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Opinión

8 de Noviembre de 2011

La Totó

Hoy se confirmó la muerte de la periodista Graciela "Totó" Romero, recordada por sus ácidos comentarios sobre la sociedad chilena y la fauna criolla. A manera de homenaje de despedida, el escritor Marcelo Munch le dedicó unas líneas.

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Por Marcelo Munch
Alguna vez hace varios años en un café me encontré por casualidad sentado frente a frente a La Totó Romero. Nos miramos con frescura, recuerdo, y me saludó como a veces me saludan quienes no me han visto nunca pero me reconocen como si hubiéramos sido compañeros de viaje de quizás qué tiempo o vida anterior. Entonces ella con su moño de reina y su cigarro lleno de garbo apoyó el codo sobre su mesa mirándome expectante como ya sabiendo que era momento para el diálogo que teníamos pendiente, y entonces me le incliné, para hablarle, y antes de decirle ni media palabra me aclaró enfáticamente su punto de vista, su nomenclatura, y su cosmovisión entera.

– Ni se te ocurra tratarme de usted – Yo no lo sentí ni como una sentencia ni como una amenaza, ni siquiera me amedrenté, era la Totó Romero quien me hablaba así, lo que hizo que ella me cayera mucho más bien, más que eso incluso, reconozco que su desparpajo me pareció hasta delicioso, cosas de muchacho, me pensé entonces, cosas de la Totó Romero, pienso ahora yo.

– Ok, no hay problema – le dije, y continué – ¿es cierto eso de que para usted la persona más inteligente de Chile era su Nana porque le dijo a sus propios hijos y sobrinos que no van a haber más regalos de Navidad porque al viejo pascuero lo mató Pinochet? – y ella se rió llena de paz, con ternura, generosamente, de tal manera que no importó la respuesta, respuesta que finalmente no llegó porque apareció una señora que se sentó a su lado y sólo entonces supe que ambas estaban tomando té.

Entonces me despedí de La Totó tan solo con los ojos y ella me correspondió abiertamente de la misma manera, como sabiendo que más que un encuentro, fue como un reencuentro y un pequeño regalo para nosotros dos.

Esa noche llegué a mi casa y escribí con la certeza de que lo sucedido esa media tarde, más que un saludo o una despedida, más que la sensación de volvernos a ver o un anhelo de volvernos a encontrar, fue un regalo, en secreto tal vez, hoy digo en secreto también.

Con cariño Totó.

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