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27 de Enero de 2014

Phillip Durán, autor de La Hora de los Halcones: “Chile intentó bajar la demanda”

"No había espacio para hacer mucho más en la medida en que se definió hacer respetar los tratados y sobre la base de ellos mantener la tesis de que no hay temas pendientes. En ese contexto, Bachelet y Piñera sólo debían conducir de la mejor forma posible las estrategias de defensa, la discusión que hubo en La Haya sobre tratados del 52, 54, 68, 69. Y se confío en que Ecuador iba a respaldar la posición de Chile", explica el periodista especializado en relaciones internacionales y autor de un libro clave para entender cómo se gestó la demanda de Perú ante la Corte Internacional cuyo fallo se conoce hoy.

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“La reunión de los cancilleres esa mañana fue importante. El objetivo era revisar el estado de la agenda bilateral. Sin embargo, según quienes conocieron su contenido, parte del diálogo giró en torno a un sorpresivo planteamiento del ministro chileno. Las mismas fuentes dicen que el canciller chileno apuntó a la necesidad de encontrar salida a los temas más complejos de la relación y de abriri una negociación incluso sobre la controversia limítrofe. En detalle, Moreno planteó la idea de que Lima validara el paralelo como límite marítimo y Santiago estaría dispuesto a reconocer la soberanía peruana en el triángulo externo”, consigna como primicia el libro La Hora de Los Halcones del periodista Phillip Durán. El episiodio hace referencia a una reunión del 23 de septiembre de 2010 entre los cancilleres Alfredo Moreno y José Antonio García Belaúnde en Nueva York en que Chile intentó bajar la demanda ante la Corte Internacional de La Haya cuya resolución se conocerá hoy.

Durán, actual subeditor del diario La Segunda, ha dedicado su carrera como periodista a investigar relaciones internacionales y ha seguido en detalle el litigio. En esa calidad, accedió a conversar con The Clinic Online sobre la delicada relación entre Santiago y Lima y la forma en que se fue fraguando el diferendo limítrofe.

“Hay un desarrollo de la tesis jurídica de Perú que viene desde los ’70. En el 86’ Alan García realiza un primer reclamo limítrofe y en septiembre de 2000 ya hay un reclamo formal por el límite marítimo. Pero la estrategia peruana tampoco estaba completamente definida. Fue cambiando, adecuándose en el tiempo”, relata.

El ex presidente Alan García ha sido bastante crucial. Durante su primer mandato se produce la primera referencia al tema el año ’86 y es en su segundo gobiernon cuando se presenta la demanda en 2008. ¿Es la figura clave en este proceso?
García tuvo un rol muy protagónico. Presentó el reclamo de 1986. Su asesor Hugo Otero se reunió con Pinochet y abrió la posibilidad de que el canciller chileno Jaime del Valle recibiera en su despacho al embajador peruano Juan Miguel Bákula a pedido de Allan Wagner, entonces ministro de Relaciones Exteriores del Perú. La gestión de Bákula fue bastante más simple de lo que ellos se esperaban porque lo predecible era que la administración de Pinochet dijera que no existían temas pendientes y no fue así: se quedó de analizar el tema y hubo comunicados donde constó esta postura. Oficialmente Chile no rechazó la tesis peruana de que no había límites.

¿Fue el primer error de Chile?
Ahí hubo un manejo que los diplomáticos hoy critican porque fue muy usado en la Corte el antecedente de que el ’86 se aceptó parte de Chile que existía un tema pendiente. Dudo de que en los ’80 Alan García haya tenido en mente llegar con este tema casi veinte años después a La Haya, lo que buscaba en ese momento era negociar y esa arista se abrió. El cálculo que hizo García fue que como Chile estaba aislado, cualquier oferta de relación, aunque fuera de temas limítrofes, sería bien recibido. Bákula lo que hizo fue un planteamiento general: dijo que el paralelo como límite era inequitativo y que se debía abrir una discusión al respecto.

Mencionas en tu libro que esa laxitud de Perú ha sido una herramienta bastante eficaz en su relación con Chile.
Es una opinión de un diplomático chileno que dice que Perú nunca es concluyente. Esa tendencia a generalizar es una crítica bastante instalada entre los diplomáticos. Puede ser un método astuto de forzar negociaciones.

