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Mundo

1 de Marzo de 2016

La pareja que cuenta cómo hacerle un cara pálida al sistema y jubilarse a los 33 años

Todo partió el año pasado cuando él (ingeniero informático) y ella (gerente de comunicaciones) decidieron que ya habían pasado suficiente tiempo en cubículos de oficina bajo luces artificiales, con poco espacio para actividades al aire, postergadas sólo para los fines de semana. "Fue una especie de punto de inflexión".

Por
billetes A1

¿Qué haces cuando estás harto de tu trabajo y vives sólo por el fin de semana?

Esa fue la pregunta que se formuló una joven pareja de Boston -y que seguramente muchos se cuestionan-, y que los llevó a tomar una decisión de vida, un decisión radical… jubilar a los 33 años.

Según el texto de Forbes México, por el momento prefieren guardar el anonimato, pero sí explican cómo dieron forma al plan que acaso sea el sueño de muchos.

Todo partió el año pasado cuando él (ingeniero informático) y ella (gerente de comunicaciones) decidieron que habían tenido suficiente de la habitual rutina de 9 a 5 encerrados en cubículos de oficina bajo luces artificiales, con poco espacio para actividades al aire libre, postergadas sólo para los fines de semana. Así que se comprometieron a ahorrar tanto dinero como les fuera posible y retirarse en 2017, a los 33 años.

“Fue una especie de punto de inflexión”, dice el sr. Frugalwoods (así se identifican para que no se advierta su plan de retiro anticipado). “No fuimos a cenar esa noche, ni la noche siguiente. De hecho no cenamos fuera durante el año siguiente”, agrega.

Sin deudas ningún tipo, y lo suficientemente sanos como para no incurrir en gastos médicos de mayor cuantía iniciaron su travesía.

“No somos banqueros de inversión, pero es innegable que ganamos bien y hemos manejado nuestras carreras con mucho cuidado”, admite un de ellos.

Cuentan que el año pasado ahorraron el 71% de sus ingresos y que en años anteriores consiguieron guardar el 60% de éstos.

“La única manera de averiguar lo que era realmente necesario para ser felices y lo que es superfluo es eliminar cosas y luego reevaluar”, agrega la pareja.

Relatan que “la mayoría de las cosas por las que la gente pagaría a alguien, las hacemos nosotros mismos”.

En éstas, figuran arreglos que se debe hacer en la casa o cortarse el pelo.

“La primera vez que me pidió que le cortara el pelo, dije ‘¿de verdad quieres que haga eso?’”, recuerda el sr. Frugalwoods. Vieron algunos videos de YouTube y pusieron su aprendizaje a prueba. “Fue un poco como un momento de empoderamiento. Ella dijo, ‘Sí, puedes cortar el cabello!’”

“Es un ciclo muy alegre, aprender una habilidad nueva y tener una nueva experiencia”, dice la señora Frugalwoods. “Se ha convertido en una especie de juego para nosotros y realmente disfrutamos el desafío”.

Además, con un presupuesto para entretenimiento de cero dólares, tienen el reto de crear su propia diversión. Además, no tiene Netflix y hace seis años que no van al cine.

Los fines de semana hacen trekking, toman cerveza y preparan carne asada que comparten con amigos.

¿Qué pasa con las queridas aficiones que cuestan dinero? 

Para ella es actividad era el yoga, pero en lugar de renunciar a ella o ir a hacerlo sola y renunciar a su grupo, llegó a un acuerdo con el centro donde participa para tomar clases gratuitas a cambio de hacerse cargo de la recepción.

“Hemos renunciado a la idea de la perfección”, dice la señora Frugalwoods. “Hay un elemento de fantasía en nuestro estilo de vida”.

“Discutimos juntos cada compra (…) Esta mañana hablamos de comprar desodorante, así que hacemos compras conscientes de incluso las cosas más pequeñas”, agrega ella.

¿La ventaja? Al tomar en cuenta las cosas pequeñas, tienen tranquilidad cuando piensan en las cosas grandes. Ambos podrían ser despedidos o perder su casa en un incendio y estar totalmente bien, dicen con toda la calma, cita textualmente Forbes.

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