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Nacional

14 de Febrero de 2016

Los sospechosos de siempre: La controversia por el control de identidad preventivo

El pasado 27 de enero, la Comisión de Constitución del Senado aprobó el control preventivo de identidad, uno de los puntos más polémicos de la agenda antidelincuencia del Gobierno. Su similitud con la cuestionada detención por sospecha -eliminada en 1998 y usada frecuentemente en dictadura- ha generado desconfianza en la población y diversos actores políticos. Acá cuatro testimonios de brutales detenciones que dejan al descubierto los excesos de este procedimiento que suele tener como víctimas a pobres, desocupados y habitantes de sectores populares. Una práctica de larga data en Chile que también analizamos a partir de la investigación del historiador Marco Antonio León sobre cómo se ha construido al “sujeto criminal” a lo largo de la historia republicana.

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“MUÉRETE, PERRO DE MIERDA”

24 de junio de 2015. Ricardo Orellana (58) realizaba sus últimas entregas de leña a domicilio, justo al frente a su lugar de trabajo, junto a su hijo de 16 y dos de sus amigos, a quienes pidió ayuda para cargar la carretilla. Al cruzar la calle observó que un carabinero en moto se acercaba a toda velocidad. “Carnet, conchatumadre”, recuerda que le dijo el carabinero.

Ricardo no entendía nada, de hecho hasta le tiró una talla: “qué pasa Víctor, por qué me hablas así”. Al sargento segundo, Víctor Manuel Lastra, lo conocía hace años. La subcomisaría de Paillihue, incluso, quedaba solo a cuatro cuadras de su lugar de trabajo.

Sin ningún tipo de provocación, el sargento llamó a refuerzos. A los minutos llegó un furgón y otro carabinero motorizado. “Me dijo que estaba detenido por resistirme a un control de identidad. También se llevaron a mi hijo y a sus dos amigos”, recuerda.

El carabinero de guardia ordenó que su hijo se quedara en la oficina y se llevó a Ricardo y a los dos jóvenes al pasillo principal de la Comisaría. “Desnúdate”, le ordenó a Ricardo.

-Cómo me voy a desnudar, si yo estoy acá porque me pediste el carnet- le respondió al sargento Lastra.
No alcanzó a terminar la frase cuando fue aturdido producto de un combo en la sien. Lastra comenzó a pegarle patadas en los testículos, la cara, los brazos, la espalda y el tórax. “Muérete perro de mierda, muérete”, recuerda Ricardo que le gritaba.

El trabajador le suplicó que lo dejara en paz, mientras los amigos de su hijo miraban espantados la escena. “Pensamos que seríamos los próximos y que nos iba a matar”, cuenta Diego (18).

Los dos jóvenes fueron dejados en libertad y Ricardo fue obligado a bañarse con agua helada para limpiar su sangre. Después de una hora el mismo carabinero que lo agredió brutalmente, le ordenó que se fuera a su casa. “En Los Ángeles mando yo, soy la bestia negra”, cuenta Ricardo que le dijo a modo de advertencia.

Apenas salió en libertad, Ricardo fue a la posta del Hospital de Los Ángeles a constatar lesiones. “Paciente ingresa por agresión de terceros en comisaría. Múltiples golpes de puño y pie. Diagnóstico de contusión torácica y facial”, detalla el documento. Cuatro días después, ya recuperado, el trabajador denunció al sargento Lastra por tortura en la PDI. “Según lo relatado por la víctima, habría existido violencia innecesaria al realizarle un control de identidad por funcionarios de Carabineros”, señalaba el informe.

En octubre del año pasado, Ricardo fue a chequear en qué estaba su causa y en la Fiscalía le dijeron que estaba suspendida. “Por falta de dinero, no puedo tener un abogado que tenga acceso a la causa”, dice.

Carabineros, al ser consultado por los hechos, aseguró que el caso de Ricardo se trataía efectivamente de un control de identidad, pero que se habría producido a raíz de una denuncia de una vecina porque un grupo de tres jóvenes fumaba marihuana. Pese a los antecedentes aportados por la víctima, la investigación interna de la institución no encontró responsables ni irregularidades en el procedimiento.

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Foto: Ricardo Orellana (58), comerciante de leña, vive en Los Ángeles, sin antecedentes penales.

“TODO LADRÓN ANDA PRENDIENDO VELITAS”

Ricardo Olguín de la Fuente (29), el 28 de julio del año pasado, iba camino a su casa en Puente Alto cuando fue interceptado por seis carabineros en patrullas. “Mi hijo había salido a las 11 de la mañana a prenderle velitas a San Expedito en Pirque, por una manda familiar que teníamos”, cuenta Paulina de la Fuente, madre de Ricardo.
Según cuenta Paulina, que maneja la declaración que dio su hijo ante la Fiscalía, lo primero que los carabineros le dijeron fue “pasa tu carné”. Sin poner resistencia, Ricardo se los pasó, pero a pesar de eso fue reducido y llevado a la 65º Comisaría de Pirque. Ahí comenzó su pesadilla.

