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Opinión

16 de Agosto de 2012

“La gente del sur no sé por qué tiene el pelo tan chuzo”

Desde los 18 años Marcela Reyes trabaja en Avatte fabricando pelucas para mujeres, comediantes y también vírgenes de iglesias. Conocedora a cabalidad de la cabeza de los chilenos, acá entrega detalles de su oficio: “el pelo rubio que anda en la calle en su mayoría es teñido”.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por

Foto: Alejandro Olivares

“Al principio el pelo me daba asco. No lo podía ver. Me imaginaba las peores cosas o me ponía a pensar ‘de quién será el pelo que tengo en las manos’. Me pasaba hartos rollos y sentía que todo el rato estaba tragándome los pelos. Llegaba incluso a soñar con ellos. Los pelos me aparecían hasta en la sopa. Ahora no. Como que me da lo mismo tenerlos cerca. Sólo me asquea cuando llega a mis manos el pelo con liendres que trae la gente para vender y que al comprarlo no nos dimos cuenta que venía con sorpresa. Al final estos pelos se desinfectan y después se usan igual. Cuando son muchas las liendres, se bota el pelo.

Llegué al oficio de las pelucas por una vecina en Renca en el año ’89. Ella hacía pelucas. Un día se jubiló y me quiso dejar su cargo. Al principio no cachaba nada de pelucas. Nada de nada. La había visto a ella haciendo pelucas, pero nunca me llamó la atención y, como decía antes, lo encontraba un poco anti higiénico. Fue duro aprender la técnica. Me llevó un año, en el que me retaron mucho.

La pelucas se cosen a máquina, y yo en ese entonces ni siquiera las sabía ocupar. Y la nona que me enseñó era muy odiosa. Como no sabía coser, la máquina se me iba y me retaba. Se me enredaba el hilo, el pelo, y me retaba. Pero de a poco me fui tirando a hacer pelucas. Y me encantó. Ahora no me demoro nada en hacer una. Al principio gastaba un día en hacer solo una peluca. Y más encima me quedaba mal: con pelotones. Ahora me demoro a lo más media hora y ni siquiera las pruebo en la cabeza. Si ando con ganas puedo llegar a hacer diez, sino, unas cinco. Todo depende.

Las pelucas se hacen todas a medida. No todos tenemos la cabeza de un puro porte. Por ejemplo, trabajamos con moldes de cabezas de madera: están las cabezas número 56 y la 54, que son las más estándar, y las 50, que son de niño. Pero hay gente muy muy cabezona que llega a superar la cabeza 60, como el Profesor Rossa, a quien le hice hace poco una peluca. Él se pasó para ser cabezón: ¡tiene una cabeza 62! Para su peluca usé pelo como para tres pelucas. Mucho. Él debe andar cerca de Don Francisco, a quien no le he hecho pelucas pero con sólo verlo me imagino que debe andar por ese rango. También le he hecho pelucas a otros comediantes como, Palta Meléndez o Kramer, que es tan simpático como se ve en la tele. Él es cabezón pero no cabezón cabezón. Tiene cabeza 58.

PELUCAS PARA VÍRGENES

Los pedidos más extraños que me han llegado son las pelucas para las vírgenes. Le he hecho a todas: a la de Andacollo, a la de La Merced, a la de San Agustín, a la de Lo Vázquez, a la Virgen de las 40 horas… En esos casos, los de la iglesia le toman la medida a la cabeza y la traen para acá. La gente que le hace mandas a la Virgen se corta su pelo y lo trae para hacerle pelucas como ofrenda. Es como una manda para la iglesia. Estoy segura de que todas las vírgenes de las iglesias usan pelucas con pelo real.

Las cabezas que más se repiten, y que son un problema para hacer las pelucas, son las que no tienen profundidad de frente a nuca, o sea, las que son planas atrás. Y al no tener esa parte trasera, la peluca te queda plana. Hay otros que tienen cabeza como huevo. Pero son los menos.

El pelo de los chilenos es bueno. Hay harto pelo bonito, sobre todo ahora que hay más tipos de champú. No como antes que el pelo era más descuidado y feo. Los chilenos son pelucones. Tienen harto pelo. El pelo del chileno es bueno, aunque el de la gente del sur es grueso, chuzo. No sé por qué pasa eso. Bueno, acá también hay harto pelo grueso, pero a lo mejor está más cuidado. En todo caso, todos los pelos sirven. Acá nada se bota. Pero el pelo más cotizado sigue siendo el rubio, que es tan escaso… El pelo rubio que anda en la calle en su mayoría es teñido o falso. Así que pillar pelo rubio es casi una odisea.

Antes la gente se mandaba a hacer pelucas por capricho y estética, ahora no: en su mayoría son para gente con cáncer o para los que se niegan a quedar peladitos. De hecho, ahora se ve más gente con cáncer que antes. Uno lo nota porque vienen más a hacerse pelucas. Quizás antes la cifra era la misma, pero no lo daban a conocer.

Para fin de año y el 18 son las fechas en que más pelucas se venden. La gente busca cambiar su look. Ahí el trabajo se vuelve estresante.

Yo no sé por qué los hombres le tienen tanto miedo a la pelada. Por decirte, mis tíos son pelados pero pelados felices, no necesitan del bisoñé. A mí no me gusta el bisoñé (bisoñé es el nombre de las pelcuas para hombres): no pasa piola y se nota a la distancia.

La gente es exigente. Quiere pasar piola. Que su peluca parezca real y no pelo falso. Y con las pelucas puedes lograr eso con un buen peinado y corte, con el bisoñe no. Yo tengo un radar para cachar si alguien usa o no peluquín. Si voy en la calle, me fijo en el pelo, en cómo está peinado o en los bordes, que delatan cuando se usa peluca. Es como un don. De repente he visto hombres con los bisoñé que yo les hice en la calle, pero se hacen los lesos. Debe ser por vanidad.

Hay personas que tienen caras tan re feas que no le vienen las pelucas. Pero igual las quieren. Y hay que hacerle la peluca.

A mí me gusta mi trabajo de confeccionar pelucas. Me gusta la cosa rápida, no confeccionar injertos, pelo por pelo, lo que necesita de mucha paciencia, paciencia extrema que yo no tengo. Pero acá es coser en la máquina y san se acabó. Este trabajo no está en extinción. Mientras haya gente que necesite pelucas, habrá gente confeccionándolas. Es así. Además que no soy irreemplazable. Yo soy la única acá, en Avatte, que hace pelucas, pero no he querido traspasar el conocimiento por mezquina que soy. Me da miedo que me quiten la pega. A veces me aburre la rutina, tener que hacer siempre lo mismo, pero para no pensar en el aburrimiento veo tele y me relajo. En la mañana pongo el Buenos Días a Todos y sigo con todos los programas de farándula: SQP, Calle 7.

Veo farándula porque me gusta estar informada de quién peleó con éste o éste otro. Esos cahuines me encantan… Pero es tanto lo que me gusta mi pega que sigo. Me gusta tomar las medidas, hacer las pelucas, cuando vienen niños chicos con cáncer me gusta que les queden bonitas. Uno se acuerda de los hijos y da pena. A veces me llama la atención que haya gente que se deshace de su pelo y otra que lo necesite tanto, es contradictorio. Entiendo que haya gente con necesidad de dinero que venda su pelo para salir del paso. Debe ser muy difícil tomar esa decisión.

La gente me pregunta si le tengo miedo a quedar pelada, que sería el colmo de un fabricante de pelucas, pero respondo que no y que, si pasara, me haría altiro una peluca”.

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