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Cultura

29 de Junio de 2013

Diez años sin Katherine Hepburn, la princesa rebelde de Hollywood

Vía 20Minutos.es “Kate tiene poca carne, pero la que tiene es de primera”, dijo en una ocasión de ella quien fuera durante años su amante irregular y tormentoso, el actor Spencer Tracy. Con una belleza huesuda y nerviosa, Katharine Hepburn —fallecida hace exactamente diez años, a los 95—, no solo desafió los lánguidos cánones estéticos […]

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Vía 20Minutos.es

“Kate tiene poca carne, pero la que tiene es de primera”, dijo en una ocasión de ella quien fuera durante años su amante irregular y tormentoso, el actor Spencer Tracy.

Con una belleza huesuda y nerviosa, Katharine Hepburn —fallecida hace exactamente diez años, a los 95—, no solo desafió los lánguidos cánones estéticos de la época ayudada por sus pantalones y sus hombros en tensión. También impuso un nuevo modelo de mujer duro, independiente y contemporáneo que jamás pasó por la vicaría y que, de niña, según confesó, disfrutaba trepando a los árboles y haciéndose llamar por un nombre masculino.
Su falta de sumisión ante los patrones del momento no evitó que se convirtiera en una de las musas más veneradas de la pantalla. “No se parecía a la época (…) Luego las chicas empezaron a imitarla, y la década se pareció a ella”, explicaría el cineasta George Cukor, mucho después de que Hollywood otorgara a aquella mujer llena de aristas el primero de los cuatro Oscar que obtendría a lo largo de su carrera.

Katharine Houghton Hepburn nació en 1907 en Connecticut (EE UU) en el seno de una familia intelectual, tolerante y acomodada. Su padre era médico y su madre ejercía como moderna activista participando en las campañas que pedían el voto para la mujer. Sin embargo, su adolescencia no fue siempre armónica y a los 14 años hubo de enfrentarse al suicidio de su hermano Tom, a quien estaba muy unida. A los 21 años decidió dedicarse por completo a la que había sido desde siempre su sueño: la interpretación. Poco después se granjearía fama internacional con títulos como Gloria de un día, Mujercitas o La fiera de mi niña, pese a que esta última fracasó en taquilla.

Desde entonces, participó en casi medio centenar de películas (entre ellas, De repente, el último verano o La reina de África), fue doce veces nominada a los Oscar y cuatro ganadora y, según numerosos críticos y la lista del American Film Institute (AFI), constituye la estrella más importante de los primeros cien años del cine en Estados Unidos.

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