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Opinión

9 de Julio de 2014

Un Ejército blando

*Fotografía: Alejandro Olivares. “En la medida que se incorporen abiertamente homosexuales al ejército la imagen de este empieza a decaer. En el fondo es un tema moral y la institución es muy sensible a eso. Por eso digo que se transformaría en un ejército blando. Esto abarca, básicamente, dos perspectivas. Una tiene que ver cómo […]

Augusto Pinochet III
Augusto Pinochet III
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*Fotografía: Alejandro Olivares.

“En la medida que se incorporen abiertamente homosexuales al ejército la imagen de este empieza a decaer. En el fondo es un tema moral y la institución es muy sensible a eso. Por eso digo que se transformaría en un ejército blando. Esto abarca, básicamente, dos perspectivas. Una tiene que ver cómo se visualiza el ejército en el exterior, respecto a su capacidad disuasiva, y en este punto obviamente pierde todo respeto.

El otro, tiene que ver con un factor interno. Hace unos años hubo un juicio en Europa a un comandante de una unidad holandesa que tenía a cargo la seguridad de una ciudad en Bosnia y lo estaban enjuiciando porque no había podido evitar una masacre. El tipo, en su defensa, dijo que no había podido hacer nada porque sus tropas estaban totalmente desmoralizadas por la presencia de homosexuales en el ejército. Ahí hay un claro ejemplo de lo que sucede cuando se fuerzan las cosas.

Yo no he conocido a nadie en el ejército que sea abiertamente homosexual, pero me imagino que existen, es posible, los homosexuales están en todas partes. Pero es muy distinto declarar abiertamente en el ejército que eres homosexual. Si esto sucede en las unidades se produciría una desmoralización de la gente y, con ello, varios temas complejos.

Bastaría sólo con imaginarse lo que sucedería en las duchas. Porque quién va a querer ducharse con homosexuales. Es como el chiste del jabón. No hay que olvidar que en el ejército los militares duermen juntos, viven juntos y comen juntos.

Ahora si existe un homosexual pasa colado, nadie se da cuenta. Pero si abiertamente se manifiesta, la gente se va a comenzar a molestar. Es una situación muy incómoda. Todo un cuento. No creo que hagan baños para mujeres y homosexuales, por ejemplo, no creo, sería muy raro. Es un tema muy complejo a nivel institucional.

Lo que pienso yo, más que una opinión personal, es un reflejo de lo que sucede en la realidad. Todo esto es parte de la agenda política del gobierno y ellos tienen el mandato de avanzar con eso. Y lo van a hacer, van a ir tomando pasos concretos.

En Estados Unidos este tema no es nuevo. Los gringos tenían una ley que se llamaba “don’t ask, don’t tell” (no preguntes, no digas). Esto evitaba sancionar a la gente homosexual mientras no declararan su condición. A mí me parece que es un recurso sensato y razonable. Es lo más entendible. Pero el tema acá pasa por incorporarlos a las filas abiertamente, o sea, por la ley Zamudio. Es una agenda política que viene hace tiempo y su objetivo es claro: incorporar a los homosexuales al ejército. Si logran ese primer paso, obviamente el siguiente va a permitir que se casen. Y eso, en el ejército, representa un enorme daño. También para el país.

Yo no tengo nada con los homosexuales. Creo que tienen el derecho a vivir en paz y hacer su vida como corresponde. Pero el tema en las fuerzas armadas es muy delicado. Si las cosas se hacen como las quieren hacer van a producir un daño. También está el tema del sexo. Imagínate si tienes una cuadra donde están conviviendo 100 o 200 gallos juntos. Más que prestarse para promiscuidad, va a suceder. Porque en el ejército no se lleva una vida normal. Vas a la oficina y ves a la persona todo el día. No se va para su casa. Pasas todo el día con ella. Entonces, ahí pueden tener problemas de enfermedades, de peleas, un sinfín de cosas. Yo creo que si se instala esta medida, sería un shock fuerte. Creo que produciría linchamientos, cosas así. Golpizas. Así de fuerte sería”.

*Augusto Pinochet Molina es nieto de Augusto Pinochet Ugarte.

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