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Poder

14 de Octubre de 2013

Negociar con los nazis, ¿tan deplorable como se piensa?

75 años después de firmado el Pacto de Múnich con Adolf Hitler, el nombre de Neville Chamberlain, premier británico en el momento, es todavía sinónimo de debilidad y apaciguamiento. ¿Es justo? Durante su discurso de 21 horas denunciando la ley de salud del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, Ted Cruz, el senador republicano por […]

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75 años después de firmado el Pacto de Múnich con Adolf Hitler, el nombre de Neville Chamberlain, premier británico en el momento, es todavía sinónimo de debilidad y apaciguamiento. ¿Es justo?

Durante su discurso de 21 horas denunciando la ley de salud del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, Ted Cruz, el senador republicano por Texas, afirmó que Neville Chamberlain le dijo una vez al pueblo británico: “Acepten a los nazis. Es cierto que dominarán al continente europeo, pero no es nuestro problema”.

La verdad es que el discurso de Cruz se destaca más por su longitud que por su precisión histórica, pero esta referencia despectiva refleja la persistencia de una creencia popular asiduamente propagada por los detractores de Chamberlain después de su caída en mayo de 1940.

Como supuestamente dijo quien lo sucedió en su cargo, Winston Churchill, “¡pobre Neville!, saldrá mal parado en la historia. Lo sé, pues seré yo quien la escriba”.

En su influyente libro “Se cierne la tormenta”, publicado en 1948, Churchill caracterizó a Chamberlain como “un hombre recto, competente, bien intencionado”, fatalmente perjudicado por una ilusoria confianza en sí mismo, que agravaba una ya debilitante falta de visión y experiencia diplomática.

Durante muchos años, esta seductora versión de los hechos se mantuvo indiscutida e indiscutible.

Como el comentario de Cruz ilustra, esa caricatura dibujada por Churchill de la década de los 30 -pintada en convincentes tonos monocromáticos de blanco y negro, bien contra el mal, coraje al “enfrentar a Hitler” versus el apaciguamiento cobarde- sigue resonando hasta el día de hoy.

El pacto desafortunado

El Pacto de Múnich, que más tarde llegó a simbolizar los males del apaciguamiento, se firmó en las primeras horas del 30 de septiembre de 1938.

En la ciudad alemana, Reino Unido y Francia aceptaron el desmembramiento de Checoslovaquia y la transferencia de la región de los Sudetes a Alemania ante a las amenazas cada vez más belicosas de Hitler de una acción militar.

Las esperanzas de Chamberlain de que este humillante sacrificio satisfaría la demanda territorial de Hitler y evitaría otra catastrófica guerra se desvanecieron en cuestión de cuatro meses.

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