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Opinión

2 de Diciembre de 2011

Parra por Lihn

Enrique Lihn (1929-1988) cultivó con Parra una fuerte amistad producto de la poesía y de su trabajo académico en la Universidad de Chile. Lihn fue el primero en reseñar a Parra y en apostar por su poesía, cuando nicanor no era la carta segura en la que se transformó tras la aparición de Poemas y […]

Enrique Lihn
Enrique Lihn
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Enrique Lihn (1929-1988) cultivó con Parra una fuerte amistad producto de la poesía y de su trabajo académico en la Universidad de Chile. Lihn fue el primero en reseñar a Parra y en apostar por su poesía, cuando nicanor no era la carta segura en la que se transformó tras la aparición de Poemas y Antipoemas. En los escritos críticos de Lihn, reunidos en el Libro “El circo en Llamas” (Lom, 1996), el antipoeta es retratado obra tras obra. Lihn fue un acucioso lector e intérprete de Parra con el gran mérito de no haberse dejado influir por él en su propia obra.

A la aparición de unas Hojas de Parra

Por Enrique Lihn

Es muy raro ver a quinientas personas escuchando a un poeta una hora y media seguida, sin ninguna deserción, durante la lectura, y que lo inviten una y otra vez a leer algo más, a puro aplauso, después del punto final. Los cantantes de ópera o las estrellas del rock reciben un trato así que, de ser posible, favorecería al campeón de boxeo, al héroe de fútbol, para hacerlos repetir un knock out o el gol del siglo.

Entre los poetas, los aplaudidos se cuentan con los dedos de una mano. Uno de ellos –el dedo índice- es Nicanor Parra, quien salió otra vez con un siete en popularidad, el pasado lunes 5 de este mes, en el lanzamiento de Hojas de Parra, volumen XI /XII de la Colección de Poesía Ganymedes, en el Goethe Institut. El poeta David Turkeltaub se re- estrenó con editor con estas hojas meticulosamente encuadernadas y anotadas.

El día del recital, Nicanor me invitó a almorzar al Torres. De lo que allí me dijo y, después de la lectura, en el Castillo Francés, puedo entresacar material suficiente para una reseña de su último opus. Pues todo lo que dice Nicanor en su acción verbal permanente, se relaciona con lo que escribe y/o hace: “hacemos poesía hasta cuando vamos a la sala de baño”. Parra habla poco de sus versos, pero estos son reelaboraciones o preelaboraciones sintácticas del diálogo vertiginoso que propone a sus interlocutores. Una dialéctica que no deja títere con cabeza, o cabezón con ideas, o seguro, a la postre, de su respectivo sistema de creencias.
Para vencer a Parra en esa especie de lucha lúdica de ideas que se libra por encima de toda opinión pública o corriente, no hay que oírlo. Sordera invete-rada en un país acostumbrado a la transmisión de consignas, por una parte, o a que se impartan órdenes destempladas por la otra.

“Antes del leer el Tao Te Ching – me dice- yo era una especie de hoja en la tormenta; pero debo haber sido un iniciado porque, leyéndolo comprendí mis propios poemas. Fíjate tú lo que dice el sujeto que habla en ese libro: “No hay nada superior a la virtud en el mundo”. Bueno, eso no tiene nada de especial. Pero, atención que viene lo siguiente. Punto dos: “Rehuye la virtud porque ella te puede conducir al abismo”. Y ahí te deja el libro. Plantea las contradicciones sin resolverlas, nada de síntesis y antítesis. Tú lees eso y sientes que te están hablando de algo real. El hablante lírico, digamos, no se deja nunca atrapar. Es imprescindible, no fallar. A lo mejor, pensar para contradecir es negarse a entender. Te instalas en una doctrina y todo lo que no hace sistema con ella, deja sencillamente de existir o en la práctica hay que eliminarlo”.

Desisto de traducir el tono de Parra que elude cierto tipo de precisiones y se queda con la agudeza de los tanteos. Al hablar del Tao diseña el modelo de lo que llama su antipoesía. Así, por ejemplo, en Hojas de Parra, la advertencia que sigue: “Nueva curiosidad nos impide muchas veces gozar de la antipoesía por tratar de entender y discutir aquello que no se debe”: o esta Declaración de Principios: “en resumidas cuentas / me declaro fanático total / eso sí que no se me identifique con nada”.

