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Mundo

8 de Abril de 2014

Los niños que deciden morir

Desde el 2002 cada año alrededor de 1.200 belgas solicitan un suicidio asistido. El pasado 12 de febrero se aprobó una ley que permite extender la posibilidad de hacer ese procedimiento clínico a niños, sin límite de edad. Se espera que entre 5 y 10 menores reclamen morir este 2014.

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Una inyección, una pastilla o un jarabe dulce con sedantes en altas dosis, así escoge la gente acabar con su vida en Bélgica, así lo harán también, desde ahora, los niños sin restricción de edad. El 12 de febrero pasado, el parlamento aprobó una ley con 86 votos a favor, 44 en contra y 12 abstenciones, que bajo condiciones específicas de riesgo vital, permite a infantes de cualquier edad, pedirle a su doctor que la lucha se acabe en pocos minutos.

En las secciones de pediatría de los hospitales belgas hay piezas con niños enfermos que hoy conversan sobre la posibilidad de no existir más, enfermeras y doctores caminan entre las camas y, por primera vez, se sientan a conversar con sus jóvenes pacientes sobre su opción a la eutanasia. En pocas semanas, la cobertura mediática trasladó la discusión de las salas del parlamento a los hospitales.

En 2001 se legaliza el consumo de la marihuana y despenaliza el de drogas duras; en 2002 se aprueba la ley de eutanasia para adultos; en 2003 se legaliza el matrimonio homosexual y en 2013 la eutanasia para niños. Así un estado 70% católico, transmutó su sistema político de conservador a uno de los más liberales del mundo, teniendo como principio fundamental las libertades individuales.

Según la jefa del departamento de pediatría de la Universidad de Lovaina, Marleen Renard, en Bélgica “hay alrededor de unos 100 niños en condiciones de solicitar una eutanasia”, un proceso que, al igual que en el caso de los adultos, será costeado por el sistema de previsión social. “Hemos abierto una puerta que quizás debía permanecer cerrada”, advierte la doctora.

“Este primer año estimamos que entre 5 y 10 infantes solicitarán el suicidio asistido” explica el belga del Grupo por el Cuidado al Término de la Vida –End of Life Care-, Kenneth Chambeare. Para que esto ocurra se deben cumplir estrictos requisitos legales: la enfermedad no puede tener expectativa clínica de curación, el niño debe sufrir dolores fuertes, los infantes deben estar desahuciados a corto plazo y deben ser revisados por tres doctores, un psiquiatra y además contar con la aprobación escrita de los padres.

Los niños en Bélgica no pueden votar, ir a la guerra, ni portar armas hasta los 18 años, y tampoco pueden tener relaciones sexuales, ni casarse hasta los 16. ¿Por qué decidió entonces el parlamento belga que, sin una barrera etaria, los infantes tenían la capacidad de decidir sobre sus propias vidas?

En un país que aprobó la eutanasia para adultos, argumentando la dignidad de las personas sobre su derecho de muerte, la extensión de la ley de eutanasia infantil es un paso lógico considerando que “se remueve la barrera de la edad para que no exista discriminación contra la dignidad de los menores”, según explica Chambeare.

Otro elemento que figura en el debate sobre la toma de decisiones de menores de edad es que “cuando se enfrentan a una enfermedad terminal, los niños adquieren mayor madurez y son capaces de comprender lo que significa la muerte” explica Chambeare. Sin embargo, la doctora Renard está en total desacuerdo con esta idea, según ella “no se puede someter a un niño a tomar una decisión de ese tipo. La madurez es un tema muy relativo y no está presente en un niño solo porque tenga una enfermedad incurable”.

Chile, lejos en el mapa y en la reglamentación, aún no ha tramitado legislaciones sobre aborto terapéutico ni eutanasia para adultos, mucho menos para menores de edad, pese a que la encuesta UDP del 2010 dice que el 70% de los chilenos respalda la eutanasia. El senador del PS, Fulvio Rossi es, hasta la fecha, uno de los escasos promotores de la eutanasia en el parlamento; su proyecto de ley para la muerte asistida, “lamentablemente no ha tenido piso político para avanzar. Es lo que pasa con el matrimonio igualitario, con la política de las drogas y con el aborto terapéutico” explica. Sobre la eutanasia infantil, Rossi comenta que “los niños tienen que ser escuchados, a mayor edad tienen mayor capacidad de juicio y discernimiento, pero evidentemente un niño no es un adulto”.

