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Opinión

28 de Mayo de 2011

La marcha contra Hidroaysén

La marcha de hoy, sábado 28 de mayo, no fue la más numerosa de las del último tiempo. Se jugaba un partido de fútbol que, para los peloteros, era un plus ultra: la final entre Manchester United v/s el Barcelona. El Barza, según reconoció el técnico de los ingleses, les dio una paliza. Dijo que […]

Patricio Fernández
Patricio Fernández
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La marcha de hoy, sábado 28 de mayo, no fue la más numerosa de las del último tiempo. Se jugaba un partido de fútbol que, para los peloteros, era un plus ultra: la final entre Manchester United v/s el Barcelona.

El Barza, según reconoció el técnico de los ingleses, les dio una paliza. Dijo que nunca le había tocado jugar con una escuadra de esa categoría. A continuación, entiendo que se transmitía por televisión a Universidad de Chile por el campeonato nacional.

No fue la más numerosa, pero sí la más amena, festiva y nítida. Según las estimaciones, cerca de 15.000 personas deambularon entre Plaza Italia y el palacio de gobierno, convirtiendo la Alameda en un paseo que, de algún modo, invitaba a revivir el ritmo (evidentemente aumentado) de sus orígenes, con familias caminando y unas cuántas carrozas.

Había muchísimos niños con sus padres, y gente de muy distinto pelaje en representación de causas a su vez muy distintas, unidas por el deseo de ser escuchadas y por una frecuencia misteriosa, que acercaba el reclamo de los mapuches a los promotores de la bicicleta, los defensores de la Patagonia, los movimientos pacifistas, los ecológicos, los defensores de las minorías sexuales, las organizaciones locales y hasta a los ablandados carteles del Partido Comunistas, cuyas banderas rojas aquí parecían flamear ya sin furia.

Cada media cuadra se encontraba un grupo de música, una compañía de teatro, una performance. Como en toda actividad que congrega, llegó el comercio.

Lo que no estaba presente en ninguna pancarta ni lienzo, era algo que oliera a Alianza o Concertación. Marco Enríquez y su recién estrenado partido PRO, tampoco han sabido jugar en esta pasada.

Marco no ha sido lo bastante enfático en su postura sobre el tema energético. Los marchantes, en todo caso, no eran de derecha. Los asistentes estaban vestidos de maneras variopintas.

Algunos insisten en bajarle la importancia a esta corriente alterna, asegurando que se trata de un lote de acomodados que se pueden dar el lujo de preocuparse por nimiedades, pero ninguno de ellos, lo apostaría, se ha dado el trabajo de ir a confrontar sus prejuicios con la realidad de estos mítines.

A mí no me lo ha parecido así. Es cierto que el nivel de las demandas es más sofisticado de lo que acostumbrábamos a pedir en las calles tiempo atrás, pero también lo es que Chile ya no es el mismo, que ha evolucionado, que ha conseguido progresos materiales evidentes y que las masas patipeladas de antaño renovaron sus closets completos.

Una concentración de la CUT hoy día, aparte de congregar a pocos, no tiene el mismo aspecto que hace veinte años. Como sea, los participantes a esta marcha no vivían todos en la misma comuna. Ronda un descontento tranquilo.

No se trata de una furia desbocada, sino de una exigencia por mayor participación y respeto. No a todos les da lo mismo hacia dónde se dirija su país, ni quieren dejar esa decisión en pocas manos.

Unos reclaman plebiscito, otros democracia directa, un cartel aseguraba que “La Revolución se viene en skate. Atrévete y ocúpalo sin complejos”. “¿Persona antisistema o Sistema antipersonas?”, “Destruyendo la naturaleza, ningún progreso es seguro”, “Endesa sigue creciendo”, “Por un mundo para todos y hecho a pulso entre todos”, decían otros.

Este último cartel lo llevaba un payaso solitario, pegado al frontis de su bicicleta. Podrá discutirse la factibilidad de los reclamos, pero es un insulto que se les descarte de plano. Parece estar floreciendo una nueva demanda colectiva. Un nuevo deseo de hablar en plural. Esta tarde, en la Alameda, se produjo una reunión de tribus.

El objetivo inmediato común: ¡No a las mega centrales en la Patagonia! En el subtexto, una comunidad parecida a la que no soportaba la dictadura, sólo que ahora, décadas después, no es contra un tirano que protesta, sino en contra de problemas puntuales y de un modelo de vida impuesto que le merece una serie de reparos, y que no están dispuestos a dejar pasar así como así.

Tengo mis dudas acerca de la fuerza que pueda mantener esta ola en el futuro cercano, pero estoy casi seguro que anuncia una nueva era de la política chilena, donde los temas ya no provienen de las deudas del gobierno militar, sino de los territorios ignorados, negociados o pendientes de nuestra larga Transición.

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