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Nacional

6 de Octubre de 2014

Petróleo en Quintero: Pescadores dicen que derrame es de 70 mil litros y experto advierte daños las próximas tres décadas

A pesar de que Enap rectificó la cifra de crudo vertido el viernes pasado, de 3 mil a 22 mil litros el viernes pasado, pescadores y expertos dicen que la cifra aún se queda corta, por la extensión de la mancha a través de la costa, que la semana pasada llegó hasta Cachagua. Además, advierten que de no limpiar bien la zona, el área puede quedar contaminada por más de dos décadas.

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Con banderas negras en cada uno de los botes de la bahía y recogiendo animales empapados de petróleo en vez de jibia o huiro. Así están desde hace casi dos semanas los pescadores de la bahía de Quintero, Ventanas y Horcón, ayudando a descontaminar la costa que sufrió con la descarga de miles de litros de crudo el pasado miércoles 24 de septiembre.

Otro desastre ambiental en el área declarada zona de saturación desde hace 20 años y que el viernes pasado obligó a la Empresa Nacional de Petróleo (Enap) a reconocer que la emergencia era producida por una cantidad siete veces mayor de petróleo derramado a la cifra que informaron inicialmente.

Un error garrafal asumido por la empresa, que dejó al descubierto un secreto a voces entre pescadores y expertos en la zona, pero que aún no se acerca a la cantidad de petróleo que se estiman cayó al mar la madrugada de ese miércoles. Esto, porque tanto pescadores como expertos en el tema estiman que fueron más de 70 mil los litros de petróleo que se vertieron en el océano y no 22 mil, como lo cifró la empresa estatal.

Nada para pescar

Para el jueves de la semana pasada, la mancha llegó a Zapallar y el viernes a Cachagua. Con esa información, recolectada de boca en boca por los pescadores de esa zona el biológo de la Universidad Católica de Valparaíso, Salvador Donghi, señala que es muy probable que se hayan vertido más de 22 mil litros, y se esté cerca de los 77 mil litros, por la extensión del derrame.

Los pescadores apoyan esa medición. A los rumores que circularon caleta a caleta durante la semana pasada, vinieron los cálculos recogidos por datos de los mismos operarios de Enap. Según Sergio Silva, pescador desde hace más de 30 años en Puchuncaví, el derrame supera los 78 mil litros.

“Para nosotros, según los expertos y con los datos cercanos de las faenas donde ocurrió esto, el flexible que conecta el barco con el tubo que descarga petróleo mide 200 metros y esos 200 metros tienen 16 pulgadas de diámetro. Entonces, para que tengas una idea de lo que cayó, ahí ya hay 26 mil litros de petróleo. A eso hay que sumarle el tiempo, los segundos que se demoraron en cerrar las válvulas. Ahí se fueron 42 mil litros más de crudo que se vertieron en los segundos posteriores. Si sumamos, son 78 mil litros”, dice Silva.

A pesar de no trabajar en la pesca desde hace varios años por la contaminación extrema que existe en la zona, Sergio cree que esto significará la muerte completa de las caletas, tristemente acostumbradas a una contaminación extrema.

Según datos de Sernapesca, en los últimos diez años la pesca de jurel, sardina española, merluza y sierra se vino al suelo. En la caleta El Manzano, de Quintero, bajaron de 309 toneladas a apenas 11 durante el 2011. Para este año apenas se proyectaba un par de toneladas, aunque no se sabe bien qué pasará después del derrame.

Ni hablar de crustáceos. En 2012, un estudio de Oceana y la Fundación Chile reveló alta presencia de metales pesados como cobre, arsénico y cadmio en almejas, jaibas y locos. En algunos de ellos se superaba tres veces la presencia permitida por la norma chilena.

Actualmente los pocos pescadores que quedan extraen jibia y huiro. Algunos, dice Sergio, se han convertido “al enemigo” e incluso se han convertido en trabajadores de las termoeléctricas, como buzos que limpian los extractores de agua.

Así, cuenta Sergio, lo que ocurrió el miércoles 24 fue el tiro de gracia para una zona donde ya nadie quiere vivir, con justa razón. “Todavía llegan camotes de petróleo por toda la costa. Está en el área de manejo y la playa, mar adentro. Esto está recién comenzando”, dice.

Décadas de riesgo

Según Salvador Donghi, el riesgo que corre la costa es brutal. “Hoy día no existen mecanismos naturales para la degradación de los hidrocarburos. Hay muy pocas bacterias que degradan fenoles, por lo tanto, lo que quede ahí va a persistir por mucho tiempo. Y lo que se infiltre en la arena no se va a sacar nunca más. O sea, eso queda”, dice el biólogo.

