Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Nacional

26 de Abril de 2015

El manifiesto del G90

Tienen entre 35 y 45 años y son parte de los políticos emergentes dentro de la Nueva Mayoría. Bachelet confió en ellos su exitosa campaña y la administración de los primeros años de su gobierno, pero hoy pasan por un difícil momento. Las recientes críticas que han llovido sobre Rodrigo Peñailillo, ministro del Interior y máximo representante de la generación, también han golpeado al grupo entero. Hace dos semanas conversamos con varios integrantes del denominado G90. Acá, lo que son y lo que piensan.

Por

El-manifiesto-del-G90
El PPD
“Nosotros no somos un grupo que se conoció jugando a la pelota, sino que coincidimos en el PPD en la campaña de Ricardo Lagos, luego de batallas individuales en movimientos universitarios. Ahí se fraguó esto, como que en esa campaña nos reconocimos: nos quedábamos hasta las dos de la mañana, no pedíamos plata, llevábamos nuestra colación, hacíamos capacitación de vocales de mesa, puerta a puerta, y hasta cargábamos palomas. Todos tenemos historias muy parecidas. Ninguno de nosotros es un pituco al que la vida se le dio fácil: somos hijos de la educación pública y coincidimos en una visión de Estado. Siempre hablamos de lo colectivo, la solidaridad de hacer propia las causas ajenas.

Al comienzo nos opusimos al liderazgo de Guido Girardi y le ganamos la dirigencia de la juventud del partido durante una década, a partir del año 2000. Eso nos dio visibilidad hacia adentro y nos convertimos en una suerte de bolsón electoral, exclusivamente para hacer alianzas y potenciar el ala socialdemócrata. Creo que fuimos muy efectivos en las luchas internas que dimos. Nos convertimos en el tribunal supremo más joven que ha habido en el partido: nosotros cargamos con la expulsión de Jorge Schaulsohn y la salida de Fernando Flores. Eso nos dio una cierta estructura orgánica que fue espontánea, y que nos permitió sentarnos con los parlamentarios a contrastar ideas. Los viejos nos miraban y decían: “este hueón qué está diciendo: anda a encadenarte al ministerio de Educación, lleva carteles”. Pero nosotros insistimos, y nos presentamos a elecciones grandes y empezamos a ganar. Cada espacio en el que nos metimos lo aprovechamos bien, pero luego nos empezaron a ver como un cáncer y cuando se dieron cuenta, ya estábamos metidos en la estructura interna del partido y en el gobierno. Ahí empezó esto que nosotros llamamos el síndrome de Herodes: se rumoreó que iba a nacer una guagua y empezaron a corrernos balas desde todas partes”.

Los G90
“Lo generacional para nosotros es un problema. El mote de G90 es muy feo. No tengo idea quién lo inventó, dicen que fue Francisco Vidal, pero nosotros nunca nos hemos puesto así. No nos gusta definirnos como un grupo generacional, porque si lo hacemos dejamos afuera a un montón de gente que es súper buena.

Nosotros hicimos política dentro del PPD mirando a los viejos, jamás desafiándolos, porque sabíamos que iba a llegar nuestro momento: tenemos ambición, pero no tan voraz. ¿Cuánto nos demoramos en llegar a esto? 15 años. Otras generaciones más jóvenes no se bancan ese tiempo. Ahora, nuestra solidez nos permite mirar a un proyecto político colectivo de verdad, que no depende de una persona. Sin duda que, pese a eso, lo generacional está presente, y hemos tenido momentos tensos, sobre todo cuando se instaló el concepto de probidad y transparencia. Imagínate lo que significa para un viejo que se sienta frente a puros mocosos que le dicen: ‘usted no ocupó los fondos para esto…’. Ese viejo llama a otro, y ese otro a otro, y después llega el parlamentario y dice: ‘ven, ahí están los mocosos’. Eso, que a algunos les molesta, nos ha generado un profundo conocimiento del aparato público.

Nosotros reivindicamos la política como una forma de expresión para hacer cambios de verdad. No estamos en una ONG para salvar ballenas, para nosotros el Estado no es una cuestión estática, sino algo que tiene la fuerza suficiente para asegurar crecimiento económico y libertad de empresa, pero que además tiene que hacerse cargo de la evolución de los problemas políticos. Si eso significa poner al mismo nivel de conversación el problema obrero con el problema ambiental, a nosotros no nos da vergüenza hacerlo, porque creemos en un Estado fuerte que recupere los grandes bienes sociales para el país: la educación, la salud, y la previsión.