“Mi hijo declaró que le pegaron todo el turno de la mañana, lo desnudaron en el patio y se intercalaban para golpearlo. Se reían de él y lo humillaron por horas. Contó que le dijeron que todos los delincuentes andaban prendiendo velitas”, dice su madre. Cerca de las seis de la tarde, llaman a Paulina desde la comisaría.

– Apenas llegué lo vi con la cabeza agachada, con miedo. Se me puso a llorar y me dijo que no había hecho nada y que le estaban echando la culpa de un robo. Tenía la cabeza hinchada, me dijo que le habían pegado con una luma en la cabeza-, dice Paulina.

En la misma comisaría le dijeron a Paulina que su hijo se quedaría preso por ser el principal sospechoso de un robo y que en la mañana pasaría a control de detención. También le pasaron las únicas pertenencias de Ricardo: un paquete de velas. “Como sabía que las había comprado en el Monserrat, fui a pedir un duplicado de la boleta, donde se comprueba que él no estaba robando una casa a esa hora”, explica Paulina.

Al otro día, Ricardo fue a su control de detención acompañado de un Defensor Público, que le aconsejó declararse culpable ya que no tenía antecedentes. “Le dijo que saldría libre altiro, porque no tenía los papeles manchados”, dice Paulina. Su hijo, ante la presión, siguió su consejo.

Ricardo quedó en prisión preventiva en la cárcel de Puente Alto. “Lo fui a visitar siempre, todos los días me lloraba diciendo que él era inocente, que no aguantaba un día más ahí”, cuenta Paulina. Su familia, destrozada, pidió un préstamo para pagar un abogado particular que los ayudara a sacar a su hijo de la cárcel. “No podíamos seguir aguantando tanta mentira, de hecho decían que mi hijo andaba con amigos armados. ¡Mi hijo ni tiene amigos! es muy retraído, ni siquiera sale. Incluso la víctima del robo dijo que mi hijo no era el autor. Esto no es justo, hicieron lo que quisieron con él, por puro que somos gente humilde”, cuenta Paulina.

Luego de estar siete meses preso en la cárcel de Puente Alto, el lunes de esta semana, el mismo día que The Clinic pidió sus antecedentes a Carabineros, Ricardo salió en libertad. La institución aseguró que en su caso no se hizo un control de identidad, ya que se trataba del principal sospechoso de un robo y habría sido capturado tras fugarse del lugar. A pesar que varios testigos aseguran que Ricardo no estuvo presente en el inmueble, Carabineros mantiene la versión de que lo vieron soltar un plasma en plena calle y que el procedimiento fue correcto.

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Foto: Paulina de la Fuente (51), madre de Ricardo Olguín de la Fuente, comerciante ambulante, vive en Puente Alto. Su hijo no tiene antecedentes penales.

“TE VAMOS A CARGAR CON CUALQUIER HUEVÁ”

El 9 de enero pasado, Fabián Garrido (28) fue a pasear a la Quinta Normal junto a su señora, su hija de dos años y su padre. A eso de las seis de la tarde, se sentaron afuera del metro a compartir una bebida para después devolverse a su casa en Puente Alto. Estaban conversando cuando llegaron seis Carabineros a rodearlos. Les piden sus carnets de identidad y les informaron que los multarían por consumir alcohol en la vía pública.

– Les mostramos la bebida y nos registraron enteros, no encontraron nada. Nunca bebimos en la calle, los que estaban tomando eran unos adolescentes que no tenían nada que ver con nosotros-, cuenta Fabián.

Pero los carabineros insistieron. La señora de Fabián empezó a grabar la discusión con su teléfono, lo que irritó aún más a los uniformados. “Se pusieron muy violentos. Esposaron a mi papá y luego a mí. A pesar de tener las manos esposadas, me las subieron por la espalda hasta la cabeza y ahí sentí que algo se quebró y un dolor tan fuerte que casi me desmayo”, cuenta Fabián. Le habían quebrado el brazo, el húmero específicamente.

“Me quejé, les dije que algo estaba mal. Yo veía mi brazo como hule”, recuerda Fabián. Luego se lo llevaron a él y a su padre a la 3º Comisaría de Santiago. Ahí, tras los reclamos del joven lo llevaron a constatar lesiones. “No querían llevarme. Nos querían soltar y hacerse los desentendidos”. Primero fueron al Hospital San José, donde el diagnóstico fue claro: fractura de húmero que requería urgente operación.

-Las enfermeras me derivaron a la Posta Central y les dijeron a los carabineros que no podían esposarme. Pero apenas salimos, me esposaron igual a pesar de mis gritos- relata Fabián.

