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Nacional

24 de Noviembre de 2014

¿Puedo ir a la fiesta de graduación con MI PAREJA GAY?

La graduación de cuarto medio es una ceremonia generacional, para algunos el real paso a la adultez, donde los alumnos acuden con sus parejas a la clásica fiesta de fin de año. Desde hace algunos años, sin embargo, esta tradición ha entrado en cuestionamiento. Estudiantes gay o lesbianas plantean la posibilidad de acudir con sus verdaderas pololos y pololas. Una situación que incomoda a autoridades y tiene a algunos alumnos pidiendo más integración. Acá, tres testimonios que no sólo hablan de una simple solicitud escolar, sino de cómo se vive la homosexualidad en los colegios.

Por

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Alberto Cid (19), Liceo Manuel Barros Borgoño:

“Llegaríamos tomados de la mano y le daría un beso”

“Que yo sepa, nunca han ido dos hombres juntos a la graduación de mi colegio, pero sería súper natural. No es la misma realidad que se vivía en mi colegio anterior, un privado muy religioso. Ahí mis compañeros me empezaron a hacer bullying a los 12 años. Me molestaban porque yo no cumplía con ciertas estructuras de jóvenes que cultiva el área educacional de este país. Pensaban: “El Cid no juega a la pelota, ¿qué hombre no juega a la pelota? El Cid no va a fiestas, ¿qué hombre no va a fiestas? El Cid no quiere tomar, el Cid se junta con puras minas. Puta el hueón raro”. Todas mis amigas eran mujeres porque ningún hombre se quería juntar conmigo, ellos no se cambiaban de ropa cuando yo estaba presente, me empujaban, me escondían las cosas y siempre andaban pendientes de qué hacía “el maricón”.

Cuando a los 14 le di por primera vez un beso a un chico, busqué en internet qué significaba que me gustaran los hombres. Así supe de la homosexualidad y me fui informando cada vez más. Me di cuenta de que los jóvenes eran los más vulnerables a la discriminación y el año 2011 llegué a la oficina del Movilh con una serie de propuestas como intervenciones artísticas, charlas con el ministerio de Educación y con partidos políticos. Fui a muchos colegios donde se discriminaba a los alumnos. En el Instituto Nacional un profesor le rajó la oreja a un estudiante por andar con un aro, en el Liceo 7 no dejaban que dos mujeres se sentaran al lado tapadas con una manta porque lo encontraban lésbico, cosas así.

Para mí fue una derrota llevar causas de discriminación a nivel nacional y no ser capaz de luchar contra la que yo mismo sufría. Me acuerdo de una compañera que me dijo que si no le pagaba cinco lucas le iba a contar a todo el curso que yo era gay. Y se las pagué con tal de que nadie se enterara. Hasta que un día, sin terminar aún el tercero medio, no aguanté más y decidí salirme del colegio. Vine a entrevistarme al Barros Borgoño porque sabía que tenía manuales de diversidad sexual y orientación. Decidí decirle al coordinador abiertamente que era gay. “Aquí no es tema que seas o no seas homosexual”, me respondió.

Ya estoy por egresar y no me han discriminado ni una sola vez en estos dos años. Ni un alumno, ni un profesor, ni el director. Nada. La homosexualidad debería ser parte del curriculo del Mineduc y todos los profesores debiesen ser capacitados en el tema porque muchas veces los alumnos recurren a ellos. La discriminación de parte de los profesores que se da en otros colegios es de las que más afectan porque es una figura que, en un orden jerárquico, está sobre el alumno.

Para tratar estos temas fundé Estudiante Diverso, una organización que no solo ve temas de diversidad sexual, sino cultural y socioeconómica dentro de los colegios. En el Barros Borgoño con un compañero armamos el colectivo Pedro Lemebel y organizamos cafés literarios con performances. Él se disfraza de puta y el departamento de lenguaje está maravillado. También hay una pareja y si los ves besándose en el recreo no hay ningún problema. Por primera vez me he quedado a dormir en casas de compañeros, los puedo abrazar libremente, los saludo de beso y, entre juego y juego, incluso nos hemos dado un piquito. Si cuando llegué del otro colegio yo estaba escandalizado con todo esto, me decían que era un gay homofóbico. A la graduación espero ir con alguien, todavía no ha aparecido pero yo creo que lo va a hacer. Me imagino que iríamos desde mi casa, en el auto de mi papá, llegaríamos tomados de la mano y le daría un beso. Ya no me importaría si la gente ve o no”.

María Jesús Baraona (22), Colegio Sagrado Corazón Monjas Inglesas:

“Conseguirse al amigo, del primo, de no sé quién”

“Llevaba como dos meses pololeando para la época de la graduación y ella iba un curso más abajo en el mismo colegio. Para mí nunca fue un tema. No les dije nada a mis papás, pero parece que mis actitudes me delataron. Mi mamá nos cachó a los cinco días de estar pololeando y nos hizo un show pal pico. Fue el mismo día de la licenciatura en el colegio. La fiesta fue un mes después. Mis amigas igual estaban complicadas de llevar un amigo, porque las más piolas no tenían pololo, no conocían a nadie. Así que en un consejo de curso le preguntamos al profesor jefe si podíamos ir con una amiga y él fue a hablar con la organizadora. Llegó al rato y nos dijo que no se podía. No dio razones. Fue un no tajante. Teníamos que ir con hombres. Porque sí y punto. Me dio mucha rabia porque era mi fiesta. Al final tuve que ir con un amigo de toda la vida y lo pasé bacán. Pero hubiese preferido ir con ella. Fue una lata. Triste. Ella me llamaba por teléfono y me preguntaba cómo lo estaba pasando. Quería estar conmigo y yo con ella. Antes lo habíamos hablado pero sabíamos que en el colegio no se iba a poder porque siempre fue igual. Nunca se supo de alguien que fuera con una amiga a la fiesta. Es un colegio súper cerrado y conservador. Hasta para la fiesta de octavo tuvimos que ir obligadas con una pareja hombre. Muchas compañeras prefirieron no ir, antes que conseguirse al amigo del primo de no sé quién. Es el típico estereotipo, la familia y la cuestión.