Más allá de la sinuosidad diplomática hay señales contundentes de Perú de que el tema estaba en agenda. Describes, por ejemplo, que cuando un terremoto destruye en 2001 un faro en la costa de Tacna que, junto a una estructura similar en territorio chileno, marcaban el límite marítimo, Lima se niega a reconstruirlo.
Esa es una señal física relevante de lo que se venía, porque Perú destruye el único vestigio que mostraba cuál era el paralelo. No puedes borrar la historia, pero es simbólico el retirar los restos del faro y negarse a levantarlo nuevamente. Y así fue leído en Chile porque además existían, desde antes de junio de 2001, otras señales. Perú había protestado formalmente dos veces contra Chile. La primera vez en octubre de 2000 por la carta náutuica “Rada y Puerto de Arica”, que consignaba que el límite marítimo es el Hito 1 y la segunda en diciembre de ese año como reacción a la respuesta chilena de que el límite marítimo estaba fijado , donde se expresaba con claridad por parte de Perú que se desconocía la existencia de un acuerdo o convenio sobre el límite marítimo.

En ese contexto se da también el “incidente” de la caseta.
Claro. Eso es de hecho dos meses antes del asunto del faro. El Almirante Jorge Arancibia movió una caseta fronteriza poco después de los dos reclamos de Perú. Existía el acuerdo previo de que cualquier actividad a cien metros de la frontera debía ser consultada por lo que el gesto es interpretado como hostil. El problema es que tampoco estaba al tanto el Presidente Ricardo Lagos ni Cancillería. Fue una señal diplomática muy dura cuando ese no era el espíritu de la administración de Ricardo Lagos.

Ahí Chile también da señales confusas. Primero dice que la caseta está bien ubicada y que se quedará, pero luego Lagos ordena que sea sacada. ¿Fue un error?
Para algunos fue un error, pero se entiende que se optó por no tensionar más el asunto, porque Lagos logra darse cuenta de que la situación estaba complicada tanto interna como externamente. Ahora, los datos que he recabado dan cuenta de que este episodio no dio una argumentación jurídica adicional a la Corte. Lo claro es que Arancibia logró molestar a Lagos y que Perú tampoco tenía en ese momento una política clara: primero dice que estaba en territorio chileno, luego que estaba en tierras peruanas, después dice que Chile ha reconocido su error, Chile responde que no es así.

¿Cuándo Perú deja de vacilar en su política hacia Chile y opta definitivamente por La Haya?
En la administración de Alejandro Toledo, Manuel Rodríguez Cuadro diseña un plan con pasos jurídicos y políticos que nada tienen que ver con negociar con Chile, sino con ir a La Haya. Tan así es que él le envía, en su minuto, una oferta de negociación a Soledad Alvear con el objetivo exclusivo de que ella le dijera que no, porque ahí se agotaba el diálogo y se podía demandar. Él, de hecho, recibió críticas en Perú por haber recibido esta negativa de Alvear a negociar y él dice que no fracasó la estrategia de negociar sino que fue exitosa la estrategia de ir a La Haya. En ese momento, él envió cartas a expertos internacionales pidiendo su opinión y reclutó de hecho a algunos de los representantes.

Sin embargo la demanda no la presentó Toledo.
No, porque hay elecciones y Alan García, que ganó, pidió esperar y luego, cuando cambió el contexto -y con una fuerte presión interna por el liderazgo de Ollanta Humala-, optó por demandar.

EL FACTOR ARICA EN LA DECISIÓN DE GARCÍA

Relatas que García, cuando recién asumió, se comprometió con Bachelet a no levantar el tema.
Sí, él le dice explicítamente que el asunto fronterizo es un tema que no va a priorizar. Pero en los hechos, García Belaúnde le pide al canciller Alejandro Foxley negociar muchas veces ; y eso a Foxley le empieza a molestar porque eso no iba estar en la agenda. En Perú replican que lo que habían sacado de la agenda era la demanda y no la negociación. De todos modos, hay tensión y cuando se está por promulgar la ley que crea la región de Arica y Parinacota, en 2007, la situación se vuelve inmanejable.

Por la indicación sobre el Hito 1 como frontera.
Claro, en Perú dicen que la Ley Arica empujó todo, que sin la Ley Arica no se habría reactivado la discusión sobre el tema, que Alan García no hubiera enfrentado tensión interna por ir a demandar a Chile y todo. Perú reclamó en enero de 2007 diciendo que había una controversia sobre los límites, pero más allá de las notas diplomáticas en que Perú rechaza enérgicamente los límites, lo que se pone en la mesa es “habíamos acordado no meter ese tema en la agenda”, entonces para qué escribir en la ley dónde está el límite. Y en Chile la lógica es “por qué no vamos a poner donde está el límite. Una cosa es no pelear y otra cosa es que empiece a omitir mi postura”. La lectura de la gente que hizo la ley es que omitar esa información era debilitar poco a poco la posición chilena.