Incluso, asegura Fabián, se dieron el tiempo para amenazarlo. Uno de los policías le sacó fotos a su carnet de identidad y le dijo: “ándate con cuidadito, no se te vaya a ocurrir hacer algo. Porque si lo haces, te vamos a cargar con cualquier huevá. Nosotros tenemos fuerza en todas partes”.

Luego de cinco días de hospitalización, operaron a Fabián el 15 de enero pasado, en el Hospital Sótero del Río. Hoy sigue en proceso de recuperación. Carabineros asegura que no tienen ningún antecedente de lo ocurrido con Fabián, a excepción de reconocer que fue detenido por desórdenes. También aseguraron que la detención se había llevado a cabo el 12 de enero, cuando en realidad fue el día 9 según el parte policial.

Debido a la gravedad de su lesión, Fabián lleva más de un mes postrado sin la posibilidad de trabajar como pintor en el rubro de la construcción. “¿Qué hago yo ahora? Es aberrante que estas cosas sigan pasando en Chile, los pobres tenemos que tolerar todo el abuso de poder”, afirma Fabián. En los próximos días, asegura, empezarán los trámites para tomar acciones legales en contra de los carabineros que lo detuvieron.

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Foto: Fabián Garrido (28), pintor de la construcción, vive en Puente Alto, sin antecedentes penales.

“PONTE CHORO AHORA CULIAO”

Carlos Betancourt, artesano, 21 años, iba caminando con un amigo por Estación Central, el 4 de agosto del año pasado, cuando un carabinero lo agarró por el brazo. “Tu carné”, le dijo. Carlos no toleró que lo apretara y empezó a forcejear. “Usted no tiene por qué agredirme así”, le dijo al uniformado. En pleno forcejeo, llegó otro carabinero y un furgón para llevarlo detenido a la 3º Comisaría. “Cuando me subieron al furgón, fue un operativo de película. Prendieron las sirenas, tocaron las bocinas para que los autos los dejaran pasar. Actuaron como locos, como que fueran a desactivar una bomba”, relata.

En la comisaría, según cuenta Carlos, el cabo primero, Alfonso San Martín Insulza, comenzó a apretarle el cuello. Luego el carabinero que lo detuvo, Ángel Díaz Agüero, empezó a golpearlo.

“Me pegaron patadas, combos y rodillazos en todas partes”, recuerda Carlos. Luego de varios minutos de golpes, Carlos asegura que lo arrastraron por siete metros hasta el calabozo, donde le tocaron y apretaron sus genitales. “Me sentía muy humillado”, cuenta. La golpiza comenzó de nuevo. “Ahora ponte choro, conchatumadre, ponte choro ahora culiao”, cuenta Carlos que le decían mientras lo golpeaban.

– Yo pensé que me iban a matar, casi me desmayo. Recuerdo sus combos en mi cabeza, codos, rodillazos. Tenía mucho miedo. Díaz Agüero en un minuto me golpeó provocándome un tajo en la ceja que no paraba de sangrar- cuenta el joven.

Carlos amenazó con demandarlos y los trató de cobardes. No aguantó más y se puso a llorar. A los minutos, llega otro carabinero y lo lleva a constatar lesiones. “No sé donde me llevaron, me tuvieron varias horas paseándome en el furgón. Me pusieron tres puntos en la ceja y me diagnosticaron múltiples contusiones”, asegura.

A eso de las 11 de la noche, se comunicaron con el papá de Carlos, Jaime Betancourt. Apenas llega, ve a su hijo con puntos y moreteado. “Me asusté cuando lo vi, no podía creer lo que le habían hecho, tenía toda la cara inflamada”, asegura Jaime. Cuando terminó la visita, le informaron que su hijo pasaría la noche ahí porque mañana le tocaba ir a control de detención por “agresión a carabineros y porte de arma blanca”.

-En la audiencia dijeron que yo agredí a San Martín con un golpe en la cara y que eso le provocó una erosión intraocular, o sea, un rasguño. Y el otro, se supone que tenía una mordida. Yo no hice ninguna de esas dos cosas, no tenía cuchillo tampoco- cuenta Carlos.

Hoy día el artesano está con un abogado particular preparando su defensa y está asustado. “Imagínate lo que puede pasar con esta ley que le permitirá a Carabineros alegar agresión sin lesiones físicas. Si yo salgo condenado por agresión y luego, como estos tipos se hacen favores, me acusan de nuevo de lo mismo, me puedo ir en cana. Ahora les tengo pánico”, asegura Carlos.

Según Carabineros, Carlos ese día se encontraba ejerciendo el comercio ilegal en el barrio Meiggs y por eso fue detenido, negando que se haya efectuado un control de identidad. A pesar de las declaraciones de testigos que afirman lo contrario, aseguran que el joven agredió a dos carabineros y que por eso, ante la necesidad de reducirlo, sufrió la lesión en su ceja. Al igual que en los casos anteriores, desconocen responsabilidad ante las lesiones de la víctima.

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Foto: Carlos Betancourt (22), artesano, vive en Puente Alto, sin antecedentes penales.

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