas latinoamericanos?
-El psicoanalista no tiene condiciones de comprender fenómenos complejos tales como aspectos sociales y políticos. Cuando lo hace sabe que está reduciendo los factores a sólo algunos que dependen de su enfoque particular y que debe ser complementado por otros. Sin embargo, nunca sabremos los “porqués” de hechos tan complejos como los indagados.

¿Por qué se facilitan procesos de corrupción el autoritarismo en nuestro continente?
-Podemos realizar algunas especulaciones y ampliaciones hipotéticas basadas en la experiencia de los tratamientos individuales. Cuanto más traumáticas fueron las constituciones de las mentes humanas (por falta de comprensión, acogida, instrumentos para sentir) mayor es la posibilidad que ese ser humano se vuelva dependiente de un “otro” que lo acoja y piense por él. Estamos frente al desamparo y a la carencia. Las personas desamparadas son fácilmente influenciables por líderes demagogos, manipuladores, mentirosos o que prometen el paraíso en la tierra. En la analogía propuesta vemos países latinoamericanos altamente traumatizados (por la conquista española-portuguesa, la violencia contra los amerindios, la explotación por parte de los países dominantes, las diferencias sociales y raciales, la esclavitud negro, los señores de la guerra y las supuesta “revoluciones“ que la mayoría del pueblo no tiene conciencia de lo que está ocurriendo). La incapacidad de percibir la realidad, de dejarse engañar por el próximo político, se vuelve más marcada cuando el pueblo, transgeneracionalmente maltratado y traumatizado, no es capaz de asumir su destino, dejándolo en las manos de “Dioses” idealizados, que pasan por las ideologías, política, religiones y otras creencias salvacionistas. La responsabilidad es siempre colocada en los demás.

¿Puede decir al respecto?
-Evidentemente las hipótesis planteadas son simplistas pero no pueden ser ignoradas. Cuanto más miserable es una población, cuanto menor su autoestima, mayor es la oportunidad de entregarse a “salvadores de la patria” que representen pequeños grupos dominantes, que mantendrán su dominio. Muchas veces el aparente cambio (revolucionario) sólo sirve para mantener las cosas como son. El ataque a la alteridad está siempre presente, incluyendo ataques violentos a quienes piensan diferente o se considera inferior (prejuicios de clase, sexo, hábitos, color, creencias, etc.). Aquí volvemos a los fanatismos.

¿Todo esto dificultaría la integración?
-En el caso de que nuestro análisis sea correcto necesitaremos mucho tiempo para que los individuos y grupos asuman la responsabilidad de sus vidas (como ocurre con los pacientes en análisis), que sean capaces de percibir mejor las distorsiones de la realidad efectuada por sí mismos y por los demás (propaganda), y encontrar medios creativos para cambiar los hechos. Siempre conscientes que cualquier cambio en el status quo traerá incomodidad, eventualmente violencia e intentos de desvitalizar lo nuevo. Esto nuevo, por otro lado, no necesariamente será mejor.

Observar cuidadosamente y evaluar lo que es realidad y no creencia, pensar en como lidiar con esa realidad para poder transformarla y pensar en conjunto -éticamente– en soluciones que beneficien a la mayoría parece utópico. Buscar la utopía, aunque no la encontremos, es lo mejor que podemos hacer.

Eso ocurre también en los tratamientos psicoanalíticos. Buscamos ser capaces de vivir la vida en la forma más creativa posible y esto es una búsqueda constante y utópica que no cesa nunca.
Este texto fue publicado originalmente en https://oglobo.globo.com

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