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Cultura

15 de Mayo de 2016

Crítica de Tal Pinto: El libro gay del ahora

Dispareja, con una prosa a veces atolondrada, “Sudor” es algo así como el tercer tiempo de Fuguet, su obra de madurez. Y también un signo evidente de sus debilidades.

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El año 2000, en “Albricia: la novela chilena de fin de siglo”, Leandro Urbina dijo de “Mala onda”: “Quizás haya una actitud irónica en el hecho de construir un personaje que mientras busca identidad combate a su manera, muy dentro de las pautas de su cultura, con la banalidad que lo rodea. La ironía estriba en que al final aceptará justamente lo que dice aborrecer”.

Y es cierto: Alberto Fuguet, muy a su manera, se ha convertido en uno de los narradores chilenos decisivos de “lo actual” (de más está decir que de una muy específica tajada de lo real). “Sudor”, su última novela, hermana mayor de la intimista “No ficción”, es tanto una descripción de los hábitos y costumbres de la elite y del mundo gay en los tiempos de Grindr, como una repasada y un ajuste de cuentas con la escena literaria local y los machos ancianos del Boom. También se podría avanzar la idea de que es el segundo acto de “Mala onda”, la continuación de un proyecto que comenzara narrando el proceso de desintegración y readaptación de un muchacho antipático de la elite y que ahora concluye con un hombre –lo bastante semejante como para permitir la hipótesis– que, aun sabiendo quién es, sufre la archiconocida crisis de los cuarenta años.

A Alfredo Garzón, “Alf”, editor de no ficción de Alfaguara, lo pateó el Factor Julián, su pololo (aunque este prefiriese el más ambiguo “amigo”) y ese hecho desencadena una crisis. Alf no resuelve el asunto meditando; al contrario, se dedica a hacer, en este caso, a tirar. Guiado por Grindr, la ciudad se transforma en un mapa de zonas calientes, una serie sucesiva de pulgares arriba o pulgares abajo. Santiago, “el lugar donde ha vivido todo lo bueno y todo lo malo, el único sitio en el mundo que considera propio”, es un circuito caminable de calenturas pasajeras, un paisaje hecho de válvulas de escape, una ciudad sudada. Los polvos (Fuguet se empeña en usar el horrible y trasplantado verbo “follar”) son las banderas clavadas en el suelo que simbolizan la conquista de la región. En quizás la mejor escena de la novela, un acalorado Alf camina con el celular abierto en Grindr y observa cómo se disparan las posibilidades de sexo frente a un edificio. Mucho menos interesante es el argumento central de la novela: Rafael Restrepo y su hijo Rafa Jr. (basados en Carlos Fuentes y su hijo homónimo) están de gira por un libro de fotos (del hijo) y textos (del padre) y su última parada es Chile. Es primavera de 2013 y las temperaturas son inverosímilmente altas. Rafa Jr. tiene fama de niño problema y, gracias al ubicuo Grindr, Alf queda como su chaperón. Rafa Jr. saca a Alf de su marasmo; Rafa Jr. es un artista, es frágil, es una oveja negra; Rafa Jr. es un pequeño dios báquico que noquea y enamora a Alf, un editor de no ficción apolíneo que finge ser emisario del hueveo. Alf, después de conocer a Rafita, es un hombre que puede escribir sus experiencias y vivir una vida buena. Como casi siempre ocurre con Fuguet, el final supone un regreso al redil, a las reglas de la sociedad.

“¿Se puede fiar en alguien que escribe?” En “Sudor”, los escritores son sufridos y geniales, vanos y trepadores. Su versión del oficio, además de binaria, es superficial. Pero, bueno, todo en “Sudor” es superficie. La enumeración de marcas y lugares de moda recuerda a Easton Ellis, pero ahí donde el norteamericano se mofaba de los yuppies de Wall Street (y, en efecto, las combinaciones de atuendos en “Psicópata americano” son kitsch), Fuguet se limita a señalar, tal vez irónicamente, indicando que la sociedad ha difuminado las marcas de clase en cuanto a vestuario.

Dispareja, con una prosa a veces atolondrada, “Sudor” es algo así como el tercer tiempo de Fuguet, su obra de madurez. Y también un signo evidente de sus debilidades, de su exceso de confianza en el ahora, de su incapacidad para conjurar notas de antimodernismo, de ser, y esto para algunos es un cumplido y para otros no, un novelista líquido.

SUDOR
Alberto Fuguet
Literatura Random House, 2016,
604 páginas

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