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Mundo

19 de Diciembre de 2012

El Hombre de Piltdown: Tras los pasos del mayor fraude de la ciencia

Vía El Espectador Hace un siglo cientos de científicos estaban asombrados. Sus ojos contemplaban lo que podía ser el eslabón perdido de la evolución humana. Era 18 de diciembre de 1912 y ante ellos era presentado un extraño cráneo que combinaba rasgos de hombre y de simio. Sin saberlo, aquellas mentes observaban atónitas el que […]

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Vía El Espectador

Hace un siglo cientos de científicos estaban asombrados. Sus ojos contemplaban lo que podía ser el eslabón perdido de la evolución humana. Era 18 de diciembre de 1912 y ante ellos era presentado un extraño cráneo que combinaba rasgos de hombre y de simio. Sin saberlo, aquellas mentes observaban atónitas el que sería, después de muchos años, uno de los mayores fraudes de la historia de la ciencia: “los fósiles del Hombre de Piltdown”.

Meses antes de aquel fin de año, el arqueólogo Charles Dawson había encontrado los restos en Piltdown, en el pueblo de Sussex, al sur de Inglaterra. Tan interesante le había parecido su hallazgo, que se lo llevó de inmediato a Arthur Smith Woodward, el responsable del departamento de geología en el Museo Británico de Historia Natural. La impresión fue tal que juntos emprendieron una nueva búsqueda. Pronto aparecieron más fragmentos de cráneo, además de la mitad de una mandíbula con un molar y un canino. El descubrimiento era, sin duda, un hecho admirable: por primera vez se encontraba un humano con el cerebro desarrollado pero aún con dientes de primate.

A ese nuevo ser lo llamaron el Eoanthropus dawsoni. Y aunque las dudas de algunos investigadores quedaron planteadas cuando se conoció el descubrimiento, las incertidumbres parecieron disolverse cuando prestigiosos científicos aceptaron sin titubear la existencia de la nueva especie.

Así, con la certeza de que tenían en sus manos el eslabón perdido, duraron más de 40 años. Sin embargo, en 1953 el fraude terminó. Varios análisis revelaron que todo era una gran mentira: que el cráneo era humano, que la mandíbula no tenía más de 50 mil años y que era de un orangután moderno, que habían restos de otros animales, que las piezas habían sido manipuladas para que encajaran con precisión y que, por supuesto, habían sido enterradas por alguien en ese pueblo.

Pero ya era demasiado tarde. Ya todos los protagonistas de esa treta, en la que algunos hasta culparon a escritores de ficción como Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, habían muerto. Averiguar quiénes eran los verdaderos culpables resultaba más que difícil.

Por eso, ante la imposibilidad de develar la mentira, es que hoy las autoridades británicas y un grupo de investigadores han reabierto el caso. Prometen los análisis más exhaustivos hasta dar con el verdadero responsable. Hasta ahora todo apunta a que Charles Dawson es el culpable del engaño.

Pero para llegar hasta él tendrán que hacer pruebas de ADN con el propósito de determinar si la mandíbula es de un orangután, además de un examen con isótopos para saber el lugar de donde se obtuvieron los otros restos. También llevarán a cabo técnicas de carbono para establecer la edad exacta de los huesos.

“Queremos determinar cuántas técnicas de modificación se usaron, cuántos especímenes fueron ensamblados. Mientras más logremos reducirlo a una sola persona, más apuntaremos hacia Dawson”, le dijo a la BBC el profesor Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres.

Visitar la fosa para intentar seguir los pasos de los responsables también hace parte del itinerario de los investigadores. Y así, siguiendo la lógica que hubiesen empleado en aquel entonces, nuevos estudiosos intentan resarcir la poca astucia que demostraron sus antepasados. Así, esperan poner fin, de una vez por todas, al mayor engaño de la historia de la ciencia.

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#ciencia#Fraude#piltdown

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