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Opinión

3 de Noviembre de 2011

Chapoteos en el pantano

Hoy se cumplen seis meses desde que el movimiento estudiantil chileno salió a la calle. En lo sucesivo, no ha dejado de hacerlo. El petitorio se resume en la pancarta “Educación Pública de Calidad para Todos”. Saben que no se puede conseguir de golpe, pero esperan señales claras de que el buque navegará hacia allá. Las propuestas abundan, pero las respuestas se […]

Patricio Fernández
Patricio Fernández
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Hoy se cumplen seis meses desde que el movimiento estudiantil chileno salió a la calle. En lo sucesivo, no ha dejado de hacerlo. El petitorio se resume en la pancarta “Educación Pública de Calidad para Todos”. Saben que no se puede conseguir de golpe, pero esperan señales claras de que el buque navegará hacia allá. Las propuestas abundan, pero las respuestas se hacen esperar. El gobierno no ha podido encontrarle todavía un camino de solución al conflicto. No tiene siquiera claridad interna. Se instaló en el tema policiaco.

El Congreso aparece y desaparece en esta historia, y por motivos tan diversos como anecdóticos. Son cerca de 400 los colegios que siguen en paro y 200 los que permanecen ocupados por sus alumnos. Los universitarios que perderán el año bordean los 6000. Más de la mitad de las universidades públicas se hallan en toma y no comenzarán el segundo semestre. La situación continúa, en lo concreto, como ese 28 de abril en que marcharon por primera vez.

Ha pasado de todo y no ha pasado nada. El tema de la educación y la irrupción de ciudadanos apoyando esa causa agudizó el convencimiento de que vivimos en una sociedad enfermamente desigual. La Polar, entre medio, confirmó que reinaba el abuso. Los jóvenes instalaron en la agenda la urgencia de un cambio en nuestro sistema político y la necesidad de aumentar la carga tributaria, con claridad, al menos, para las grandes empresas y corporaciones a las que hoy pertenece un porcentaje desconcertante de la riqueza nacional.

Hablar de una nueva constitución dejó de ser un despropósito. Es evidente que la democracia chilena requiere un aggiornamento, pero hasta aquí todo es blablá. Ninguna reforma importante en torno a estos asuntos se ha concretado, ni es fácil visualizar el camino que tomarán. Según P.V., ejércitos de liceanos (as) y universitarios (as) podrían partir en el verano a reclamar en la playa de Zapallar -u otros salones de la fortuna-, la parte del botín que necesitan para estudiar.

Si al movimiento no le sueltan algo convincente, nada indica que se detendrá. En caso de tomar vacaciones, regresará descansado el próximo año. Ahora quieren salir, como los canutos o los candidatos, a hacer puerta a puerta por los distintos rincones del país. Explicarle a la gente, cara a cara, en qué consiste esta batalla. Ellos mismos se están encargando de disolver la excusa de la violencia para no dejar oír los cambios que demandan. Si lo consiguen, el gobierno se quedaría sin plan. ¿Se sabe de alguna nueva propuesta en curso, que no sea para sancionar con fuerza a los encapuchados? 

Hasta aquí, es como en la película El Día de la Marmota. Las jornadas se suceden, las huelgas continúan, las asambleas no cesan, declaraciones van y vienen, pero el barco no se mueve. Evelyn Matthei sostuvo tiempo atrás que habría que acostumbrarse a gobernar con marchas periódicas, como si se trataran de música ambiental. Ya son seis meses en que muchos días parecen el mismo día. Es verdad que así son los ritmos de la historia, pero la pequeña política requiere más agilidad. Por el momento se encuentra en un pantano, donde no reina el buen olor.

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