Sin embargo, finalmente se borró la alusión a la frontera.
Sí, en el Tribunal Constitucional, aduciendo una cuestión de forma: que una ley administrativa no tenía por qué regir los límites del país. Como sea, desde ese momento Alan García tuvo que enfrentar presión interna. Ollanta Humala encabezó una marcha hasta el hito 1. Ahí los peruanos dijeron que no había otra salida que ir a La Haya. Esa fue una decisión que se tomó en poco tiempo. Esa polémica se solucionó a finales de enero, y a principios de marzo García Belaúnde estaba comiendo con un abogado en Europa.

En ese minuto, según consignas, Chile ofrece negociar.
-Hay un episodio de una reunión informal en Santiago, en la Cancillería, donde insisten en que no hubo una oferta formal de negociar y que Foxley no estuvo al tanto. Lo que investigué da cuenta de que en una reunión informal, dos diplomáticos chilenos –el entonces embajador en Lima Cristián Barros y el jefe de América del Sur de la Cancillería chilena de la época, Juan Pablo Lira- le plantearon al embajador peruano en Santiago, Hugo Otero y a Nestor Popolizio, a cargo de Asuntos de América del Perú, que exploraran qué pasaría si Chile estuviera en disposición de reconocer la versión peruana de límite terrestre si Perú reconociera el paralelo. Y hay dos versiones: que dijeron que no y que pidieron un tiempo para hacer la consulta en Lima. En cualquier escenario, no prosperó.

¿Esa oferta se realiza porque ya se vislumbraba que el siguiente paso era La Haya?
La Cancillería peruana en medio de la crisis por la ley Arica empezó a transmitir que la polémica ya era pública y que la discusión sobre La Haya estaba de nuevo instalada en Perú. Y poco después dijeron que no había espacio para conversar nada más y que lo único posible era La Haya.

Chile optó por una estrategia de contención, ¿por qué?
No había espacio para hacer mucho más en la medida en que se definió hacer respetar los tratados y sobre la base de ellos mantener la tesis de que no hay temas pendientes. En ese contexto, Bachelet y Piñera sólo debían conducir de la mejor forma posible las estrategias de defensa, la discusión que hubo en La Haya sobre tratados del 52, 54, 68, 69. Y se confío en que Ecuador iba a respaldar la posición de Chile.

Y eso no ocurrió.
No, porque Ecuador, que se rige por los mismos tratados, vio una oportunidad de negociar por su parte con Perú el límite que les faltaba especificar. Como eran los mismos tratados, el límite entre Perú y Ecuador estaba especificado en los mismos términos: un paralelo. Y no decía dónde, en qué coordenada, no estaba eso especificado. Entonces eso le faltaba especificar con Perú, y eso lo logró en buena medida porque si Perú no hubiera demandado a Chile, Ecuador no hubiera tenido el piso para negociar con Perú, porque la manija que tuvo para apretar en la negociación fue que si Perú no les concedía lo que querían ellos, iban a respaldar a Chile en La Haya. Y eso lo dijo públicamente Rafael Correa cuando le pidió un compromiso escrito a Alan García: “papelito manda”, dijo, “si me dan un papelito yo no voy a La Haya”.

¿Perjudicó a Chile la postura de Ecuador?
Sí. Ante la Corte está por verse cuánto peso tiene, pero le quitó a Chile una herramienta que le habría dado fuerza a su postura.

Ante esa dificultad, ¿Qué hizo el gobierno de Piñera?
Da la impresión que puso como prioritario, desde el principio, conseguir un respaldo efectivo de Ecuador. Algunos dicen que quizás puso demasiado presión en eso, pero lo concreto es que el embajador ecuatoriano en Perú fue bien explícito cuando dijo: “Ecuador apoya a Ecuador”.

