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Cultura

17 de Enero de 2014

Entre el kitsch y el horror: El archivo fotográfico de la Stasi

El libro “Top Secret: Imágenes de los Archivos de la Stasi”, es una recopilación de fotografías que registra las operaciones del servicio de inteligencia de la desaparecida RDA. Imágenes de seminarios, irrupciones en domicilios y fiestas privadas de los agentes conforman una torcida galería que muestra qué es lo que veían los ojos de “El Gran Hermano”.

Por

Simon Menner, fotógrafo alemán, señala una polaroid donde lo único que se distingue es una cama deshecha. Es, según él, la imagen que mejor describe el asedio y la vigilancia imperantes detrás de la cortina de hierro.

Menner, que estuvo dos años indagando en los ficheros de la Comisión Federal de Archivos de la Stasi buscando registros de la represión cotidiana que la policía secreta de la RDA ejercía sobre los ciudadanos, dice:
-Esta foto parece muy inocente en la superficie, pero lo que hay bajo ella representa el horror al que estuvo sometido por años el país.

Las polaroids, explica, eran tomadas al interior de viviendas de ciudadanos que eran considerados una amenaza por el régimen, para que los agentes tuvieran un punto de comparación y pudieran dejar los objetos tal cual como los encontraban, “sin generar sospechas sobre los residentes de que estaban siendo vigilados”.

“Top Secret: Imágenes de los Archivos de la Stasi” es el producto de esta recolección de imágenes que el artista alemán publicó en noviembre a través de la editorial Hatje Kantz. Una selección de lo que él llama “documentos de maldad” a los que el paso del tiempo ha otorgado un aire cómico que, sin embargo, no logra opacar el horror que las concibió, y a las que el público general no había podido acceder hasta ahora.

El Ministerio de Seguridad del Estado (Ministerium für Staatssicherheit) era el órgano de inteligencia de la RDA. Creada en 1950, la Stasi fue considerada como uno de los servicios de inteligencia más efectivos del mundo, llegando a entrenar a policías secretas de otros países y a grupos armados revolucionarios alineados con el régimen soviético.
Cuando el muro de Berlín cayó en 1989, la Stasi contaba con 91.000 empleados en su nómina de pagos, junto con 173.000 “colaboradores” no oficiales. Si se piensa que Alemania Oriental llegó a contar con una población de 17 millones, las proporciones son escalofriantes: había un informante por cada 6,5 habitantes.

El archivo de la Stasi existe bajo el precepto de que investigar la historia es un derecho humano. Se trata de un proceso bautizado como Vergangenheitsbewältigung –palabra compuesta que se puede traducir como “hacer frente al pasado”- y que se relaciona con el largo camino que han recorrido los germanos para digerir el protagonismo que como nación ocuparon durante el siglo pasado. Sin embargo, el centro de documentación no funciona como una biblioteca pública y hay que justificar el interés por la búsqueda de una información determinada.

En el caso de las imágenes que acompañan este artículo, algunos rostros fueron pixelados o difuminados por el propio archivo, debido a que no se tiene completa seguridad de que todos los que están en las fotos eran funcionarios de la policía secreta. En caso contrario, explica el fotógrafo, “si se encuentra clara evidencia de que una persona en la imagen estaba trabajando para la Stasi u otra agencia de gobierno – ya sea de Alemania Oriental u Occidental- bajo la ley alemana estos individuos no tienen derecho a privacidad en lo que respecta a estas imágenes, ya que se encontraban en pleno cumplimiento del deber”.

La mezcla entre el horror y el ridículo de las imágenes fueron los elementos que guiaron la selección que realizó Simon Menner, porque “obligan al observador a conocer el trasfondo de cada uno de estos documentos”, dice.

Los seminarios eran unas de las ocupaciones principales de la Stasi. Entre las fotos se encuentran instructivos para vestirse como civil o turista occidental usando diferentes accesorios. Cómo ponerse el bigote y la peluca, qué disfraces usar según indicaban los manuales de estilo y clase y cómo comportarse.

Parte de esta enciclopedia de la represión incluye recreaciones de seguimientos, combates cuerpo a cuerpo y lo que parecieran ser reuniones con otros agentes, ya sea en descampados o en medio de reconocibles hitos arquitectónicos berlineses.

El panorama se torna más oscuro cuando las fotos dejan de ser meras representaciones y se transforman en documentos de acoso reales, así como de incursiones dentro de viviendas en búsqueda de “material sospechoso”. Esto último podía abarcar objetos tan diversos como correspondencia con Alemania Occidental, hasta comida proveniente del otro lado del muro o incluso productos de consumo cultural que revelasen una simpatía por la decadencia capitalista. Así se aprecia en una de las fotos que registra una habitación juvenil empapelada con imágenes de Madonna.

”Dependiendo de la interpretación que se hiciera de los objetos, la posesión de, por ejemplo, una cafetera de la marca Siemens podía significar años en prisión”, explica Menner.

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