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Mundo

16 de Junio de 2016

El crudo relato de las mujeres que trabajaron con el rey del porno español

Ignacio Allende, dueño de la productora porno Puta Locura, está involucrado en graves delitos como trata de personas, pornografía infantil y abuso sexual. Aquí, mujeres que trabajaron para él cuentan sus crudas experiencias.

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21 Días industria del porno

El llamado “rey del porno español”, Ignacio Allende, sufre por estos días el posible fin de su imperio al ser imputado y encarcelado por abusos sexuales, difusión de pornografía infantil y trata de seres humanos.

El dueño de la productora Puta Locura se convirtió, antes de ser revelados sus delitos, en un personaje curioso del porno: un gordo no muy agraciado que participaba en varios videos pornográficos haciendo los “casting” de las actrices que llegaban a trabajar.

Sin embargo, con el tiempo se reveló la oscura trama que escondía su reinado y que lo tiene como protagonista de una serie de graves delitos.

En conversación con El País, dos jóvenes que trabajaron con él cuentan las crudas experiencias que tuvieron que vivir por unos cuantos euros.

Isabel, de 22 años, y que llegó a trabajar voluntariamente con Ignacio Allende, cuenta que se le ofreció en primera instancia actuar en escenas con decenas de hombres. ¿El precio? 100 euros, unos 77.000 pesos chilenos.

“Al principio me trataba bien. Pero luego como ya no le servía porque me tenía explotada me fue arrinconando. Me empezó a tratar mal. Seguía yendo a los bukakes (escenas con varios hombres eyaculando sobre una mujer) como mamporrera (estimulando a los hombres) detrás de las cámaras”, relata la joven.

Según cuenta esta mujer y otras dos consultadas por el diario español, los problemas más graves comenzaron cuando Torbe acordó filmar películas para un empresario ucraniano. Allí todo adquirió tintes dramáticos.

La productora recibió a varias chicas ucranianas que, sin saber hablar español ni tener claridad de a lo que iban -según relatan estas mujeres- se les exigía tener sexo oral con decenas de hombres. “Mila, una mujer que hablaba su idioma, no las dejaba parar cuando lo pedían. Querían que las chicas lo pasaran mal, que tuvieran cara de sufrimiento. Que llorasen”, recuerda Inés, otra exactriz de la productora.

Según comentan, esas escenas sólo las actuaban las mujeres ucranianas que supuestamente enviaba el empresario “Boris”, a quien nunca nadie conoció. Isabel recuerda que en esas grabaciones las mujeres salían corriendo al baño entre arcadas y lágrimas y los camarógrafos las filmaban aún cuando vomitaban.

“A las chicas españolas las tenía haciendo de mamporreras -preparan a los hombres entre bambalinas antes de salir con las chicas-. Era un olor insufrible, y un calor terrorífico. Todo por 50 euros. Era asqueroso. Hacía dos a la semana y así podía tener un pequeño sueldo fijo. A nosotras nos daban a entender que lo que se grababa ahí era para una productora rusa. Pero luego los vídeos no los veíamos subidos a ninguna parte. Creo que simplemente los vendían a un particular”.

Pero no es sólo eso. El productor imputado por abusos, trata de personas y pornografía infantil, según relatan las mujeres, de vez en cuando se llevaba a una chica a su casa y esta debía pasar la noche con él si quería seguir en el negocio. “Vivía solo y llevaba alguna chica a veces a casa. Solo había que tener sexo con él para las escenas, pero si no querías tenerlas te echaba de la productora”, recuerda Inés.

Sus horribles condiciones de trabajo empeoraron aún más cuando se dieron cuenta que las estadísticas de enfermedades que les mostraban antes de cada escena no estaban completas. “Eran solo para hongos, nos enteramos mucho más tarde. Nos lo contó uno de los chicos que venía a las escenas y el cámara. A mi me contagió Clamida, una enfermedad de transmisión sexual”, señala Inés. “Nos decía que no pasaba nada, que esas enfermedades se curaban con una pastillita”, recuerda Isabel.

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