Nosotros creemos que la Concertación jugó un rol para dar estabilidad económica, crecimiento y transversalidad en el manejo político, pero ese ciclo se terminó. Nuestra generación no debe romper con lo que se hizo, pero sí corregir y profundizar estas ideas de recuperar los bienes sociales. En el control político de un nuevo Chile, es donde nos enfrentamos a los Viera Gallo, los Bitar, los Escalona. Ellos han generado esa idea de que la política se justifica con la experiencia, para que todo ande tranquilo, como si el principal valor de la política fuese tener tranquila a la gente, domar al monstruo: si eso significa hacer un poco más de reformas, lo hacemos, pero si algunos se enojan entonces no lo hacemos. Nosotros creemos que no, que Chile maduró, que Chile efectivamente encauzó la posibilidad de merecer reformas sustanciales. Somos otra sociedad. Por lo tanto, el concepto de gobernabilidad a toda costa ya no tiene sentido para nosotros. Hoy es posible dar la discusión sobre la educación gratuita, sobre la recuperación del agua, peleas que nuestros antecesores no quisieron dar”.

BACHELET
“Cuando apareció Michelle Bachelet en la primera campaña, nosotros ya éramos un equipo: de tercera división, pero teníamos camisetas, pelotas, y estábamos todos ordenados. Es decir, no somos hijos de Bachelet, porque existíamos antes que ella, pero sí entendemos que estamos en este proceso de transformaciones por el liderazgo que ella tiene. En ese sentido, nosotros somos tremendamente leales y vamos a seguir así.

Su capital político fue tan bien administrado durante la campaña y tan correctamente puesto en escena que era muy difícil que las tensiones se manifestaran, porque la rentabilidad política -desde el concejal de la comuna más chica hasta el senador por Santiago- era estar con Bachelet. Las tensiones que han surgido con ella son recientes, cuando pasó de la vereda de la divinidad a la de los políticos.

Todo esto pasó en poco tiempo, porque hasta enero lo que había era solo gloria. Tuvimos un primer año tormentoso, pero nunca perdimos el rumbo con las prioridades políticas, y eso no fue al azar. Llegamos a puerto, contuvimos, y mantuvimos los signos del gobierno muy en alto. Un ejemplo, Rodrigo Peñailillo -con 39 años- sacó adelante la reforma al binominal. Si el hueón hubiera sido nieto de Viera Gallo, esto hubiese sido publicado en todos los portales del mundo.

En adelante, nosotros tenemos un programa que cumplir. El cariño que le tenemos a la presidenta debería darnos fuerza, como lo hace la religión con los creyentes cuando se les acaba todo, porque acá hay una construcción de país que está mirando más allá de un gobierno. Ahora, ha sido doloroso darnos cuenta que ya hay algunos que se han tirado del Titanic”.

CLASISMO
“Rodrigo Peñailillo se ha visto expuesto a una discusión de clase. Esto de ‘el galán rural’ es clasismo puro. Igual no creemos que sea necesario detenerse tanto en esto, porque Chile es un país completamente clasista: las Fuerzas Armadas, la Iglesia, el fútbol, todo.

Casi todos nosotros somos de provincia y nos construimos desde la no red. Por ejemplo, si atropellamos a alguien, no van a venir nuestros papás a salvarnos: simplemente no podemos atropellar a nadie, porque si lo hacemos estamos cagados igual que todos los chilenos. Nosotros no tenemos a quién llamar si hay un problema con un medio de comunicación y tampoco vamos a los mismos asados que la clase política. Los asados de fin de semana son con nuestros primos, y son todos taxistas o pasteleros, y no falta el que te pregunta: ‘¿Y, te han dado una coima?’. Eso que suena chistoso, para nosotros es una tragedia, pero a la vez, la misma ubicación en la que nacimos, nos permite saber qué siente el taxista, el pyme, el padre de familia… Es decir, cuando hablamos de una mujer trabajadora, no estamos hablando de una historia que vimos en un reportaje en la televisión, hablamos de una realidad.

Tal vez, Camilo Escalona podría decir lo mismo. Lo más probable es que él venga de nuestra misma cuna, pero su correlato y su historia de vida –que nosotros no criticamos- es distinta, porque en la historia de Chile él tuvo que jugar un rol que ahora ya no es válido. En los 90 tenías que negociar con los poderes fácticos para dar gobernabilidad, pero eso ya no es necesario. Este es el momento de dar muchas discusiones y ganarlas. Nosotros creemos que la cerca se puede correr mucho más y no va a quedar ninguna cagada”.

LA BANCADA ESTUDIANTIL
“La gran diferencia de las transformaciones sociales como las hemos vivido tiene que ver con un activo que desencadena la idea común de necesidad de la reforma, y en eso el rostro de la Camila Vallejo ayudó muchísimo. Eso podría haber quedado como un testimonio más de las luchas sociales, si es que no hubiese habido gente con los suficientes cojones políticos para imponer una mirada que concretara el proyecto de transformación, y no lo que gritaban en la calle. Eso tiene que ver con la segunda parte del proceso. Normalmente, lo más amable es la primera parte, porque vende más. Valoramos lo que hicieron, pero les tocó una oportunidad única para hacerlo: si hubiesen puesto a un espantapájaros, éste iba a tener los mismos minutos de televisión.

