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Nacional

26 de Noviembre de 2015

Warnken arremete contra los jefes de Estado que “han convertido al mundo en un inmenso Le Bataclan”

"¡Bienvenidos al megateatro Bataclan-Occidente, donde se asesinan la inocencia, la bondad, la ética, la clemencia todos los días! La llamamos también "democracia", pero como dijo Rimbaud, el niño genio que también escapó de la trampa mortal, al centro de ella "alimentaremos la más cínica de las prostituciones", escribe el académico.

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“La única luz que veo al fondo de este túnel oscuro, en el que se escucha llorar a los seres humanos anónimos, es la de ese niño sobreviviente de ese fatídico viernes en París…”, escribe el poeta y profesor de literatura, Cristián Warnken, en su columna en El Mercurio, que en esta oportunidad titula “Ese niño perdido salvará al mundo”, y en donde entrega su mirada acerca de lo que subyace tras los atentados en la capital francesa semanas atrás.

“El niño perdió a su madre y a su abuela en minutos: alguien lo vio deambular como un fantasma por la calle trasera del teatro convertido en trampa mortal y lo entregó a la policía”, relata el responsable de programas culturales como “La belleza de pensar”.

En un lenguaje más bien poético, Warnken narra que “dicen que no hablaba, ni gritaba, ni lloraba; solo avanzaba en medio de la noche, en ese viaje al fondo de la noche en que se convirtió París en esas interminables horas de terror y de espanto”.

“Cómo no pensar en él en estos días en que los adultos que tienen el poder toman decisiones que determinarán el curso de la historia de los próximos años. Cómo no pensar en otros niños corriendo entre los escombros de ciudades sirias bombardeadas o en los hijos de los náufragos inmigrantes que navegan a la deriva en las costas del Mediterráneo”, agrega.

En sus palabras, el poeta dice que estos niños, como el de París, como los de Siria, como el de aquella playa, son “los hijos de nuestros desastres, los desastres de una historia contada por unos idiotas (para parafrasear el final de “Macbeth” de Shakespeare). ¿No fue un idiota, un borracho shakesperiano, G. W. Bush cuando ordenó invadir Irak arrastrando a Occidente al laberinto de un mundo que desconocía y despreciaba desde el fondo de su soberbia puritana? ¿No son idiotas todos los jefes de Estado que con sus omisiones o errores incendian la pradera del mundo? Ellos han convertido al mundo en un inmenso Le Bataclan, en que los inocentes están en medio del fuego cruzado, sin mucha escapatoria. Todos estamos encerrados en ese fatídico teatro del horror”.

“¿Y quiénes son estos yihadistas inmisericordes que, dopados de drogas especialmente fabricadas para bloquear toda emoción o dolor (incluyendo un islamismo de internet como un opio más), son capaces de matar civiles desarmados y a cara descubierta? Ellos son los Frankenstein salidos de los laboratorios de la política apocalíptica de Occidente, la misma de donde salieron los hornos crematorios, la bomba de Hiroshima, Osama bin Laden. ¡Bienvenidos al megateatro Bataclan-Occidente, donde se asesinan la inocencia, la bondad, la ética, la clemencia todos los días! La llamamos también “democracia”, pero como dijo Rimbaud, el niño genio que también escapó de la trampa mortal, al centro de ella “alimentaremos la más cínica de las prostituciones”.

Cierra Warnken con que la única escapatoria a ese mundo que unos pocos manejan a su antojo es ese niño, que como  “El Principito de Saint-Exupéry. Lo veo salir con su capa azul machada de sangre y su mirada extraviada, incrédula, lo veo buscando el verdadero punto de fuga, fuera de este planeta en llamas”.

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