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Poder

12 de Abril de 2015

Ex contralor Mendoza explica sus dichos: “Estamos en una crisis de confianza en que la corrupción es una faceta”

Ya sin el peso del cargo, Ramiro Mendoza planteó que "la crisis de confianza se produce cuando el Estado deja de funcionar bien o introduce una política pública equivocada, como el Transantiago". En ese cuadro, la corrupción sería "el corolario del agravio que siente la gente".

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ramiro mendoza A!

El desde el viernes ex contralor de la República, Ramiro Mendoza, profundizó en un sus dichos en torno a que “la corrupción ha llegado” al país, explicando que según su análisis el tema de fondo es una crisis de confianza que va más allá de casos Penta o SQM.

Destacando que “no es la primera vez que uso esa frase”, el abogado planteó que “no hay país en el mundo en que no exista corrupción, es un fenómeno que acompaña la naturaleza caída del hombre”. Consultado entonces sobre si cree que Chile es hoy más corrupto que antes, contestó que más bien “el énfasis va de la mano de una advertencia: debemos tener cuidado porque hemos pasado de cuentas públicas exiguas a unas bastante abultadas”.

Con todo, Mendoza explicó que los dichos que generaron polémica se dan en el contexto de que “estamos en una crisis de confianza” en que “los casos de corrupción son una de sus facetas”.

“La crisis de confianza se produce cuando el Estado deja de funcionar bien o introduce una política pública equivocada, como el Transantiago”, dijo en entrevista con El Mercurio.

En esa línea, la ex autoridad señaló que “al final de cuentas la confianza se basa en cómo te tratan quienes tienen poder; los hechos de corrupción son el corolario del agravio que siente la gente. Esta crisis es mucho más profunda que solucionar el problema de Penta, las Cascadas o SQM. Por eso no se puede tapar el dique con una ley”.

En relación al financiamiento irregular de la política, Mendoza aseguró que ésta “puede pavimentar la irrupción de prácticas de cohecho que buscan capturar las decisiones políticas y revela una tremenda mezquindad de los financistas que consiguen rebajas en la carga tributaria”.

“Una cosa distinta sería que quienes financian las campañas electorales se metieran las manos a su bolsillo. Al final de cuentas el Estado pierde dos veces: por el riesgo de captura y porque no recibe los impuestos que debería”, sostuvo.

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