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Cultura

27 de Julio de 2012

A 110 años del verdadero “Viaje a la Luna”

Hace más de un siglo un prestidigitador llamado Georges Méliès creó una ilusión de 14 minutos que llamó "Viaje a la Luna". A partir de ese momento comenzó el romance entre el cine y un público de mirada ingenua que creía en esas imágenes ficticias.

EFE / The Clinic Online
EFE / The Clinic Online
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“Nos hemos hecho mayores y el cine también. Ahora hay más efectos especiales, pero sabemos que nada de lo que vemos es verdad. Antes los trucos eran obvios, pero la gente era capaz de creer. Ahora se dice ‘es demasiado bonito para ser cierto’. Entonces, era ‘demasiado bello para ser falso'”, explica Serge Bromberg, quien, junto a Éric Lange, se ha encargado de restaurar la copia coloreada a mano de “Viaje a la Luna” que se encontraba en la Filmoteca de Cataluña (noreste español). De ese proceso de reconstrucción de más de siete años, ha surgido el documental “El viaje extraordinario”, que se emite en España.

“Fue maravilloso, como entrar en las pirámides de Keops y encontrar la tumba de Tutankamón. Pero también ha sido una gran responsabilidad. Restaurar una película no necesita una interpretación artística, requiere paciencia, dinero, tecnología y, al final, todo ello con el objetivo de que tu trabajo desaparezca, como si la película hubiera sido siempre así”, asegura Bromberg.

“El viaje extraordinario” reflexiona también sobre la vigencia de la fascinación que crean la figura y la obra de Georges Méliès en realizadores como Costa-Gavras, Jean-Pierre Jeunet, Michel Gondry, Michel Hazanavicius y Tom Hanks.

“La película no es tan impactante como impresionante por su poesía, por su tono inocente. Es como un libro para niños y tiene la magia de hacernos sentir niños otra vez. Méliès era un soñador con la capacidad de contagiar sus ganas de soñar, de devolverte a la infancia, y hay pocos directores y pocas películas que tengan esa habilidad”, reflexiona Bromberg.

Las imágenes restauradas de “Viaje a la Luna” fueron utilizadas, no en vano, por Martin Scorsese en “Hugo”, donde Méliès era interpretado por Ben Kingsley y, gracias a la tecnología, el público pudo disfrutar de una obra centenaria en la mejor tecnología en 3D.

Como aquella película, pero en versión documental, “El viaje extraordinario” demuestra que el realizador, como los mejores magos, esconde más méritos en el invisible desglose técnico del truco que en el truco en sí.

“Tenía muchos trucos, más que efectos especiales. Hacía muchas tomas, muchas apariciones de humo. No es su película más elaborada, pero sí la más tramposa. Y restaurándola hemos visto lo compleja que fue su realización”, que se produjo en escenarios de seis metros de ancho, en el jardín de un director que acabó vendiendo pequeños artilugios en la estación parisina de Montparnasse.

“Viaje a la Luna” inauguró el cine como espectáculo, lo abrió a la fábrica de sueños y a un género como la ciencia ficción.

“Sigue funcionando porque, realmente, el arte no depende de las cosas nuevas. Hay más efectos especiales, más comedias… pero nada tan eficiente como un beso entre un hombre una mujer, un hombre soñando… En siete historias puedes resumir todo el cine y la literatura de siempre”, explica el restaurador y cineasta.

Méliès siempre dejó que la música que acompañara a “Viaje a la Luna” fuese a gusto de la sala que la proyectara, y por eso los restauradores de esta copia se permitieron “la osadía” de elegir al grupo de electrónica francesa Air como encargados de orquestar este nuevo viaje.

“Consideramos que la música es hermosa, es perfecta. Era una buena idea tener música para una nueva audiencia, porque éramos conscientes de que no solo teníamos que restaurar la película, sino que lo más importante era restaurar al público”, concluye.

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