En el colegio teníamos mucho cuidado con el contacto físico. Si estábamos sentadas cerca, y pasaba alguien, nos corríamos un poco. Igual me paqueaba, si no era yo, mis amigas me decían “oye, ahí viene la inspectora”. Tratábamos de que no cacharan una actitud entre comillas extraña. Una sola profesora sabía. Fue súper buena onda y empática. Contaba que su hermano era gay y que le daba lo mismo. Pero no todas eran así. Otra profesora que tenía a su hija en el colegio y quedó embarazada, tuvo que irse con ella.

El ideal de alumnas es que sean lo más señoritas posible, que tengan siempre presente la familia, los estudios y el servicio a la comunidad. No se hablaba de la homosexualidad, es como si no existiera. En octavo y en séptimo tuvimos unos talleres, pero era más que nada sobre drogas. Tienes que buscar por tu parte para aprender más. Al punto de que la niñita que sale del colegio tiene que enfrentarse a otra realidad en la universidad. En mi colegio es un tabú bien grande. Además nos guiábamos por lo que quería la fundadora y ella quería mujeres que fueran como de la casa. Yo después veía a niñas más chicas que tenían problemas, por ejemplo había una que conoció a un tipo de La Legua y estaba pololeando con él. Era un tema. Se hablaba de su caso sólo porque él era de un nivel socioeconómico más bajo. Entonces no era sólo un tema sobre la homosexualidad.

Al año siguiente se graduó mi polola y todavía estábamos juntas. Me parece que preguntaron de nuevo pero sabíamos que iban a decir que no. Me dio mucha lata. Ella también tuvo que ir con un amigo. Perderse esas cosas es fome, era un momento importante para las dos. Ahora que salimos del colegio he sentido mucha más libertad. Hasta donde sé las reglas no han cambiado. El año pasado se graduó una amiga que también tenía polola y no pudo ir con ella”.

Diego Barros (18), Instituto Nacional:

“Ir con una pareja hombre le bajaría el prestigio al colegio”

“Como la gala la organiza cada curso de manera independiente al colegio, existe la libertad de ir con una pareja del mismo sexo. Mi familia no me negaría la posibilidad y mis compañeros tampoco, pero si la fiesta fuera organizada por el colegio, la cosa sería distinta. Ir con un hombre no sería un tema menor.

Cuando estaba en segundo medio me di cuenta de que me gustaban los hombres. Mis amigos más cercanos fueron un siete cuando les conté y para el resto de los compañeros tampoco fue tabú ni se lo tomaron para la chacota. Pero con los profesores es diferente.

Por ejemplo, el viernes pasado le pregunté a un profesor si podía ir al baño. “¿Te querís cambiar la toallita?”, me dijo. Ninguno de mis compañeros se rió, todos lo quedaron mirando y yo le contesté con la misma violencia de su comentario: “Sí, pero présteme la suya”. Ahí me paré y salí de la sala.

Es complicado estar en un colegio de hombres, acá hay un estereotipo del típico matemático, inteligente, con buenas notas, heterosexual, que juega a la pelota y mientras más mujeres se come, mejor. Si uno no cumple con esos requisitos recibe mucha discriminación por parte de los profes, que tienen la costumbre de molestar con el tema en un tono despectivo.

Que existan comentarios discriminatorios de parte de los alumnos es más entendible porque están en un período de aprendizaje y, además, ven el tema según lo que se opina en su casa. Cuando uno les explica y desmitifica los dichos de los profesores, ellos aprenden y puede haber un cambio. Pero los profesores son caballeros mayores y llegan a molestar a niños que a veces ni siquiera tienen el tema bien superado. Es bastante peligroso porque se genera bullying.

Además, es muy difícil acusar a un profesor si uno tiene un problema, porque en un colegio tan tradicionalista como este uno solo es un alumno más, mientras que el profesor tiene una imagen y una trayectoria, se aprovecha porque sabe que tiene más peso. Entonces a veces se deja que pasen a llevar a los alumnos. Han hecho algunos sumarios, pero no existen instancias de diálogo dentro del colegio. En orientación lo único que te dicen es que mejor te conviertas a la heterosexualidad, porque es más fácil, o simplemente trates de esconder que eres gay. En las charlas de sexualidad siempre se habla del hombre con la mujer, no se toca el tema de la homosexualidad, como si no existiera ese tipo de relación, entonces se generan muchos mitos.
El colegio debería guiar a los niños que están confundidos, darles el apoyo y las herramientas que necesitan, porque no es que de un día para otro te gusten los hombres, es un proceso largo y bastante heavy. Yo he conocido muchos casos de niños del colegio que se han declarado homosexuales y han intentado suicidarse por falta de apoyo. Y el trato de los profesores no ayuda a los alumnos a salir del clóset…

Ahora estoy soltero, pero si al momento de mi graduación estoy pinchando con alguien lo invitaría sin ningún problema a la fiesta. Si la graduación la organizara el colegio, los profes me tirarían comentarios y mirarían con desdén porque ir con una pareja hombre le bajaría el prestigio al colegio. Siempre hablan de eso, sale el típico chovinismo del colegio. Es retrógrado que no se genere una instancia de confianza: si hay personas que realmente sienten la necesidad de ir con una pareja hombre o incluso con su pololo, es violento que se niegue la posibilidad de hacerlo. ¿Por qué tratar de callar algo así?”.

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