Vía Elmundo.es En 1962, Stanley Kubrick le pidió a su amigo Bert Stern que fotografiara a la actriz de la película que iba a estrenar, ‘Lolita’. El director quería aplacar el escándalo y le dijo que no enfatizara la juventud de la protagonista, Sue Lyon, que entonces tenía 15 años. El fotógrafo se llevó a […]
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Vía Elmundo.es
En 1962, Stanley Kubrick le pidió a su amigo Bert Stern que fotografiara a la actriz de la película que iba a estrenar, ‘Lolita’. El director quería aplacar el escándalo y le dijo que no enfatizara la juventud de la protagonista, Sue Lyon, que entonces tenía 15 años.
El fotógrafo se llevó a su casa de Sag Harbor, en Long Island, a la chica y a su madre, y se puso a buscar escenarios con el libro de Nabokov subrayado en los pasajes que le podían inspirar. En un receso, Stern se paró en una tienda de ‘todo a 100’ y compró unas gafas de sol rojas con forma de corazón. Le parecieron “divertidas” y no podía imaginar entonces que esa baratija de plástico sería un símbolo durante décadas. Le puso las gafas a Lyon, le dio una piruleta e hizo las fotos para el cartel de la película que hoy siguen siendo un icono.
“Me lo pasaba en grande. La vida era todo trabajo. El trabajo era todo vida”, cuenta Stern, ahora de 83 años, en ‘Bert Stern: Original Mad Man’, el documental sobre su trabajo y su pasión por las mujeres recién estrenado y que es obra de su novia Shannah Laumeister, 40 años menor que él y que tenía 13 años cuando se conocieron.
Mítica sesión para ‘Vogue’
El documental coincide con la exposición en Nueva York de una selección de fotografías, desde sus primeras campañas publicitarias de vodka en los años 50 hasta el retrato de John Kennedy junior con el fondo del Capitolio. Stern ascendió gracias a su revolución conceptual de la publicidad, como cuando fotografió la imagen de una pirámide invertida a través del reflejo de una copa en el desierto egipcio. El respeto por sus anuncios le dio acceso después a Elizabeth Taylor, Audrey Hepburn, Sophia Loren, Twiggy y, sobre todo, Marilyn Monroe.
La muestra en la galería Staley-Wise del Soho se abre con una foto de 1962, el año que marcó la carrera de Stern: es la imagen reflejada en un espejo de él sentado en la cama al lado de Marilyn Monroe desnuda. La auto-foto es parte de una de las sesiones más célebres de la actriz, conocida como ‘The Last Sitting’. Stern hizo las fotos para ‘Vogue’ en junio y julio. La actriz murió por una sobredosis de pastillas el 5 de agosto. Era la primera vez que Marilyn posaba para la revista, que entró en imprenta unas horas después de que la actriz apareciera muerta.
Stern insistió en que la estrella no llevara maquillaje. En algunas imágenes aceptó que le pusieran perfilador de ojos y la peinaran un poco. Pero la naturalidad que a él le apasionaba asustaba a Marilyn, que unos días antes de morir exigió a ‘Vogue’ que hiciera una excepción para que ella pudiera censurar las fotos. Con un rotulador naranja, tachó los negativos de las que no le gustaban. En algunos casos, rayó las imágenes con una horquilla para asegurarse de que no serían utilizadas. “Detrás de las cruces había una mujer riendo, natural… Me pregunto por qué las tachó”, dice ahora Stern, que acabaría publicando algunas de esas imágenes descartadas por la actriz. La foto más imponente de la exposición es la de Marilyn desnuda y sujetando una tela transparente delante y tachada con una cruz naranja justo en medio. Stern tituló la foto ‘Crucifixión’ y aún cree que la marca naranja de Marilyn sobre blanco y negro no podía ser casual. “Ella o algo dentro de ella estaba haciendo arte”, dice.
El fotógrafo ya subastó ediciones limitadas de esas fotos y ahora vuelve a venderlas en la galería neoyorquina. Las reproducciones cuestan entre 7.500 dólares (5.700 euros) y los 30.000 (23.000 euros) y están firmadas por el artista.
Rehabilitación en España
Stern tiene unas 2.500 fotos de aquellos posados de Marilyn y se pasó años disputando en los tribunales una decena de negativos que unos fotógrafos dijeron haber encontrado en la basura en los años 70, la época en la que Stern dejó de trabajar por años de abuso de drogas que casi acaba con él. En 1973, vivió en Mijas (Málaga) con un amigo para intentar recuperarse de sus alucinaciones y de un divorcio tormentoso. Tras una lenta rehabilitación, volvió a la publicidad, siempre centrado en las fotos de mujeres y perseguido por la sombra de la más famosa.
En 2008, el fotógrafo recreó las fotos de Marilyn en una sesión para la revista ‘New York’ con Lindsay Lohan, que posó igual que la actriz en 1962. Las imágenes en que Lohan intenta imitar con éxito regular a la musa fueron muy criticadas por fotógrafos y otros colegas, apenados por el “sacrilegio” que Stern había hecho con su propio trabajo.
El fotógrafo sigue obsesionado con aquella última sesión con la actriz que más le cautivó. Acostumbrado a acostarse con las mujeres que fotografiaba, Stern cuenta que entonces intentó besar a Marilyn, pero que ella le rechazó. Él estaba casado con una bailarina que le adoraba hasta la patología y tenía tres hijos, pero dice que habría dejado su vida entera si la actriz le hubiera pedido que se fueran “al desierto”. “Las mujeres son todo… El hombre es sólo un músculo”, rumia Stern en el documental.