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Mundo

12 de Junio de 2012

El museo de las consolas olvidadas

Reportaje de Lainformación.com Los viejos rockeros nunca mueren, las viejas consolas tampoco… pero acaban amontonadas en el basurero. Para rescatarlas del olvido, tres aficionados estadounidenses –John Hardie,Sean Kelly y Joe Santulli– decidieron unir sus colecciones particulares y crear el año pasado el primer Museo de la Historia de los Videojuegos, algo así como elBritish Museum del ocio electrónico, […]

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Reportaje de Lainformación.com

Los viejos rockeros nunca mueren, las viejas consolas tampoco… pero acaban amontonadas en el basurero. Para rescatarlas del olvido, tres aficionados estadounidenses –John Hardie,Sean Kelly y Joe Santulli– decidieron unir sus colecciones particulares y crear el año pasado el primer Museo de la Historia de los Videojuegos, algo así como elBritish Museum del ocio electrónico, el Louvre de los píxeles o el Prado del arte digital.

Amigos desde la adolescencia, estos ‘gamer’ ya cincuentones aún disfrutan sentándose en su sillón ochentero frente a una tele de tubo para jugar al ‘Pac-Man’ con su consola Atari 2600 original de 1977. De hecho, se lo llevaron a la feria de videojuegos E3, celebrada la semana pasada en Los Ángeles (EEUU), y consiguieron el título honorífico de ‘mejor stand de la convención’ para la mayoría de las publicaciones especializadas.

No lo tenían fácil. La organización de la mayor feria de videojuegos del mundo apenas les había facilitado un rincón en el pabellón oeste del Convention Center de Los Ángeles, en el que compartían espacio con los tres grandes del sector: Sony, Nintendo y Microsoft. Sin embargo, Hardie, Kelly y Santulli apostaron por mostrar la prehistoria del sector a las nuevas generaciones, y se llevaron la feria de calle.

Los tres veteranos ‘jugones’ consideran que la dimensión internacional del E3 es el mejor marco posible para reivindicar la importancia cultural y económica de los videojuegos: “nuestro sector genera el doble de ingresos que el discográfico. Sin embargo hay varios ‘salones de la fama’ y museos dedicados a la música, pero ninguno en exclusiva a los videojuegos”.


Gracias al ‘crowdfunding’

En verano de 2011, Hardie, Kelly y Santulli decidieron unir sus colecciones de manera definitiva y tratar de encontrar un emplazamiento físico para sus más de 20.000 objetos de coleccionista “entre videoconsolas, juegos, merchandising y revistas”relacionados con los primeros años del ocio digital doméstico.

Para ello lanzaron su proyecto a través de la página de ‘crowdfunfing’ kickstarter.com. Su intención era recaudar 30.000 dólares, pero la acogida de su idea fue tal que lograron 356 donaciones y un montante total de 50.266 dólares. Incluso un simpatizante anónimo aportó nada menos que 10.000 dólares para poner la primera piedra del futuro Museo de la Historia de los Videojuegos.

“Nuestra idea es exponer todos los videojuegos, todos las consolas diseñadas y todas las máquinas ‘arcade’ diseñadas a lo largo de la historia”, reconoce ambicioso Joe Santulli, que en su rincón del E3 ha mostrado parte de su legado, incluidas recreativas legendarias como las de ‘Gauntlet 2’ (1986) o ‘Altered Beast’ (1988).

‘Rarezas’ muy valiosas

Un paseo por el ‘stand’ del Museo de la Historia de los Videojuegos junto a Joe Santulli es lo más parecido a un viaje en el tiempo. Santulli presume de coleccionar consolas “desde que tenía 17 años”, y su colección es impresionante.

Además de una de una Magnavox Odyssey (1972), la primera consola de videojuegos doméstica de la historia, la gran joya de su catálogo es una Atari Cosmos (1981). Esta videoconsola portátil diseñada por la compañía estadounidense, y que basaba su funcionamiento en el uso de hologramas, jamás salió a la venta.

“Atari preparó una producción inicial de 250 máquinas, pero nunca llegaron a producirse”, asegura Santulli, quien presume de tener “uno de los únicos cinco prototipos que hay en el mundo con su embalaje original”.

La Atari Cosmos es algo así como la Gioconda de los coleccionistas de videojuegos. El precio mínimo que alcanza en el mercado, en las contadas ocasiones que alguna sale a la venta, es de 10.000 dólares. Al fundador del Museo de la Historia de los Videojuegos le costó dos décadas hacerse con una, por eso la guarda celosamente en una vitrina.


Juegos ‘huérfanos’

Entre los juegos, Santulli reconoce su especial predilección por los títulos ‘huérfanos’, aquellos que por unos motivos u otros nunca llegaron a manos del gran público a pesar de estar completamente terminados.

La consola Dreamcast de Sega, que llegó al mercado en 1998 y fracasó estrepitosamente tras la irrupción de la PlayStation 2 de Sony, tiene una larga lista de estos juegos, pero uno en especial obsesionaba al impulsor del Museo de la Historia de los Videojuegos: ‘Propeller Arena, Aviation Battle Championship’ (2001).

Este simulador de vuelo debía salir al mercado en septiembre de 2001. Sin embargo, a pocos días de su lanzamiento, incluso tras haber enviado numerosas copias a los distintos medios para que lo evaluasen, fue cancelado y guardado bajo llave después de los atentado del 11-S contra las Torres Gemelas en Nueva York.

Los responsables de Sega, distribuidora del videojuego, consideraron que ‘Propeller Arena’ podría atentar contra la sensibilidad de los jugadores. Aunque la mecánica del juego consistía en abatir aviones enemigos disparando –similar al mítico ‘After Burner’ (1987) –, en un intento por dotar al juego de mayor realismo, los desarrolladores ofrecían la posibilidad de estrellarse contra los edificios de una gran ciudad. Demasiados parecidos con la dolorosa realidad.


La ‘joya’ que falta

Después de años de búsqueda, Joe Santulli consiguió hacerse con de las escasas copias que quedan de ‘Propeller Arena’. Sin embargo, hasta ahora no ha tenido suerte con su otra gran obsesión: Nintendo World Championship (1990), considerado por muchos como el videojuego más caro de la historia.

Cada una de las 26 copias en oro que la compañía japonesa hizo en la edición especial de este cartucho para la NES puede alcanzar un precio de mercado de hasta 50.000 dólares,según los especialistas.

El ‘Nintendo World Championship’ nunca fue un juego comercial, se usaba en torneos organizados por Nintendo y consistía en versiones minimizadas y especiales de ‘Mario Bros.’, ‘Rad Racer’ y ‘Tetris’. Los participantes jugaban a los tres minijuegos para decidir quién era el mejor jugador del mundo, que ingresaría 10.000 dólares en efectivo de la época.

Hardie, Kelly y Santulli no han podido ponerle la mano encima a ninguno de los cuatro juegos edición dorada que se han subastado desde 2007: “es el único gran trofeo que nos falta en la colección”. De momento, han tenido que conformarse con uno de los 90 cartuchos grises con los que compitieron los participantes de aquella curiosa competición celebrada en 30 ciudades de EEUU en 1990.

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