Otro episodio que detallas es cuando Alfredo Moreno estuvo dispuesto a negociar, ¿cómo se dio esa situación?
Fue en 2010, en la ONU, en Nueva York. Se reúnen los cancilleres, y la historia es que Moreno plantea, en términos potenciales, poner sobre la mesa el tema de que Chile pueda reconocer la pretensión peruana del triángulo externo, que es uno de los puntos de la demanda. Y que, ante esto, Perú reconociera el paralelo. Lo que yo conseguí fue una cuña de García Belaúnde diciendo que ese planteamiento se hizo. Y la Cancillería chilena dijo que nunca hubo una propuesta formal y que si hubo algún comentario parecido, no fue con la intención de abrir una negociación de ese tipo. Pero Chile intentó bajar la demanda, eso es al final.

¿Bajar la demanda porque se estimaba que cualquier resultado era negativo para Chile?
Me imagino que si hubo esa intención era con varios objetivos, independiente del resultado, haber bajado una demanda de ese tipo habría sido un logro diplomático impresionante. Si tuvieras la certeza 100% de ganar, que nunca se tiene, bajar la demanda es de por sí un logro importante.

¿Por qué Piñera eligió el camino de las cuerdas separadas?
Por lo tiempos: a Bachelet le tocó recibir la demanda, por lo que tuvo que reaccionar con molestia. A Piñera, en cambio, le iba a tocar implementar el fallo –hay que recordar que se fueron postergando los plazos- y para eso necesitaba tener una relación menos tensa con Perú para poder manejar situaciones complicadas. Piñera le pidió a Alan García, por ejemplo, terminar con el tema de la carrera armamentista y realizó gestos: planteó dialogar para bajar la polémica, y también hizo una propuesta de homologar los gastos.

Pero haber condecorado a Alan García, haber brindado con pisco sour con él, ¿era necesario eso, o pudo haber sido menos efusivo?
Son cosas más comunicacionales. Se supone que el razonamiento es que las cortes son permeables a los climas y ambientes, y que si te ven de amigo con quien te demandó les importa poco resolver lo que sea. No lo sé, además Piñera trató de salir jugando. Le ofrecieron pisco sour y antes de tomarse la foto con Alan García, Piñera saca la frase de que “el pisco sour es del que se lo toma”. Hizo un intento por despegarse un poco del asunto, pero al final ya estabas ahí.

¿Tuvo algún rol algún empresario, en la misma lógica de las cuerdas separadas?
No tuve información de que tuvieran un rol decisivo más allá de aportar con evidencia. Angelini ha aportado con papeles, con permisos, cosas así. El rol que sí tienen ahora es de moderación. Para ambos gobiernos el rol de los empresarios es positivo, porque los empresarios quieren que los niveles de tensión no escalen tanto al nivel de que perjudiquen tanto los climas políticos como los climas comerciales. En ese sentido, los empresarios han sido activos en que la tensión no escale.

¿Chile tiene margen para desconocer el fallo de La Haya?
No. Todo el mundo ha dicho que no hay margen: Piñera, Bachelet y la oposición. Han dicho que es menor el costo de perder algo en derecho, que aparecer quedando fuera del derecho internacional, y ese es un discurso que Chile siempre ha tenido sobre la mesa: de que Chile cumple los tratados que firma y eso es un activo: que el resto te considere respetable por los compromisos que tomas. Además, no se eliminarían las controversias. Se podría desconocer el fallo, pero el problema va a seguir ahí.

¿En qué posición queda Bolivia, es el más perjudicado?
La salida al mar que ellos encuentran más útil es el corredor por el norte de Arica, y si Perú obtiene lo que pide de mar, ese corredor chocaría inmediatamente con aguas peruanas. Pero eso, independiente de que es una dificultad adicional para Bolivia, no cambia tanto el escenario de fondo que siempre tuvo Bolivia: necesita del Sí tanto de Chile como de Perú para lograr ese corredor. Lo va a seguir necesitando ahora, aunque para Perú va a ser más costoso: antes tenía que decir que Sí para ceder territorio que era de Chile, a lo más perdía al conexión con Arica, ahora tendría que entregar mar peruano.

Luego de este fallo, ¿es presumible que aparezcan nuevos temas pendientes con Chile?
Falta ver cómo va a ser el fallo y si resuelve todo. Los efectos pueden ser que se cierren todos los temas limítrofes al fin, y el otro es el impacto más cultural, que es una lectura que hacen muchos analistas en Perú: que el esquema de la relación es que hay un país que es superior al otro, económica y militarmente. Un esquema de derrotado y ganador. Y ese esquema podría cambiar eventualmente si Perú tiene un buen resultado en La Haya.

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