Una discusión sin casos clínicos
“Los partidos liberal y socialista fueron los propulsores de esta ley, la oposición eran los partidos de derecha y cristianos. Yo la apoyo, pero es un problema de principios, no hay muchos pacientes que hayan pedido la eutanasia ni que se vayan a beneficiar de ella” argumenta Chambeare. La gran crítica que han recibido los políticos belgas es que este problema se trataba de una disputa parlamentaria más que de un asunto de salud pública. Todavía no se ha registrado el primer caso de eutanasia activa en un paciente menor de edad. Sin embargo, en Bélgica de 300 casos en el 2003, los suicidios asistidos de adultos alcanzaron 1500 en el 2012.

“Jamás escuché que un niño pidiera morir” dice la Dra. Renard: “Bélgica tiene un excelente sistema de cuidados paliativos,” agrega en referencia a las formas de mantener a un enfermo terminal con el mínimo sufrimiento posible. A pesar de la apertura política que pueda manifestarse, el problema de la aplicación técnica de la eutanasia todavía causa conflicto.

La senadora del partido de Cristianos Demócratas, Sonja Becq, ha sido una de las mayores opositoras a la ley y problematiza el conflicto. “Ahora los niños pueden llenar un documento pidiendo una eutanasia. Pero a esa edad el cerebro y, por lo tanto las capacidades cognitivas, siguen en desarrollo, no podemos estar seguros de la madurez”.
Otra complicada variable en la discusión es la tutoría legal de los padres, Becq cree que “muchos pueden estar conmocionados con el sufrimiento de sus hijos e influenciarlos para que llenen la solicitud, es algo completamente contradictorio”.

Hasta hoy solo Holanda y Bélgica han aprobado la eutanasia activa, que implica el derecho a dejar de vivir mediante la aplicación de fármacos en dosis letales. Otros países han abierto la posibilidad de eutanasia pasiva, en que se suspende cualquier tratamiento que hasta ese momento mantuviera vivo al paciente y la eutanasia indirecta, en que los tratamientos paliativos pueden derivar en la muerte.

En Bélgica se han documentado muchos casos que encienden el debate político en torno a los motivos que determinan la decisión de morir. Probablemente uno de los más destacados sea el de Nathan Verhelst, un transexual bautizado como Nancy, que pidió la eutanasia luego de horrorizarse con los resultados de su cirugía de cambio de sexo. Basado en el diagnóstico clínico de “angustia extrema”, el doctor Wim Distelman le inyectó una dosis letal de sedantes el 30 de septiembre del 2013.

Según explica el director del Grupo por el Cuidado al Término de la Vida, Kenneth Chambeare, un caso como este no se daría con un niño. La diferencia entre la eutanasia para adultos y para menores de edad radica justamente en las patologías psicológicas, “los adolescentes son mucho más proclives que los adultos a la depresión y otras enfermedades emocionales, por lo tanto esa opción fue excluida en la ley”.

El kit
Uno de los temores de la Dra. Marleen tiene que ver con instalar una discusión que generó una apertura muy fácil a un tema delicado. En las farmacias belgas, por ejemplo, desde abril del 2005 se vende un kit para practicar la eutanasia en el hogar, donde se llevan a cabo el 41% de estos procedimientos. Los médicos pueden comprarlo en las farmacias, previa aprobación del hospital, y luego aplicarlo en la casa de los pacientes. La operación consiste generalmente en una inyección de Tiopental, un sedante que en Chile es de uso exclusivamente intrahospitalario.

Por 35.680 pesos chilenos -45 euros- más el costo de la consulta y evaluación de un médico, cualquier paciente adulto puede dejar de vivir. El control del uso de este kit queda bajo la jurisdicción de una comisión federal del Ministerio de Bienestar y Salud Pública. Cualquier caso que no coincida con los requerimientos deberá ser alertado a las autoridades, “pero es algo sumamente difícil de controlar”, dice la doctora Marleen Renard.

El año 2002 la preocupación de la Asociación Belga de Doctores consistía en la posibilidad de asistir el suicidio de una persona que aún tuviera algunos años de vida, algo que sin duda se hizo realidad: En la región belga de Flandes, el aumento de las muertes por eutanasia asciende a 8% del total de fallecimientos, algo que preocupa a los sectores políticos opositores a esta medida, pues podría extrapolarse al caso de los menores de edad.

Pese a lo estipulado en la ley, la discusión siempre refiere a adolescentes con enfermedades terminales, aunque eventualmente un niño de 5 años estaría en condiciones de pedir un suicidio asistido. Al respecto, Chambeare dice que “se ha abierto esa posibilidad, pero estoy seguro que nunca pasará en la práctica”.

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