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POR CLAUDIO PIZARRO
Tienen una etiqueta similar, un nombre parecido y ofrecen el mismo producto a sus clientes. Uno lo trae del extranjero y el otro lo produce en Chile. Ambos hoy están enfrascados en una disputa de marca. Una batalla que recién está comenzando y que promete revelar las artimañas de un gremio que se disputa un mercado de más de 60 millones de dólares al año.
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En menos de 5 horas la fama de Miguel Torres se fue a las pailas. De un rato para otro pasó de próspero distribuidor de alcoholes a potencial falsificador de ron. El 6 de abril, a eso de las 4 de la tarde, un grupo de detectives de la Brigada de delitos de Propiedad Intelectual (Bridepi) apareció en su negocio, en San Bernardo, y le exigió mostrar las facturas correspondientes a la adquisición del Ron Full de Cuatro, acusado por Flor de Caña, de uso malicioso de marca. El propietario mostró los documentos, prestó uno de sus camiones para la incautación y acudió, escoltado por los policías, a declarar a la oficina del Fiscal Carlos Guajardo en Ñuñoa. Pese a haber comprado legalmente el producto, y no comprobarse hasta ese momento ninguna irregularidad en su contra, apareció aquella misma tarde en el portal Terra y, unas cuantas horas después, en el noticiario de Chilevisión.
-Primero salió una falsificación de licores en una casa de Puente Alto y, tras cartón, la imagen mía hablando con detectives mientras sacaban la mercadería de mi negocio. Aquí hay un daño de imagen tremendo que no se de dónde viene -relata Torres.
Pero la historia mostrada en los noticieros tiene muchas más aristas de las contadas. Torres es sólo un eslabón de una cadena que hoy tiene enfrentados a una gran distribuidora de ron, la Importadora y Distribuidora Santiago (IDS), y Patricio Contreras, un emprendedor del rubro que fabrica ron chileno y al que acusan de competir deslealmente con una marca extranjera.
-Esto es una venganza, un bullyng comercial, estos gallos son gente de mucho dinero y cuando se destapan estas cosas se hace con gente pequeña como yo- se defiende Contreras.
El foco de su alegato está dirigido a uno de los dueños de IDS, Pedro de Aguirre Etcheverry, con quien Contreras se enfrascó en una disputa anterior por la autenticidad del vodka Stolichnaya.
-La familia De Aguirre ya me hizo lo mismo en el año 2007 llevando al canal 13 a mi distribuidora. Venían con cámara escondida y me mostraron como un chanta que vendía gato por liebre siendo que el papá de estos gallos era un coimero- asegura Contreras.
La persona a quien se refiere Contreras es Félix de Aguirre, amigo y consejero de Pinochet, involucrado en el bullado caso de tráfico de armas a Irak y a quien se acusaba de haber cobrado una millonaria comisión por los submarinos Scorpene.
-No corresponde hablar mal de mi padre porque él murió hace cinco años. No tiene nada que ver las cosas que se dicen de mi padre con situaciones de negocios en las cuales nunca estuvo metido. Él nunca fue socio de la distribuidora- aclara Pedro de Aguirre.
El juicio por el vodka Stolichnaya todavía está en tribunales y promete zanjarse antes de fin de año. El del ron, en cambio, recién está comenzando.
ALTO DEL CRIMEN
Cuando se destapó el escándalo, Patricio Contreras estaba de vacaciones en Punta del Este. Hasta entonces su negocio marchaba viento en popa gracias al debut en el mercado de su producto estrella: Ron Full de Cuatro. Desde febrero pasado que el licor era un copete más dentro de las estanterías de muchas botillerías en Santiago y su venta iba en franco aumento.
-El primer mes vendí 4 mil cajas, que son 48 mil botellas, y eso que tenía cero publicidad- comenta Contreras.
Hasta ahí todo marchaba bien. Pero el propietario de la distribuidora Panamacity tenía sus días de gloria más que contados. Hace dos semanas arribó a Santiago un emisario de la compañía licorera de Centro América S.A., dueños de Flor de Caña, y se enteró que en el mercado nacional había un producto etiquetado de manera muy similar a su licor. De inmediato iniciaron las acciones legales y contrataron los servicios de Sargent & Krahn, la más importante compañía de litigios de marca en el país. Fue así como los detectives llegaron a las bodegas de Panamacity ubicadas en Placilla, Valparaíso. El comisario Patricio Bascuñán encabezó la diligencia.
-En el lugar detectamos que el producto estaba compuesto por alcohol etílico de cereal de 96 grados y un saborizante aroma color de ron, es decir, una bomba- cuenta Bascuñán.
El comisario detalla, además, que en vez de filtro Contreras utilizaba una panty media y que los envases donde se embotellaba el ron eran de aceite de oliva.
Contreras dice que nunca ha usado media sino un filtro especial y que los envases efectivamente son de aceite de oliva pero que los compra directamente, y no usados, a Cristalerías Toro. Todo lo que ha adquirido, asegura, fue comprado de manera legal y, según él, posee documentos que lo comprueban. Contreras, quien asegura ser un emprendedor más del país, advierte que su ron es de primera calidad. “Lo que más le molestó a ellos es que no lo hice con alcohol barato de melaza, sino de grano, que se utiliza para hacer whisky o vodka, y lo compré a Pacífico Sur, los mismos que le venden a Mitjans”, sostiene.
-Mi ron no es un producto que vale 500 pesos, vale 2500, un precio justo. Yo compito con los rones nacionales. No compito con Flor de Caña que tiene 4 años de envejecimiento y vale cinco mil- agrega.
Pero para los representantes del popular ron nicaragüense, duchos en el tema, las coincidencias en el etiquetado son más que evidentes.
-El tipo imitó la etiqueta y eso es un delito tipificado en el artículo 28, letra D, de la ley de propiedad industrial. Además está el tema de la marca que la ley sanciona cuando es usada maliciosamente con fines comerciales- alega Matías Somarriva, abogado de Sargent & Krahn.
El problema no sólo radica en la “astucia” de Contreras sino en que la marca, en rigor, no estaba debidamente registrada. Un problema que al dueño de Panamacity le puede costar una multa de 25 mil UTM.
-Reconozco que mi única falencia es la “erre” de registro. Tengo la solicitud y la publicación en el Diario Oficial. Ahora si no le pongo la “erre” no tengo ningún problema. Hay un whisky Watson, de licores Mitjans, que está en la misma situación mía y se vende hace más de 20 años. Ley pareja no es dura- dice Contreras.
Para un emprendedor de esta laya cualquier error puede frisar en la pillería. El dilema es que Contreras actúa en el límite de la “navaja”. En una parte del etiquetado de ron Full de Cuatro está impresa la siguiente leyenda: “Elaborado con ingredientes seleccionados y envejecidos en nuestras bodegas centenarias adquiriendo todo el encanto del Caribe”. Al ser consultado al respecto, Contreras nuevamente arremete contra los grandes fabricantes:
– Si es una leyenda que se la ponen todos. El ron Sierra Morena, por ejemplo, donde sale una negra en los toneles lo hacen en la pisquera Control. Si no existen los barriles, ni la negra, es un ron que está hecho acá igual que el mío -alega.
Para su contraparte en materia legal, en cambio, Contreras no es más que un “chanta”. Matías Somarriva asegura que además de Full de Cuatro tiene registrado los siguientes nombres: Caballo Blanco, Ron Habana Port y Alto del Crimen.