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Mundo

31 de Marzo de 2014

Cuando la gente común vence a las grandes corporaciones

Un hombre que compró una laptop tuvo que batallar con un banco durante 16 años para que le compensaran por dañar su calificación crediticia, convirtiéndose así en uno de esos consumidores que se embarcan en una batalla épica contra grandes multinacionales. Se trata de Richard Durking, que peleó contra el banco HFC, que no le […]

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Un hombre que compró una laptop tuvo que batallar con un banco durante 16 años para que le compensaran por dañar su calificación crediticia, convirtiéndose así en uno de esos consumidores que se embarcan en una batalla épica contra grandes multinacionales.

Se trata de Richard Durking, que peleó contra el banco HFC, que no le dejó cancelar un crédito por la computadora portátil que compró en la tienda PC World que posteriormente devolvió.

El reclamo de US$2.500 terminó costándole más de US$400.000 en gastos legales, así como incontables horas de lucha.

Económicamente la victoria de Durkin es nimia, nunca recuperará las sumas de dinero y el tiempo invertido en el caso. Pero sí es un importante punto de inflexión para los consumidores.

Cuestión de principios

Estos casos son muy noticiosos debido al hecho de que lo que está en juego son asuntos de principios, no de dinero.
Por ejemplo, Harry Cichy dedicó más de una década de su vida batallando con la firma Hoover sobre su oferta de vuelos gratis.

En 1992, la compañía de electrodomésticos ofreció a los clientes que se gastaran más de US$160 a cambio de vuelos gratis, inicialmente a Europa y luego en América.

Muy pronto clientes empezaron a acusar a la firma de dificultar el acceso a la oferta. Cichy lanzó el Grupo de Presión Hoover Holiday e invirtió diez años tratando de lograr que el grupo dueño de Hoover, Maytag, hiciera honor a su oferta.

De hecho, para dedicarse plenamente al asunto dejó su empleo como gerente de cátering.

“Ocupa toda tu vida, me metí a fondo. Te ves absorbido por ello”. Cuenta que perdió una fortuna. “Tuve que vender mi casa en 2001 básicamente por culpa de Hoover”.

Cuando el caso se hizo público no pudo dar marcha atrás, estaba en juego su orgullo personal.

“Era un completo timo de mercadeo. Si un tipo en Oxford Street hace un truco de tres cartas y lo atrapan, le encierran. Pero el tipo de la multinacional no. Para mí esto es un timo, un fiasco total”

Victoria

Al final Hoover perdió casi US$80 millones, la reputación de su corporación y su cuota de mercado se redujo.

Unas 220.000 personas consiguieron sus vuelos gratis, después de que la justicia obligara a la compañía. Aunque Cichy estima que tendrían que haber comprado vuelos a millones.

Aun así, Cichy está orgulloso de lo que se consiguió. “No lo haría con mi edad ahora (59)”, pero a los 38 tenía la perfecta para luchar, dice. “Conseguí una gran satisfacción personal con esto. No se salieron con la suya”. ¿Y los vuelos gratis de Cichy? Lo cierto, es que nunca los consiguió.

Algunas batallas cambian el curso de la historia legal. La batalla legal entre Stella Liebeck y McDonald’s después de que se le cayera su café y le causara quemaduras, se convirtió en un punto de referencia en la lucha por reformar un sistema legal que en Estados Unidos permite demandar a otro por los daños y pérdidas sufridas.

El debate sobre este caso sigue candente e incluso fue el tema de una película en 2011.

Personas litigantes

La próxima vez que intenten reclamar una compensación a una aerolínea por el atraso de un vuelo, deberían agradecer a Friederike Wallentin-Hermann.

Su exitosa acción legal contra Alitalia hace que sea mucho más difícil para las aerolíneas escaparse de pagar compensaciones alegando que fallos mecánicos rutinarios fueron “circunstancias excepcionales”.

En muchos casos el consumidor es quien se representa a sí mismo convirtiéndose en personas litigantes.

Doug Paulley, quien tiene una discapacidad severa y vive en un centro especial, triunfó recientemente en su litigio contra el Teatro Barbican de Londres.

Se quejó del hecho de que los discapacitados que deben asistir a las obras con un cuidador tienen que pagar doble.

Los directores del teatro acordaron corregir esta política días antes de que se celebrara un juicio al respecto en la localidad de Harrogate.

Discapacitados y autobuses

Paulley invirtió un año de su vida en este asunto, pero todavía sigue embarcado en otra lucha.

A Paulley no le dejaron entrar en un autobús porque un cochecito de bebé ocupaba el lugar necesario para ubicar su silla de ruedas.

La política de la compañía de autobuses daba prioridad a las sillas de ruedas, pero dejaba claro que los conductores no tienen el poder de forzar a pasajeros que se niegan a moverse.

Paulley alega que esto viola las leyes de igualdad. Hasta el momento ganó el primer juicio en septiembre de 2013, pero la compañía todavía puede apelar. Se espera que el caso quede resuelto a mediados de este año.

Rex, un bloguero de Seattle, en Estados Unidos, batalló contra Apple cuando la empresa se negó a repararle una computadora defectuosa.

Al final ganó, pero por cada Rex hay miles de personas que no tienen el tiempo o la motivación para reclamar hasta este punto.

Cuesta dinero

El abogado Andrew Leakey dice que el mayor problema con casos como el de Richard Durkin es financiarlos.

“Si pierdes el caso arriesgas perderlo todo. Si eres un propietario irán por ti con los costos, lo que es algo importante que considerar. Lo puedes perder todo”.

Leakey dice que en casos donde los principios están en jugo la gente está tan desesperada que lo arriesga todo.

“Como abogados nos volvemos indiferentes sobre ir a un tribunal, pero puede ser una experiencia muy estresante”.

Los consumidores que a su vez son abogados lo tienen más fácil. Angela Walsh logró recuperar casi US$1.000 en cargos por roaming en su celular durante sus vacaciones en Australia en una batalla legal contra T-Mobile.

No todas las cruzadas contra grandes corporaciones requieren una acción legal. El británico Nigel Cannings llevó a cabo una campaña pública contra la red de automercados británica Tesco para que pararan de hacer entregas nocturnas junto a su hogar.

¿Por qué hacer algo así?, le preguntó la BBC.

“Es una queja contra la injusticia. Todo el mundo dice ‘¿Por qué nadie hace nada?’ Bueno, pensé que esa persona tenía que ser yo”.

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