Según el experto, las aves que se salven del hidrocarburo tendrán problemas para encontrar alimento. Pero esto también tiene un impacto sobre la cadena primaria de alimentación. “Afectan al fitoplancton. Entonces ahí tienes dos implicancias: primero que el fitoplancton es el eslabón primario de la cadena alimenticia porque sintetiza, genera oxígeno, indispensable para al vida en el mar y para los procesos depurativos en el mar, es decir, todo lo que sea degradación. Y además estos recursos son fuente alimenticia de otros organismos, que si se contaminan con toxinas, por un lado, estas toxinas se están transfiriendo hasta llegar al hombre y los hidrocarburos que pueden llegar a producir cáncer. Eso afecta directamente el trabajo de los pescadores”, dice Donghi.

La falta de oxígeno, sumado a los restos de petróleo que se puedan infiltrar en la arena, supone para este biólogo un nivel de contaminación que puede durar de dos a tres décadas.

“Si eso queda y no se limpia, la contaminación puede durar, no sé, muchísimos años. Por lo menos de dos a tres décadas. Reconstruir una ecuación ecológica es imposible. Lo que a la naturaleza demora en construir millones de años, uno no lo puede reconstruir con medidas de mitigación o compensación. Ahora, hoy día se está trabajando para extraer todo el petróleo que ha llegado a la costa, lo más peligroso, y no llegar a eso. Pero de ocurrir eso sólo se puede disminuir. Pero la afectación al trabajo de los pescadores y al turismo va a existir”, señala.

Según los pescadores, eso es lo que más complica. Por ahora sólo se ha diseñado un plan para trabajar en la limpieza, pero aún no se proyecta para lo que ocurrirá con sus puestos de trabajo, tomando en cuenta que sus productos ya tenían una valoración menor con la cantidad de contaminación anterior.

Sacrificio

Tema aparte es el error que Enap asumió el viernes pasado. “La confesión de ENAP confirma lo que dijimos desde un primer momento. Es de suma gravedad que la empresa haya entregado información tan equivocada y, por lo tanto, se debe esclarecer qué hay detrás de esta negligencia inexcusable. Enap debe asumir su responsabilidad, no sólo por el derrame sino por su mal manejo posterior”, dijo el director ejecutivo de Oceana, Alex Muñoz.

Esto porque el reconocimiento de Enap reveló que la respuesta al derrame fue insuficiente, independiente de los 4.000 millones que señalaron haber destinado a contener la emergencia. Según Muñoz, el Reglamento para el Control de la Contaminación Acuática clasifica los derrames como menor, mediano y mayor, para los efectos de la graduación de las sanciones y multas que corresponda aplicar a los responsables.

El que ocurrió en Quintero fue declarado menor en un principio, pero ya califica en el rango mediano (más de cinco metros cúbicos y hasta quinientos metros cúbicos). Por esta razón, Oceana presentó el mismo día del derrame una denuncia ante la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) para determinar responsabilidades.

A eso se suma la demanda de los municipios de Quintero y Puchuncaví y la del propio Gobierno, que se querelló la semana pasada contra quienes resulten responsables. Enap, a su vez, también presentó una reclamación ante la Autoridad Marítica por la eventual responsabilidad que les compete a los operadores y remolcadores del buque Mimosa.

El buque corresponde a una filial de la empresa Ultranav, y el remolcador del mismo, a la empresa Ultratag, aunque ambas son propiedad del Grupo Von Appen.

Salvador Donghi es especialmente crítico con los mecanismos de prevención de la empresa, tomando en cuenta el lugar donde ocurrió el derrame. “Los accidentes nunca ocurren por accidente. La actual administración gubernamentel ha hecho un esfuerzo con platas del Estado tendientes a la descontaminación de la bahía de Quintero y Puchuncaví. Entonces, por un lado el Estado promueve, financia, hace esfuerzo para descontaminar y por otro lado, en la misma bahía, se contamina. Afectas a la población más vulnerable de la Quinta Región, donde se concentra más pobreza producto de los impactos ambientales que hay ahí por contaminación del aire, del agua y hoy día con derrames de petróleo. Bajo ese punto de vista, la verdad es que no se entiende”, dice el experto.

Para hoy, el alcalde de Puchuncaví, Hugo Rojas, convocó a toda la comunidad a una marcha a las 10:00 horas, en la costanera de Las Ventanas. Según el edil, esto para demostrar que la comuna requiere de un tratamiento especial ya que se encuentra en un subdesarrollo enorme.

“Nosotros hemos soportado durante 50 años una verdadera agresión ambiental, donde se ha atentado en contra de los derechos humanos. Santiago es la capital de Chile y Puchuncaví es la capital energética del mismo país, donde las empresas obtienen grandes rentabilidades y nosotros nos quedamos con enfermedad y muerte”, dijo Rojas.

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