Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

15 de Noviembre de 2012

España: 14-N

Cuando ya tienes los pies cansados de tanto caminar, afónico de tanto gritar, ya pierdes la vergüenza al que dirán. No importa nada y no tienes nada que perder. Vengo de la manifestación y he visto lo anterior en la huelga general de España del 14-N. La segunda que ha tenido el gobierno del PP […]

Sergio Pinto desde Espana
Sergio Pinto desde Espana
Por



Cuando ya tienes los pies cansados de tanto caminar, afónico de tanto gritar, ya pierdes la vergüenza al que dirán. No importa nada y no tienes nada que perder. Vengo de la manifestación y he visto lo anterior en la huelga general de España del 14-N. La segunda que ha tenido el gobierno del PP de forma tan multitudinaria.

Muchas voces: socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos, nacionalistas de los Països Catalans, gente sin partido, ni representación política, desahusiados, curiosos, ex votantes del PP, gente perpleja que no le queda otra que estar perpleja.

He visto por mis propios ojos como la gente camina rabiosa, otros sin vida con las espaldas casi jorobadas de tanto mirar el suelo y muchos con un objetivo evidente: mañana deberán calentar las axilas con un currículum y dar vueltas y vueltas por las calles sin un destino claro. La idea es perderse, no orientarse, no llegar a casa temprano con el consuelo de sentirse ocupado.

He sido testigo de una sociedad decadente. Indecente donde se privilegia a los que han tenido siempre privilegios en desmedro de los que desconocen esa palabra. Hace siete años España se vanagloriaba de ser una potencia mundial, la novena economía más grande. Sin embargo, vistió un traje que no le era a medida y que le fue despojado rápidamente, pues era una vestimenta arrendada, un prenda prestada por los bancos y sus redes de negocios especulativos, de panales inmobiliarios.

Los bancos no soportaron que la “gentuza” se vistiera de etiqueta. Habrán dicho, seguro, que la prestancia y elegancia les es propia, por herencia y la otra gente: se disfraza. He visto como el gobierno del PP, sus más cercanos colaboradores, le han sobado sus espaldas y han mirado con desprecio a la gran mayoría de los españoles.

La de hoy ha sido una huelga importante. De hecho, en Valencia hablan de casi 300.000 personas en las calles y en España aún no se alcanza a cuantificar oficialmente y puede que tarden en dar números más certeros por esa obstinada capacidad miope que tiene la derecha de no sostener una mirada y querer ver a conciencia “los problemas reales de la gente”, si no es por mera retórica.

Llámese ingenuidad, idealismo, pero he escuchado en varias personas distintas que el Gobierno no le quedará otra que transar, escuchar. Una mujer mayor, dijo ya casi terminada la tarde: “que ya están cansados de ser vistos como chorizos, como adornos turísticos”. Y soy testigo que todos los días hay manifestaciones y muchas veces se mimetizan con la rutina de la ciudad. Ha sucedido que las protestas -sin quererlo para muchos transeúntes- se han transformado en una costumbre, en una anécdota. En algo que está allí, pero a la vez no lo está.

Los españoles al comienzo de la crisis no eran muy dados a salir a la calle y exigir sus derechos que se iban jugando irresponsablemente en una ruleta rusa. Sus mentes no podían dar crédito que el Estado los abandonara como un padre deja sus hijos desnudos en plena calle. Hoy por hoy los españoles han visto recortados, mutilado su estado de bienestar construido con mucho esfuerzo y a pulso de una transición frágil. Menos prestaciones sociales, menos derechos laborales, menos presupuesto para educación, sanidad. Todo lo contrario a lo prometido por el entonces candidato Rajoy, la ineptitud y demagogia hecha carne.

Los españoles no pierden nada con salir a la calle. Todo lo contrario, a pesar de la carga policial. Han salido de situaciones peores en su historia reciente. Tienen un carácter fuerte. Son gente buena para hablar, discutir, inventar situaciones y especialistas en reinventarse. Tal vez la crisis sea un cantar de gesta donde muchos se querrán tomar la palabra y la autoría.

Temas relevantes

#14 n#crisis#españa#marcha

Notas relacionadas