Las razones de Ribera para quebrar el tejado de vidrio que lo mantenía en el gabinete

Desde hace algo más de una semana que estaba tomando fuerza el rumor de la salida de Teodoro Ribera de la testera del Ministerio de Justicia. La idea se venía filtrando por dos motivos fuertes: por un lado las vinculaciones con Luis Eugenio Díaz, encarcelado por corrupción en medio del escándalo por las acreditaciones y por el otro a que no hizo un buen manejo comunicacional de su defensa respecto a las imputaciones que se le hacían.

Los problemas comenzaban en los contratos que realizó el Ministerio de Justicia y Díaz, para el asesoramiento en los planes de estudio de Gendarmería. A esto se suma la revelación de Ciper Chile de un email entre ambos personajes, cuando el ministro era rector de la U. Autónoma, para que dejara entrar con facilidad a un sobrino de Díaz a la universidad. Según Ribera esto nunca se concretó.

Otro drama que sirvió para condimentar una sopa que ya estaba demasiado salada, fue que Luis Eugenio Díaz no se inhabilitó para votar en el proceso de acreditación del Incaea -donde Ribera tiene un 7.5% de la propiedad- en momentos en que el propio Díaz mantenía contrato vigente con el Ministerio de Justicia y, por tanto, con el ministro Ribera.

A medida que avanzaban los días, La Moneda tenía más dolores de cabeza con la defensa que realizaba Ribera sobre sus actos y vinculaciones con el ex titular del Consejo Nacional de Acreditación.

En Palacio ya le habían prestado ropa al inicio de la crisis, cuando Ciper Chile reveló el escándalo, manifestándole público apoyo, pero hizo declaraciones que lo terminaron matando.

“Este país está debatiendo que los hombres públicos tienen que estar completamente desvinculados de cualquier actividad privada, por tanto hay dos posibilidades para esto: o vamos a la hospedería del Hogar de Cristo a buscar hombres públicos que no tienen nada en el mundo o buscamos profesionales en la política que no tienen nada que ver con el mundo real porque se han profesionalizado en la política” fue una de las frases lapidarias que se mandó el ex rector de la U. Autónoma.

Tan notoria fue la molestia con Ribera por su manejo mediático, que el vocero de Gobierno, Andrés Chadwick, admitió la imprudencia de Ribera en actuar con el ex CNA: “Creo que no ha sido lo más prudente el hecho de haber contratado al señor Díaz posteriormente en Gendarmería, pero son situaciones que se mueven en el ámbito de lo prudente, de lo conveniente, lo que tenemos que tener claro y lo tenemos en el gobierno, es que hay un dique muy claro de diferenciación con hechos ilícitos, irregulares o delictivos”. Chadwick, le puso aceite al piso y Ribera quedó tambaléandose.

Si la situación ya estaba complicada, el hecho de que el fiscal Carlos Gajardo ordenara investigar la información contable de los últimos siete años de la Universidad Autonóma, incluyendo el período de rectoría del ministro Ribera, le oscureció totalmente el horizonte al abogado.

Fue tanto el dramatismo, que la semana pasada La Moneda le habría prohibido a Ribera seguir con sus defensas públicas para intentar tomar control comunicacional de la situación, control que duró solo unos días hasta su renuncia.

De esta manera, el escenario ya estaba demasiado negro cuando Sebastián Piñera analizó el sábado pasado los antecedentes del caso en Cerro Castillo, lugar donde se habría sellado la salida del titular de justicia.

Finalmente, a las 9.52 de este lunes terminó el thriller de Ribera, quien irónicamente dijo hace tres días que “hay que mantener la tensión hasta el final de la película”.