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Opinión

19 de Agosto de 2010

El enigma Hinzpeter

• Cómo la "solución" del "Caso Bombas" desató una ola de bombazos Hizpeter, confidencian sus cercanos, tiene un plan maravilloso: Ser el próximo presidente de Chile. Y cree que puede lograrlo, si es que en cuatro años alcanza a borrar a la delincuencia del país. A él nada le dice el hecho comprobado de que los ministros del Interior no se convierten en presidentes. Por lo menos no, desde que paso de moda el cohecho. Siempre habrá alguna gente a la que le gusten los rottweilers, pero a todos -sin excepción- les gusta más que el rottweiler lleve una correa y que haya una persona sosteniéndola del otro lado.

Pepe Lempira
Pepe Lempira
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• Cómo la “solución” del “Caso Bombas” desató una ola de bombazos.

“Quiero brindar, de parte de nuestro Gobierno un reconocimiento a las policías, un reconocimiento al fiscal (Alejandro) Peña y a todo el Ministerio Público, a todo su equipo que trabajó con profesionalismo, con seriedad, con mucha dedicación, para brindarle al país la solución a un caso que se había demorado mucho tiempo en tener respuestas“. Con estas palabras el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, anunció que estaba aclarado el llamado “Caso Bombas” el sábado recién pasado. Pocas horas antes había terminado un allanamiento masivo de casas okupa. Se detuvieran a 14 personas, presuntos responsables de los atentados (principalmente con bombas de ruido) que se registran en Santiago desde hace un par de años.

Pero alguien, en algún punto de la capital, da señales de no estar de acuerdo con las palabras del ministro. Esta persona o grupo, aparentemente empeñado en demostrar que no se encuentra tras las rejas, ha sembrado “bombas”, o artefactos que simulan serlas, en diferentes lugares.

El Mercurio dio cuenta de el primero de estos hechos, destacando en portada la supuesta eficiencia de las fuerzas policiales. El titular dice; “Caso Bombas: Frustran atentado en comisaría a un día de masiva formalización”. Para que no cunda el pánico, se aclaran en el epígrafe del titular: “Fiscal regional Alejandro Peña: “Lo relevante es que los líderes quedaron en prisión””. Algo tranquilizador, porque -como se sabe- para fabricar e instalar bombas caseras, es imprescindible tener un jefe y pagar las cuotas de una organización terrorista. Se sospecha que los termocéfalos son gente maniática del orden, un poco estructurada y amante de las formalidades.

Paréntesis mercurial. “Frustan atentado en comisaría”, decía el titular. Pero, de acuerdo al mismo matutino, pero en páginas interiores, en la 21ª Comisaría de Estación Central nada se frustó. En la hoja C17 el “atentado” pasa gradualmente a “supuesto artefacto explosivo”, para terminar hablándose de “…un extintor, relojería y cableado”. Y agregando que el objeto será llevado a un laboratorio, para buscarle algo que explote. La mayoría de los otros medios hablan desde un principio de una falsa alarma telefónica y de un “un extintor que simulaba ser una bomba”. Pero el sensacionalismo, si sirve, también se usa en la prensa “seria”. Fin del paréntesis mercurial.

Ahora se suma otro ataque. Hace unos minutos, los artificieros clandestinos, han hecho estallar un número aún en discusión de bombas (de ruido) en el mall Panorámico. Si. Evidentemente, estos cabros deben estar felices de entrar en diálogo con el ministro. Están dichosos de desmentir en sus narices a la autoridad que los tiene hinchados y encumbrados en la categoría de peligro supremo para civilización occidental. Que los ha llamado “crimen organizado”…

HINZPETER PRESIDENTE

Hizpeter, como es confidenciado por muchos de sus cercanos, tiene un plan maravilloso. Ser el próximo presidente de Chile. Y cree que puede lograrlo, si en cuatro años alcanza a borrar a la delincuencia del país. Por eso, cuentan que estaba destrozado después del Tsunami; pensando en el increíble retraso que eso podía significar en una programación tan apretada.

A él nada le dice el hecho comprobado de que los ministros del Interior no se convierten en presidentes. Por lo menos no, desde que pasó de moda el cohecho. O desde que la seguridad pública es una labor cada vez más especializada y draconiana.

El último que hizo la gracia de ocupar los dos sillones, lo hizo hace 78 años (*). Porque, hay un detalle que tiene que saber, mi estimado abogado corporativo de éxito: Siempre habrá alguna gente a la que le gusten los rottweilers. Pero a todos -sin excepción- les gusta más que el rottweiler lleve una correa y que haya una persona del otro lado.

SEA SENSATO

Sí, es verdad. El Estado tiene mucho de rottweiler. Usted lo debe saber mejor que nadie. Y todos lo sospechamos, pero lo toleramos mientras parezca que la presidencia saca a pasear al perro. Y no al revés. Sabemos que muchas veces es una ilusión. Pero, como decía Tony Camo, es un “sueño bonito”.

En esto radica el drama del Ministerio del Interior, mijo. Y el que lo acepta, se lo banca: mucho poder para hoy; muy poco para mañana. O que le pregunten a Onofre, Krauss, Chico Zaldívar, Belisario y tantos más Ese ministerio está medio maldito. Créame, muchacho. Los ministros del Interior son fusibles que se queman. Esa oficina es parecida a una tumba política. Y, en ocasiones peores, es también una tumba de verdad. 5 ministros o ex ministros murieron en las peores circunstancias en las últimas cuatro décadas. A uno de ellos (Bonilla), como en una película de mafiosos, lo despidieron con un abrazo al pie de un helicóptero. “¡Y el helicóptero se cae, viejo, cuando vaya volando! / Carvajal: (Risa malvada)”. Bah, disculpe. Me traspapelé de archivo.

Eso, sin olvidar el escollo principal. El de cumplir su programación. Acabar con la delincuencia -o crear la sensación de que casi se terminó- en el transcurso de un gobierno.

No sea leso. No agite esta causa. Lo que se denomina “delincuencia”, como sabrá, es una cultura, o muchas. Y una cultura no se acaba en cuatro años, a menos de que tenga planeado un genocidio. Uno que tendría que incluir batidas y allanamientos en muchas oficinas del barrio El Golf. Y si se conforma persiguiendo a los patipelados, declarándoles la guerra… Entonces llevará la guerra a las calles. Ese día a todos se les acaba la ilusión de seguridad. Y ahí si que la banda presidencial será un espejismo para contemplar desde una habitación acolchada. Tenga cuidado con convertirse en el partero del terrorismo, señor Don Graf.

Pero si nada de esto le convence, Hinzpeter, hay un último detalle que le demando considerar. Y es un secreto narrativo tan simple que ni lo creería: Solo se trata de que nadie en el mundo disfrutan imaginándose a Smithers a cargo de la planta nuclear. Pueden ser divertido que Homero obtenga el puesto por azares del destino. O que Burns lo conserve y haga sus maldades. Pero Smithers. ¿Cuál es la gracia?
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(*) Juan Antonio Ríos, ministro del Interior durante menos de un mes, en 1932.

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