Guillermo del Toro en el año 2006 sorprendió a todo el mundo con El Laberinto del Fauno, una historia de fantasía insertada en un contexto real: la resistencia a la dictadura de Franco en el campo español. Por eso, el escape fantasioso de una niña de once o doce años se convierte, metafóricamente, en el […]
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Guillermo del Toro en el año 2006 sorprendió a todo el mundo con El Laberinto del Fauno, una historia de fantasía insertada en un contexto real: la resistencia a la dictadura de Franco en el campo español. Por eso, el escape fantasioso de una niña de once o doce años se convierte, metafóricamente, en el deseo de escape y reivindación de toda una generación, que tal como esa niña, vivió el encierro y la represión.
Hoy, del Toro vuelve con Pacific Rim, o en español Titanes del Pacífico. Una película sobre la guerra entre la humanidad y unos monstruos gigantes provenientes de otra dimensión llamados Kaiju. Para vencerlos, los humanos a través de sus Gobiernos, crean a los Jaegers, robots gigantescos conectados biológicamente a sus pilotos. Allí están los protagonistas de la historia: Raleigh Beckett (Charlie Hunnam), un ex piloto dedicado a la construcción que vuelve a las canchas para salvar al mundo y Mako (Rinko Kikucha), una japonesa tímida que será la acompañante sensiblona del héroe.
Del Toro, el mismo hombre que en El Laberinto del Fauno nos sorprendió con un uso del drama y la fantasía pocas veces visto, hoy cumple apenas con el desafío de entregar una historia decente.
Sin embargo, y sería desfachatado obviarlo, sus secuencias de acción probablemente sean de las más audaces y llamativas que nos tocará ver en un buen tiempo. La película cumple con lo que muchos quieren sentir cuando van al cine: sorprenderse viendo cómo una película rompe nuevamente los límites de la tecnología y los efectos especiales. Fue lo que ocurrió con Avatar de James Cameron y es lo que ocurre hoy con Titanes del Pacífico, en menores proporciones quizá.
Y eso no es algo malo: es parte de la historia del mercado y del consumo del cine. King Kong (1933) y Godzilla (1956), por ejemplo, películas recordadas hasta el día de hoy, son filmes que tienen como génesis y objetivo causar estupor y emoción a los espectadores al ver cómo traspasan los límites de su época en cuanto a la tecnologización del cine.
Titanes del Pacífico lo logra. La construcción del espacio visual (los robots, las peleas, los monstruos enemigos, etc) logran la emotividad -y en algún momento la épica- que el resto de la película pareció olvidar por completo.
Dicho esto, es lamentable que una película de estas proporciones presupuestarias ignore, casi por completo, la preocupación por el drama. Ningún personaje vale la pena. Y no es necesariamente culpa de los actores. Los personajes desde su manufactura están vacíos. Son moldes prefabricados que ya hemos vistos en miles de películas del género: el impetuoso comandante del ejército (Stacker Pentecost interpretado por Idris Elba), el típico héroe que parece rugbista de high school (Raliegh), la chica tímida, esta vez japonesa (Mako) y un sin fin de clichés que hacen insoportables las escenas donde el director pretende poner algo de drama al relato.
La mejor actuación de Titanes del Pacífico es de una niña que aparece cinco minutos en toda la película, en un flashback a la infancia de Mako. La pequeña actriz Mana Ashida, deslumbra con una secuencia dramática impactante donde escapa de un Kaiju gigantesco en una ciudad devastada. La cámara no deja el rostro sollozante de la joven Mako y consigue dar, durante cinco minutos, con el drama que carece la película completa. En esa vital secuencia, del Toro revive el trepidante dramatismo que consiguió en El Laberinto del Fauno. Pero no basta.
Quizás para rellenar los vacíos que dejó en el drama, Titanes del Pacífico pretende tener su escape en la comedia. Como es el futuro y hay que exaltarlo, el director hace uso de una extravagancia en las actuaciones y los vestuarios de los personajes secundarios que recuerda al Quinto Elemento de Luc Besson pero en una versión fallida y forzada, sin chispa ni gracia y que termina por recordar a los personajes más estúpidos de las películas de Adam Sandler.
Titanes del Pacífico es una película que no califica para meterse en las mejores películas de acción de Hollywood. Básicamente porque todas esas películas tenían un grado de dramatismo que le daba solidez a la historia. Matrix y The Dark Knight (Batman), sólo para mencionar dos, además de una historia bien cuajada, no despreocuparon la actuación dejando para la historia del cine grandes personajes que hoy la cultura pop recuerda: Hugo Weaving como el agente Smith y Heath Ledger como el Guasón.
Son sólo dos ejemplos que sirven para afirmar que Hollywood ha parido grandes relatos y que esto no se trata de un fallo del cine comercial en general. Esto, simplemente se trata, de que Guillermo del Toro no supo impregnar de su profundidad y sensibilidad como cineasta a una película que podría haber dado mucho más.