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LA CARNE

8 de Abril de 2013

Pin-up: historia de una provocación

Vía El Mundo de España Un viejo con cara de pillín engancha una cuerda con globos a la falda de una joven; un perrillo tira de una sábana que cubre a una mujer desnuda; una chica subida en un oso polar rodea con sus piernas las orejas del animal… Son imágenes que incluye la obra […]

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Vía El Mundo de España

Un viejo con cara de pillín engancha una cuerda con globos a la falda de una joven; un perrillo tira de una sábana que cubre a una mujer desnuda; una chica subida en un oso polar rodea con sus piernas las orejas del animal… Son imágenes que incluye la obra ‘Dian Hanson’s History of Pin-Up Magazines’, una lujosa edición de Taschen en tres tomos que traza un recorrido a través de las revistas eróticas, desde su aparición, a principios del siglo XX, hasta los 90.

Es el proyecto más reciente de la estadounidense Dian Hanson, editora del catálogo de contenidos sexuales de la firma alemana, responsable de títulos como ‘The big book of pussy’ y ‘Nobuyoshi Araki. Bondage’. A través de reveladores textos y cientos de imágenes originales (hay dibujos, caricaturas, fotos y montajes), se descubren los tabúes, los mitos eróticos y las costumbres de la sociedad occidental del siglo pasado. En efecto, el estudio se centra en Estados Unidos y Europa (Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y países nórdicos) y trata de arrojar luz, sin prejuicios ni convencionalismos, sobre esa “eterna batalla” de las publicaciones eróticas contra el gobierno de turno.

“La lujuria corrompe la mente, emponzoña el alma”, se lee en el primer tomo, que cubre el lapso entre 1900 y el fin de la Segunda Guerra Mundial. Es un periodo en el que la moral puritana de Norteamérica pugna con la exuberante sexualidad que viene de Francia, a través de publicaciones como ‘Paris sex-appeal’, ‘Pages folles’ y ‘La vie parisienne’. Corsés y chicas vestidas de torero frente a un colectivo censor empeñado en cortar con la tijera (o tapar con tela barata) lo que no quiere ver.

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) deja otra realidad al margen de los muertos: 300.000 parejas se divorcian en Estados Unidos. La represión sexual salta por los aires en obras provocativas como ‘Hot dog’ y ‘Spicy stories’ u otras más humorísticas, como ‘Smiles’ y ‘Chicks and chuckles’. Mientras los nudistas defienden las propiedades espirituales de ir por el mundo como vinieron a él, la matraca conservadora sigue alertando del “peligro que corren los jóvenes al estar expuestos a actos sexuales”.

El segundo tomo avanza desde la posguerra hasta 1959. Son tiempos de cambios y las revistas eróticas no son ajenas a ello. Cabeceras como ‘Bizarre’ y ‘Exotique’ exploran universos alternativos, como el sadomasoquismo y la dominación femenina. Se dice que John Willie, responsable de ‘Bizarre’, tenía una serie de pisos francos para realizar sesiones de fotos y fabricar sus revistas en caso de que el FBI hiciera una redada en su casa. En 1953, con 27 años, Hugh Hefner lanza ‘Playboy’; la primera portada, con Marilyn Monroe desnuda, ya avisa del gigantesco impacto que tendrá la revista, que no duda en mezclar fotos de chicas picantes con artículos sobre Picasso, Nietzsche, jazz y otros placeres cultos. Para 1971, ‘Playboy’ despacha más de siete millones de copias al mes. Ante las acusaciones de machismo, Hefner se defiende con descaro: “Fui feminista mucho antes de que existiera el feminismo”.

Con el paso de los años, otros magazines se adhieren a la idea de compaginar sexo con cultura, y no es raro ver artículos sobre Ray Bradbury, André Gide y Duke Ellington junto a provocadoras instantáneas de bellezas europeas como Anita Ekberg, Sofia Loren y Gina Lollobrigida. Por su parte, en Estados Unidos hay cinco mujeres que todos quieren tener en portada, son Dianne Weber, June Wilkinson, Jayne Mansfield, Betty Page y Marilyn Monroe.

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