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Opinión

9 de Septiembre de 2015

Columna: Aborto, lo irrenunciable es la dignidad y autonomía de la mujer

* Los seres humanos no somos iguales. Decimos que lo somos (“Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”) y tenemos buenos argumentos para hacerlo: concebirnos como equivalentes es el mínimo para que la dignidad y autonomía de cada uno/a sea resguardada con el mismo celo. Sin embargo, basta salir a la calle […]

Gabriel Boric y Daniela López
Gabriel Boric y Daniela López
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Antiaborto 12 A1

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Los seres humanos no somos iguales. Decimos que lo somos (“Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”) y tenemos buenos argumentos para hacerlo: concebirnos como equivalentes es el mínimo para que la dignidad y autonomía de cada uno/a sea resguardada con el mismo celo. Sin embargo, basta salir a la calle para ver cuánto nos cuesta vivir bajo ese ideal, sobre todo cuando se intersecta el género, la clase, la raza, la nacionalidad, etc. Lo concreto es que ser una sociedad de iguales, que nos permita disfrutar y valorar a plenitud las diferencias de cada uno/a, es algo que aún está por construir, y se juega todos los días.

En esto, uno de flancos débiles que tenemos como país es el trato a las mujeres. Una sociedad que valore igualmente a los hombres que a las mujeres debe reconocer y asegurar las condiciones necesarias para que ambos se desarrollen con autonomía, asumir como una responsabilidad social las tareas de la reproducción, valorar igualmente el trabajo de ambos y construir prácticas que conscientemente reviertan una cotidianeidad que violenta y segrega. En todo estamos en deuda.
El proyecto de aborto terapéutico del gobierno —fruto de años de presión y movilización por parte del movimiento feminista— es una posibilidad para dar un pequeño, pero importante paso en esta dirección. Considera tres causales, donde los valores en tensión son distintos en cada caso. Permitir un aborto en caso de inviabilidad fetal, significa valorar la decisión de la mujer de no querer cargar con un feto que no será persona por sobre el resguardo de ese feto inviable. Aborto en caso de peligro de vida para la mujer, significa valorar la vida de la mujer, una persona en pleno ejercicio de sus derechos, por sobre la del feto, en tanto persona en potencia. Sin embargo, la causal más importante para esta discusión, y quizás la más polémica, es aborto en caso de violación. Aquí lo que se propone es que el Estado permita (permitir, no obligar) que se valore la dignidad y autonomía de la mujer que fue violada, es decir, su decisión de no cargar con un feto producto de una violación por sobre la vida potencial que representa ese feto.

Es nuestra opinión que esta última causal es un piso mínimo irrenunciable, pues es en ella donde se juega el reconocimiento que hagamos como sociedad a la violencia de género tan naturalizada e invisibilizada en este país. La violación, en este sentido, es la negación de dicha voluntad, es no poder decir que no a la violencia, es no poder decir que no a un embarazo no deseado. Es por eso que cada vez que el Estado la obliga forzosamente a mantener el embarazo (imponiendo así la maternidad) está nuevamente negando su voluntad; es una segunda violación que no podemos tolerar, debemos proteger su dignidad que ha sido ultrajada y resguardar su autonomía para decidir cómo vivir su vida.

Estas tres causales deberían ser apoyadas sin miramientos por quienes rechazan el aborto libre, pues se trata de valores y principios mínimos de una sociedad democrática, pero especialmente deberían ser apoyadas y defendidas por todas y todos quienes han sido parte de las luchas feministas y por la igualdad en este país, pues hay en ellas, y especialmente en la causal de violación, un reconocimiento sustantivo de la dignidad de la mujer y de su autonomía.
Desafortunadamente, como casi todo lo que hace el gobierno, este proyecto tambalea. Es posible que se caiga la causal de violación, tanto como que las tres causales se vean desvirtuadas por la vía de indicaciones. Los sectores que se rehúsan a reconocer los derechos de las mujeres han mostrado sus garras, mientras que desde el gobierno, los liderazgos que podrían marcar una diferencia en esta disputa como la presidenta Bachelet o Isabel Allende, se han quedado en silencio o en la ambigüedad.

El gobierno ya anunció que respaldará parte importante de las indicaciones que hizo al proyecto la Democracia Cristiana, y de hacerlo, tirará por la borda su promesa de avanzar en igualdad en lo que a derechos de las mujeres se trata, y le dará la espalda una vez más al movimiento feminista que tantos años ha luchado por hacer de esta una sociedad más justa.

La ciudadanía ha sido clara en manifestar su apoyo a avanzar en esta dirección. Hacemos un llamado a todos los actores sociales y políticos que creen en autonomía y dignidad de todos los seres humanos, a todos los hombres y mujeres de este país, a manifestarse sobre este proyecto y a no permitir que naufrague a manos de la estrechez y desidia de unos pocos.

*Núcleo Feminista Izquierda Autónoma

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