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Opinión

29 de Marzo de 2012

Fragmentos contra el twiteo

A Me entero por los chicos del Clinic que Salazar, el historiador, está enojado con el periódico por mi culpa, lo que implicaría cortar relaciones con el medio. ¡Cómo tan doméstico! ¿Qué hacemos con estos académicos egocéntricos y omnipotentes que no pueden renunciar a lo personal? ¿A qué corresponde esa soberbia sicótica, esa falta de […]

Marcelo Mellado
Marcelo Mellado
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A
Me entero por los chicos del Clinic que Salazar, el historiador, está enojado con el periódico por mi culpa, lo que implicaría cortar relaciones con el medio. ¡Cómo tan doméstico! ¿Qué hacemos con estos académicos egocéntricos y omnipotentes que no pueden renunciar a lo personal? ¿A qué corresponde esa soberbia sicótica, esa falta de humor y de humildad? Mejor podríamos jugar a replicarnos y entretenernos, y así mejorar nuestra performance emancipadora. Me temo que este tipo tiene la “razón verdadera”, corroborada por su seriedad y su rigor profético, por eso es Premio Nacional. Creo que voy a escribir un cuento sobre un académico que hubiera querido ser líder revolucionario, por esto de la correspondencia entre teoría y práctica, pero que terminó siendo pastor evangélico.

B
Y a propósito de correlato histórico, escribo un cuento sobre la tentativa de fundación de una república maderera en el sur de Chile, a principios del siglo XX, en la que participan unos inmigrantes europeos, aliados con unos piratas huilliches. Una ficción, por cierto. Tendría algo de western clásico y un poquito de “Corazón de las tinieblas” de Conrad, y mucho del mito de la república Ballenera que trabaja el narrador magallánico-patagón Óscar Barrientos. Son temas de reinvención de límites territoriales. Como los historiadores chilenos nunca han dado cuenta cabal del territorio, hemos tenido que hacernos cargo nosotros del asunto, desde la voluntad de ficción.

C
Y en este mismo espíritu de reescritura de nuestros territorios es que el viernes pasado lanzamos un libro de la Editorial Economías de Guerra, acá en San Antonio. Se trata del poemario “Caurito”, del poeta Juan Carlos del Río, militante del Taller Buceo Táctico. Yo aproveché de llevar a mis alumnos del vespertino, porque justo a esa hora tenía clase con ellos, y no podía faltar porque yo era uno de los presentadores, junto al poeta y editor Ernesto Guajardo, un aliado estratégico en la quinta región. Creo que el lanzamiento de un libro puede (y debe) reemplazar una clase de lenguaje (además, después había un cóctel que son los mejores de la provincia, es uno de los plus que exhibe el departamento de cultura de la muni).

D
El sábado fui al cumpleaños de mi viejo que debe haber cumplido unos 86 años y nos hicieron cantar tango, aprovechando el efecto karaoke que se puede bajar de youtube. Cantamos El Tango Uno y Sur. El viejo no ha perdido la potencia de su voz. No me imaginaba que compartiéramos la misma pasión tanguera, esa que va mucho más allá de Gardel, internándose en las letras nostálgicas y profundamente rupturadas de Santos Discépolo y de Homero Manzi, con la orquesta del inconfundible Aníbal Troilo y con la interpretación magistral de un Edmundo Rivero, de un Julio Sosa o del Polaco Goyeneche. La novela familiar tiene un correlato musical que puede pasar por el tango, como por el bolero, y por el rock, por supuesto.

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