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Mundo

2 de Febrero de 2013

Japón: El país donde los inocentes confiesan ser culpables

“Voy a atacar una escuela primaria y voy a matar a todos los niños antes del verano”. La amenaza publicada en el sitio web de la ciudad de Yokohama en junio y otras que aparecieron en internet en los meses siguientes, ponían en peligro a famosos escolares, entre ellos, los nietos del Emperador. Tras una […]

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“Voy a atacar una escuela primaria y voy a matar a todos los niños antes del verano”. La amenaza publicada en el sitio web de la ciudad de Yokohama en junio y otras que aparecieron en internet en los meses siguientes, ponían en peligro a famosos escolares, entre ellos, los nietos del Emperador.

Tras una investigación policial, cuatro personas fueron detenidas. Dos de ellas, incluyendo un estudiante de 19 años de edad, confesaron su culpabilidad. Sin embargo, el 9 de octubre, el verdadero autor envió un correo electrónico al abogado Yoji Ochiai y a medios locales, explicando cómo realizó esas amenazas a través de computadoras de internautas inocentes, con la ayuda de un virus.

Su propósito, como se indica en el correo electrónico para Ochiai, era “exponer las aberraciones de la policía y los fiscales”. En cierto modo, lo hizo. Y, además, planteó las preguntas de por qué la gente inocente confiesa un crimen que no cometió y a qué tipo de presión es sometida. “Aunque me sorprendió haber recibido el correo electrónico”, dice Ochiai, “no me sorprendió que la gente inocente confesara”.

“Me rendí y confesé”

Aunque Japón tiene una tasa de condena de más del 99%, en los últimos meses ha habido protestas por una serie de arrestos injustos en los que los sospechosos han confesado ser culpables de crímenes que no cometieron. “A diferencia de otros casos, estas amenazas cibernéticas afectaron a personas comunes y corrientes que estaban usando internet, lo que elevó el temor de que podría pasarle a cualquiera”, explica Ochiai.

Cuando el abogado publicó el correo electrónico en su cuenta de Twitter y en su blog, recibió cientos de respuestas del público: la mayoría criticaba mucho más a la policía que al autor del fraude. Shoji Sakurai pasó 29 años en la cárcel por un robo y un asesinato que no cometió. Necesitó otros 15 años para ganar un veredicto de inocente en su segundo juicio el año pasado.

“Yo era un joven rebelde y la policía japonesa va tras las personas con antecedentes penales. Mi amigo Sugiyama y yo nos convertimos en los principales sospechosos del asesinato”. Cuando fue detenido, con tan sólo 20 años, fue tratado como un criminal culpable, asegura. “Me interrogaron día y noche, pidiéndome que confesara. Tras cinco días, ya sin fuerza mental, me rendí y confesé”. “Puede que esto sea difícil de entender para la gente”.

Maltrato

Sakurai asegura que quienes lo interrogaron no eran agresivos. Sin embargo, ha habido casos en los que la policía o los fiscales han sido acusados de maltratar a los sospechosos. Hiroshi Ichikawa fue fiscal durante casi 13 años, hasta que perdió su trabajo por haber amenazado con matar a un sospechoso durante un interrogatorio. “No estoy tratando de excusar mi comportamiento diciendo que los demás hicieron lo mismo, pero no me considero un monstruo por haber amenazado de muerte a un sospechoso”, señala.

“He escuchado a otros fiscales gritarles a sospechosos. Uno de mis jefes se enorgullece al relatar cómo pateó la pantorrilla de un interrogado por debajo de la mesa”. Una cosa que lamenta es haber redactado una confesión que no se correspondía con la verdad. “Después de cuestionar a un hombre durante ocho horas, conseguí que firmara una declaración que no era suya. Él no dijo ni una sola palabra de lo que estaba escrito allí”, relata. “Mi jefe me estaba presionando para que consiguiera su confesión, pensé que no podía regresar a casa sin ella”.
El hecho de que ahora Ichikawa haya perdido su trabajo sugiere que los reglamentos que rigen los interrogatorios están funcionando.

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