Por eso el juicio a la actividad política de ellos nos cambia completamente. No valoramos por igual a esa generación. Valoramos al PC y a Camila Vallejo, porque lograron transitar a la discusión política efectiva. Los otros siguen siendo leales a su proyecto personal, a su imagen de niño bueno, y eso no es lo que necesitamos. Ahí radican las diferencias con nosotros: tú eliges, a alguien cuñero que no contribuya en nada, o a hueones como nosotros, que nos dedicamos a la política, con costos, esfuerzos y beneficios. Ellos tienen mucho de lo primero, quieren pasar por la vida sin tener ningún costo. Además, están subsidiados en su origen, porque no conocen a una vieja salvo en los trabajos voluntarios. Distinto es la gente que dice dedicarse a la política. Gabriel Boric es un predicador”.

LOS CANDIDATOS
“Rodrigo Peñailillo no es candidato. Nosotros tenemos proyectos colectivos y no estamos trabajando en la campaña de Rodrigo. Eso se ha instalado porque nos leen en el código de ellos: nos quieren mostrar como una tribu que lo único que quiere es comerse a alguien.

Sobre Ricardo Lagos, es interesante su aparición, porque trae del pasado un elemento que nunca se debe perder, que es la posibilidad sabia de ver los problemas del país en perspectiva. Nosotros podríamos estar haciendo una fiesta con Penta, pero si no hay políticos que puedan percibir que la crisis de financiamiento es un problema grave de nuestra democracia, donde nadie se ha hecho cargo, terminaríamos siendo un orco de la batalla política, y no un articulador de la estrategia. Lagos trae eso, por eso la ciudadanía ve en él un perfil de alguien que puede dar salvación al país, pero no va a venir Lagos, porque no hay ninguna circunstancia para que eso ocurra.

Hay algo también como de sana envidia, porque él pone temas como si esto fuera una visión de futuro, pero son cosas que hemos conversado hace más de cinco años. El tema es que cuando él lo dice arrastra todas las marcas. Eso es producto de su peso político: podemos llevar un año diciendo una cosa, pero el viejo llega y en cinco minutos queda la revolución. Ahora, cuando hablamos de socialdemócratas, Lagos es parte de ese grupo, y es parte de nuestra fuerza el que él lo diga. Por eso, no nos acomoda el concepto generacional, porque nosotros nacimos en la campaña de Lagos, como una persona a quien admiramos.

Marco, en cambio, es la prueba más consistente de lo que es el individualismo en política. No tenemos mayores problemas con lo que él plantea, pero sí con la forma en que hace política. Ahí no hay un proyecto colectivo, ni una mirada responsable y transversal para realizar cambios. Hay una producción de un buen show televisivo, permanente, en función de una carrera personal. Y eso es absolutamente contrario a lo que sentimos por la política”.

LA CULTURA
“Esta generación no trabaja a base de manuales de política, entre nosotros nos hemos encontrado leyendo al mismo autor o compartiendo películas, y hemos aprendido más haciendo eso, que leyendo la biografía de Churchill. Por ejemplo, hemos leído a Zygmunt Bauman y su concepto de modernidad líquida. Nosotros tenemos la suerte que no tuvo la G80. Ellos tuvieron una lógica de transformaciones limitadas producto de la dictadura. Los viejos, que se capacitaron gratis en el extranjero, asumieron esto a 20 años.

La política moderna se forma en lo que somos, cada uno de nosotros viene de distintas carreras y oficios. Y es la vida cotidiana la que nos permite construirnos políticamente. Uno hace política cuando va al asado de su familia el fin de semana a una población. Allá la tía nos reclama por la atención en el consultorio porque se tiene que levantar a las cinco de la mañana para pedir hora. Ella lo que está haciendo es transmitirme un problema, para que uno –que es el más vinculado con la política- trabaje por eso. La construcción de la acción política está cambiando. Los viejos vienen del texto de Marx, pero nosotros venimos de la experiencia de vida, es eso lo que le traspasamos a la política, y eso no es algo menor.

Ahora, hay un hilo muy delgado entre nosotros y la cultura chilena. Por mucho tiempo la aproximación de la cultura a la política era bastante iconoclasta. A los cócteles de apoyo a la candidatura de Lagos iban los que vendían más, no el cabro que tenía a cargo el territorial. Ahí hay desconexión, de ambos lados. Por la no obligación de analizar muy bien las cosas, porque son artistas y provienen del mundo de la cultura, hay gente que se va con la primera luz que prende. Por ejemplo, ponen más esperanzas en el cambio que puede hacer Boric, que en la generación que efectivamente está gobernando. No sé por qué pasa eso”.

Notas relacionadas