Hay que decir, por otro lado, que Hojas de Parra, con su humor negro, alusiones, parodias y contrapa-rodias, chistes de grueso calibre, apropiaciones declaradas (“Ser o no ser”, una traducción de Shakes-peare); listas de chilenismos, (“Murió”); signos extralingüísticos: repetición del signo de la cruz (“Los cuatro sonetos del apocalipsis”), etc., es un libro de estrategias verbales propias de lo que llama el antipoeta: un Acto Sedicioso. Un equivalente a lo que en la conversación apareció en esta forma: “Y, ¿qué puede uno hacer en un caso así, si los políticos, los especialistas en la sociabilidad no se ponen de acuerdo? – Yo lanzo mis guatapiques, preparo viejas y las hago estallar como puedo”. Una cierta clave e estos textos es, sin duda (parafraseo a André Breton), la enormidad de lo que está ocurriendo en la actualidad chilena y de lo que dicen y hacen los que mandan. En el surrealismo eso tuvo como respuesta el Umor, el sentido de la inutilidad teatral (y sin alegría) de todo”. Parra combina el Umor con el Humor, y la retórica negra, con el blanco del Tao.

Después del recital, llegamos unos cuantos al Casti-llo Francés. Le dije a Nicanor: hiciste furor en el Goethe. Me contestó: “lo que pasa es que escribo lo que la gente dice. Es un fenómeno de reconocimiento”.

-Y de sorpresa…

-Gracias a la sintaxis. Lo que ellos dicen y lo que yo agrego, entre frase y frase.

Texto aparecido en la revista Cauce Nº 36, del 20 al 26 de Agosto de 1985.

FRASES DE LIHN

“Nicanor Parra sustenta una estética que lo coloca al margen de nuestra tradición literaria. `La función del idioma, ha dicho, es para mí la de un simple vehículo y la materia con que opero la encuentro de la vida diaria`. Reivindica así una adecuación ri-gurosa entre la experiencia y la expresión”. (Anales de la Universidad de Chile, 1951)

“Hay poemas de Nicanor Parra que parecen la sátira de su propio proyecto, en el cual se hubiesen formulado apreciaciones claras y distintas sobre el significado y el destino del hombre. A mayor universalidad menor veracidad, parece haberse dicho en último instante. No se puede hablar en gene-ral: es peligroso y falso. Hay que ate-nerse al mínimun, a uno mismo, a los que nos sucede día a día en nuestra búsqueda incansable de cualquier asidero”. (Anales de la Universidad de Chile, 1951)

“En cierto modo, el hecho mismo de que en el nivel más bajo de la “afición” se “levanten” gritos de protesta en contra suya, habla a favor de Nicanor Parra. No sé de ningún buen poeta que no se haya atraído la desestimación de sus colegas o la ira de los opinantes. Elemento catalizador, precipita las más encontradas y enconadas reacciones, y uno de sus méritos reside en que, para justipreciarlo o juzgarlo a mata caballo, se precisa razonar o disparatear en torno al sentido de la poesía”. (Antipoesía o poesía integral. El Siglo, 9 junio 1963)

“Que Nicanor Parra haya hecho escuela no me parece tan interesante como el porqué de su virtual y real maestría en el doble sentido de esa palabra. Escritores tan buenos como él no tienen la misma excelente acústica. Un poeta no hace el verano de su ge-neración. Quiero decir que el éxito de Parra, débese, en buena medida, a su ingeniosa y lúcida aptitud para sintonizar con los tiempos que corren y dar forma, por cierto que a su modo, a esa particular necesidad de expresión que flota en el aire de los mismos”. (Antipoesía o poesía integral. El Siglo, 9 junio 1963)

“Los antipoemas, a través de los cuales (Parra) presenta las contradicciones y el carácter asfixiante de la realidad, se van convirtiendo poco a poco en una visión de mundo que, como señala un poeta que podría decirse discípulo suyo, Federico Schopf, el mundo de los antipoemas se convierte en el mundo de la enajenación absoluta; el ser humano no es relativo a nada, su diálogo es con la ausencia o un conjunto de máscaras. La constatación de esa soledad conduce a la desesperación y al delirio. Sin mucha dificultad podría concedérsele que el carácter infernal de la existencia reside en su falta de sentido”. (Momentos esenciales de la poesía chilena, 1969)

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